El sistema educativo español es universal y gratuito. Según las últimas estadísticas del Ministerio de Educación, el número de centros educativos no universitarios (curso 2015-2016) ascendía a 31.566, de los que la mayoría son centros públicos. En total, el gasto público en educación fue de 46.624,4 millones de euros, lo que representa el 4,3% del PIB. ¿Suficiente?
Según la Fundación BBVA, la tasa de abandono escolar es del 18,3%. En las previsiones de la UE para 2020, se estima que la misma debe situarse en el 15%, es decir, un 3% menos. Y pone el foco en realizar una serie de acciones que posibiliten reincorporar en el proceso educativo a aquellos jóvenes que salieron de él. “Queremos que los chicos y chicas con los que trabajamos no salgan del sistema, acaben sus estudios, mejoren sus notas y su actitud en cuanto a valores”, afirma Ignacio Ojanguren, presidente de la Fundación Balia.
EDUCACIÓN Y EMPRESA
Fundación Balia es una organización sin ánimo de lucro cuya misión es favorecer la inclusión social de los menores en riesgo a través de programas socio-educativos de asistencia y prevención. Por sus instalaciones pasaron, durante 2017, alrededor de 4.500 niños, de los cuales, aproximadamente 2.500, recibieron educación complementaria cada día.
“Queremos dar opciones a aquellos niños que tienen menos oportunidades. Y las menores oportunidades están asociadas a una situación económica precaria, o a una situación familiar en muchos casos desestructurada o crítica. Con nosotros pasan de dos a tres horas diarias y les damos refuerzo escolar y otros valores. Es la única manera de actuar de forma sistemática y consistente”, manifiesta Ojanguren.
Cuando una enseña mejora el entorno revierte de manera directa e indirecta en la propia compañía
Una seña de identidad de Fundación Balia es que, en su devenir, cuenta con el apoyo de unas 70 empresas que colaboran de diferentes formas: aportación de voluntarios, financiación, asesoramiento o prestación de servicios como asesoramiento legal. Un espectro que va desde grandes multinacionales a compañías locales que tienen interés en mejorar el entorno en el que operan, ya sea barrio, pueblo o ciudad.
“Las empresas, en general, tienen una responsabilidad no solo con sus accionistas sino con los grupos de interés que están a su alrededor y que incluye empleados, proveedores, clientes y el entorno más cercano”, sostiene el presidente de la Fundación Balia. Y añade: “Todas las empresas tienen una responsabilidad de mejorar el entorno más cercano”.
Una responsabilidad que camina en una vía de doble sentido ya que cuando una enseña mejora el entorno, revierte de manera directa e indirecta en la propia compañía. “Directa porque es un elemento importantísimo de motivación de los empleados y de sentido de pertenencia”, indica Ignacio Ojanguren. E indirecta porque, si acaban mejorando el entorno, acaba revirtiendo en la propia firma.
¿Cuáles son esos retornos? El principal, la motivación de los empleados que valoran la involucración de la empresa en su entorno. “Asimismo tiene un impacto visible en la comunidad. Y la comunidad son los clientes, los proveedores y la imagen de marca que logra la empresa”, matiza el presidente de Fundación Balia.
Todo ello puede servir no sólo como imán de atracción de talento para la empresa, al sentir el futuro empleado que la empresa mejora el entorno donde actúa, sino que también puede fortalecer el orgullo de pertenencia a la misma. Además, puede ser clave para la elección de un determinado producto.
“La educación no sólo mejora las oportunidades individuales de esos chicos y chicas sino que hace lo propio con la cohesión social en donde actuamos, lo que redunda en beneficio de los niños y de la comunidad en un sentido más amplio. Sólo con educación se puede lograr una mayor cohesión social”, concluye Ojanguren.