Los sindicatos y BBVA se sientan de nuevo en la mesa para abordar la que, sobre el papel, es la última reunión del periodo formal establecido para negociar el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) previsto por la entidad.
Ante la cantidad de cuestiones por tratar y que aún no hay acuerdo, es probable que el banco y los sindicatos pacten prorrogarla unos días más para seguir negociando.
El último día de negociación llega después de que esta semana, en concreto el día 2, los trabajadores del banco fueran a la huelga, un hecho muy poco habitual en el sector financiero. Las cifras del seguimiento que dan los sindicatos y la entidad no coinciden, ya que las centrales dicen que alcanzó el 70% y el banco señala que el 30%.
Después de esta circunstancia el banco ha movido ficha y ha puesto sobre la mesa una nueva reducción de las salidas de trabajadores. Ha propuesto disminuir el número de bajas en 863 (370 más que la propuesta anterior), lo que sitúa en 2.935 el número de trabajadores que tendrían que dejar el banco. De ellos, 2.177 procederían de la red de oficinas y 758 de los servicios centrales, el centro corporativo y las estructuras intermedias.
CC OO ha valorado positivamente la reducción de la afectación y atribuye dicho movimiento de BBVA a la huelga que tuvo lugar ayer entre la plantilla de toda España, que fue secundada por un 70% de los empleados del banco, según cálculos del sindicato.
El Gobierno está muy atento al desarrollo de esta negociación. Desde las filas del Ejecutivo vienen criticando que empresas con beneficios millonarios se desprendan de empleados. La Dirección General de Trabajo mandó un aviso a BBVA y CaixaBank mediante una carta con un mensaje muy claro: reduzcan el número de salidas en las negociaciones del ERE.
En este tipo de negociaciones se suele ajustar mucho el número de salidas y, coincidencia o no, después de la carta de Trabajo, BBVA ha ido ofreciendo mejores condiciones. CaixaBank, de la que el Estado es accionista por la presencia del FROB en el capital (16,1%), también recibió la misiva, pero su postura está siendo más dura y el acuerdo con las centrales está lejos, al menos a día de hoy.
Si esta negociación se cerrase sin acuerdo, el coste reputacional para CaixaBank sería muy fuerte y la imagen del Gobierno también saldría tocada porque sus quejas, críticas y advertencias quedarían en papel mojado.