Realismo y transparencia. Esta fue la doctrina que se autoimpuso José Ignacio Goirigolzarri cuando, allá por mayo de 2012, aceptó llevar las riendas de un rebaño llamado Bankia y formado por siete antiguas cajas de ahorro: Caja Madrid, Bancaja, Canarias, Ávila, Caixa d’Estalvis Laietana, Segovia y La Rioja.
No se trataba de evangelizar sino de poner los puntos por las íes. Por eso no le tembló la mano a la hora de sustituir a unos 800 consejeros externos, ahorrando unos 700 millones de euros anuales en dietas. Había que predicar con el ejemplo. Luz y taquígrafos. Un trabajo que comenzó a dar su fruto con más clientes, tanto nuevos, como parte de aquellos que salieron escaldados por una serie de ‘pecados’ que habían caído como una losa sobre la entidad como las preferentes o la salida a Bolsa.
Cuando la nave comenzaba a coger velocidad de crucero, todo un torpedo en la línea de flotación llamado tarjetas black. Otra vez vuelta a empezar. Otra vez a poner sobre la mesa nuevos mandamientos para recuperar una credibilidad que podría irse por la borda. Goirigolzarri entonces echó mano de un fundamento que llevaba marcado a fuego en su fuero interno: claridad y transparencia. Todo el mundo debería saber qué es lo que se iba a hacer.
El presidente de Bankia ha tenido que ir salvando bolas de partido que comprometían la labor realizada
Otra bola de set salvada. ¿La última? Como aquella mítica final de Wimbledon de 2008 entre Rafa Nadal y Roger Federer, maratoniana a más no poder, el presidente de Bankia ha tenido que ir salvando bolas y más bolas. Un ejemplo que bien puede ilustrar un hecho de 2011, cuando el Banco de España dijo que las cuentas elaboradas por su antecesor en el cargo, Rodrigo Rato, y reformuladas por el propio Goirigolzarri, tenían el ‘defecto’ de no reflejar la imagen fiel de la entidad.
BANKIA SIGUE SALVANDO OBSTÁCULOS
Las remontadas son, y siguen siendo, el pan nuestro de cada día de José Ignacio Goirigolzarri en Bankia. La fusión con BMN ha sido por partida doble, con un expediente de regulación de empleo, por un lado, y el caos vivido por los clientes en la integración con colas en las entidades, fallos en la red y errores en la operatoria, según denunciaron los sindicatos y alguna organización de consumidores, por otro.
En el horizonte, ambición: el plan 2020. No es cuestión baladí, ya que el propio presidente de Bankia se autoimpuso el siguiente objetivo: ser el mejor banco de España. Por tanto, el más rentable, el más eficiente y el más solvente.
Un beneficio en el entorno de los 1.300 millones de euros, un ROE de doble dígito, un ratio de eficiencia cercano al 45%, y una tasa de mora por debajo del 4% son las cumbres a conquistar. “Los accionistas recibirán una cantidad superior a los 2.500 millones de euros”, afirmó Goirigolzarri durante la presentación del plan. Entre ellos, el Estado.
Una vez más, y utilizando la frase que se atribuye a Felipe II, Goirigolzarri tendrá que volver a mandar sus naves a luchar contra los elementos. Bankia se ha dejado un 18% de su valor en los últimos cinco meses, siendo el banco más penalizado en bolsa. Según Bloomberg, su PER, es decir, las veces que se repite el beneficio por acción en el precio, es el más bajo desde diciembre de 2016.
Los resultados presentados durante el primer trimestre de 2018 tampoco ayudan a alcanzar las metas marcadas. Su beneficio atribuido fue de 229 millones de euros, lo que supone un 24,5% inferior al cosechado en el mismo periodo de 2017. ¿Culpables? El menor resultado de operaciones financieras, la ausencia del beneficio extraordinario de la venta de Globalvia contabilizado en los primeros meses de 2017, y el efecto de los tipos de interés en negativo.
