Frenazo en seco al énfasis inmobiliario en la bolsa. La experiencia de Metrovacesa ha calmado la euforia que se vivía en el sector. Haya, Testa y Azora son las últimas que han renunciado saltar al parqué. Los expertos apuntan a la incertidumbre del mercado y a una posible burbuja como las razones principales del retraso de las salidas a bolsa.
«Existe cierto pánico de los inversores y Metrovacesa es el mayor ejemplo de este miedo», afirma Antonio Sales, analista de XTB. Este 2018 prometía ser el año en el que se produjera el gran desembarco inmobiliario en el mercado bursátil. Pero el gran seísmo ha quedado reducido a un pequeño movimiento de tierras. El ‘coitus interruptus’ de las grandes inmobiliarias ha supuesto un bajón para el mercado que esperaba como agua mayo una salida valorada en casi 5.000 millones de euros.
Primero fue Haya, luego Azora y la última ha sido Testa. A esta socimi, que cuenta con más de 10.000 viviendas en cartera, le ha entrado el vértigo, justo antes de lanzarse al precipicio del Mercado Continuo. Tras su conversión en socimi está obligada a dar el paso antes de que finalice septiembre -por ley está obligada a cotizar en los dos primeros años-.
Todavía no hay fecha prevista para el estreno bursátil de Testa. Tampoco de Azora y Haya. Se conocen las fechas límite, pero es muy complicado adivinar el momento exacto. La realidad es que la incertidumbre que planea en el mercado hace imposible cualquier predicción. «Todas las empresas están reajustando sus precios porque lo cierto es que estaban por encima de la realidad del activo», afirma Sales. Además, este analista confirma que lo normal es que todas salgan a bolsa «antes de que finalice el este año 2018».
De todos modos, el miedo de lo inversores se fundamenta en la experiencia de Metrovacesa. El lanzamiento al parqué de la inmobiliaria ha resultado ser un auténtico fracaso hasta el momento. «Lo que ha ocurrido con esta compañía es el claro que ejemplo de lo que podría haber pasado con Testa, Azora o Haya», explica Sales.
Al final, los inversores temen que en el mercado inmobiliario se vuelva a generar una burbuja. El precio de alquiler no cesa de aumentar en las grandes ciudades. Existe carencia de nuevas construcciones y el ladrillo se encuentra en una inestabilidad que ha reforzado el nuevo panorama político.
Desde la sentencia del caso Gürtel, el gobierno de Mariano Rajoy ha estado en entredicho. Con las primeras especulaciones sobre una moción de censura, el Ibex-35 comenzó a desplomarse. Han sido días muy difíciles. Y el cambio de rumbo político -Sánchez ya ha derrocado a Rajoy- no aclara la situación. Esta situación y la crisis secesionista en Cataluña han generado un caldo de cultivo de desconfianza en el inversor. Los problemas catalanes sobre todo afectaron a la cotización de Metrovacesa.
En la actualidad, todas las compañías inmobiliarias que pretenden salir a bolsa están reajustando el valor de sus activos. Eso sí, cuando Testa dome la decisión supondrá el asalto de una de las primeras empresas de pisos en renta del país, dado que cuenta con una cartera de 10.700 viviendas, valorada en 2.275 millones de euros.
En la recámara, agazapadas, esperan Haya y Azora. Las dos también fijado el mes de mayo para su estreno en el parque. ¿Su valor? 1.200 y 700 millones de euros, respectivamente. Estas cifras unidas a los 1.000 millones de Vía Célere -que tampoco ha podido fijar una fecha para salida- y a los más de 2.2000 millones de Testa suponen una inyección de más de 5.000 millones de euros que la bolsa espera como agua de mayo. Bueno o mejor dicho, como agua de junio, porque en mayo ya no podrá ser.
PROBLEMAS DE SATURACIÓN
Otros analistas del sector apuntan a una congestión del mismo como el principal escollo para la cotización de las inmobiliarias. «Hay muchas empresas que ya están en bolsa o que tienen intención de cotizar este año, esa saturación dificulta las cosas. Por este motivo, comienza a haber desconfianza del mercado hacia un sector que comienza a saturarse», afirma Sergio Ávila, analista de IG.
Problemas políticos, inestabilidad por el independentismo, saturación del mercado… Pero, ¿dónde está en realidad el problema? Es complicado y la realidad es que todos estos factores afectan. Aunque lo cierto es que al final es la voracidad de los accionista lo que puede suponer que la cuerda -ya tensa- se rompa.
COTIZAR, ¿UN TRIUNFO SEGURO?
Bancos y fondos de inversión. Estos son los grandes accionistas de las todas las compañías inmobiliarias antes mencionadas. Dueños que buscan maximizar las ganancias hasta unos niveles que los inversores no están dispuestos aceptar.
De todos modos, al final el éxito reside en la elección del momento. Esto se demuestra con la gloria alcanzada en la bolsa por Neinor el pasado año 2017. De hecho, Neinor también tiene gran parte de culpa de la saturación del mercado inmobiliario en el parque. Todas las compañías pensaron que salir a cotizar era un triunfo seguro y al final han tenido que recular para volver a reajustar su valor de mercado.