Este último yerro puede ser todo un via crucis para alcanzar la gloria prevista para 2020. Los datos así lo atestiguan. Con un euribor en negativo, y con el casi 90% de las hipotecas firmadas a tipo variable, los números no salen. Si echamos la vista cuatro años atrás, el principal margen del banco ha caído casi un 30% (en concreto, un 28%).
Una dolencia cuyo remedio (subida de tipos de interés) no se espera que llegue hasta mediados 2019 y que en Bankia se espera como agua de mayo. Según Bloomberg, y de cara a 2020, el 40% de la rentabilidad anhelada por la entidad depende “exclusivamente de las tasas de interés”. De ahí que su consejero delegado, José Sevilla, asegurase durante la presentación de resultados que, con una subida de tipos de alrededor 50 puntos básicos, supondría que los beneficios de la entidad subirían en 250 millones de euros.
Mientras llega tan particular ‘milagro’, Bankia no debe dejar de mirar otros aspectos que condicionan su negocio como el número de créditos concedidos: su volumen neto se ha desinflado durante los últimos años algo más de un 20%. Bloomberg afirma que debería crecer para alcanzar las metas de 2020.
Y la tasa de mora es una especie de ‘enemigo infiel’ situándose en el 8,7%. Desde 2014 ha venido cayendo en términos de dos dígitos, aunque en 2017 ya sea frenó hasta el 9,2%, y en el primer trimestre de este año lo hizo solo ligeramente por encima del 2%. Si no mejora, será un freno para conseguir más crédito que, por ende, generaría más ingresos.
GOIRIGOLZARRI ABRE NUEVOS MUNDOS
“La sostenibilidad de cualquier proyecto empresarial no se sustenta sólo en los resultados sino en cómo se consiguen”, afirmó Goirigolzarri durante la última Junta de Accionistas. Y añadió: “En este modelo se entrelazan los ‘qués’, los resultados, con los ‘cómos’, es decir, con la forma de hacer”.
Y en esos ‘cómos’, en esa forma de hacer, está inmerso Goirigolzarri. Por ejemplo, acaba de cerrar un acuerdo con Crédit Agricole para iniciar una joint venture con la que operará en el negocio del crédito al consumo en España. La entidad resultante, participada en un 51% por la entidad francesa, y por el 49% por Bankia, se especializará en el desarrollo de la financiación al consumo en punto de venta por lo que alcanzarán acuerdos de distribución con comercios a través de canales físicos como digitales. ¿Qué tipo de productos? Préstamos personales y de consumo, leasing y renting de bienes de consumo, créditos revolving, tarjetas de fidelización… Productos que se comercializarán mediante canales que no serán bancarios.
Con anterioridad, Bankia se alió con Alphabet para entrar en el negocio del renting de vehículos tanto para para particulares como para empresas. Un mercado en plena expansión ya que, por ejemplo, y durante 2017, el parque de vehículos se incrementó un 13,4%; los clientes, por su parte, aumentaron un 33,8%; y la facturación se infló un 12,5%.
También, en este mismo año, Bankia ha encomendado a Haya Real Estate la gestión de todos sus activos inmobiliarios, incluidos los de BMN. Así, se pone fin a la reorganización del negocio de gestión de inmuebles y de deudas impagadas. Y, de paso, se incrementa la eficiencia. Un acuerdo que afecta a un perímetro de 5.400 millones de euros. Uno de los primeros pasos que dio fue poner a la venta 2.000 viviendas y 600 inmuebles singulares con descuentos de hasta el 40%.
Tacita a tacita, como decía la actriz Carmen Maura en un popular anuncio de la década de los 80, José Ignacio Goirigolzarri sigue remando para llevar a buen puerto tan particular rebaño llamado Bankia que, cada dos por tres, siente las dentelladas de lobos como las tarjetas black o los tipos de interés en negativo. Eso sí, sin perder de vista en el horizonte una privatización a la que pretende llegar con los deberes hechos.