No hay tiempo que perder. Todos los actores de la sociedad deben involucrarse en la lucha contra el cambio climático. El primer paso es reducir progresivamente las emisiones contaminantes y, posteriormente, cumplirlos objetivos marcados para la descarbonización de la economía. Para cumplir los dos retos, se necesita voluntad y grandes aliados. El gas natural debe ser uno de ellos.
Además, es importante reducir emisiones pero pensando también en que no vale cualquier coste. Es decir, en el mix energético debe haber un equilibrio teniendo en cuenta que los precios de la energía deben ser asumibles. Como indica en su blog el presidente de Enagás, Antonio Llardén, son muchas las piezas a encajar en el puzzle: “que la transición se lleve a cabo de la forma más eficiente, que se garantice siempre el suministro energético y la competitividad de las empresas y, al mismo tiempo, que se reduzcan las emisiones”.
En esa ecuación, el gas natural es una energía competitiva y respetuosa con el medio ambiente. Como baluarte para ser una de las energías del cambio, genera alrededor de un 30% menos de emisiones de CO2 que el petróleo y sus derivados, y su utilización supone una enorme reducción de otros contaminantes, como óxidos de azufre, óxidos de nitrógeno y partículas en suspensión.
Otro factor fundamental, la flexibilidad y disponibilidad del gas natural, sitúa a esta fuerte de energía de alta eficiencia como el perfecto aliado de las energías renovables. El gas natural es capaz de ofrecer un suministro limpio, rápido y seguro cuando las renovables no están disponibles, gracias a que permite generar electricidad de manera rápida y eficiente en las centrales de ciclo combinado. Esta es la clave: la generación de un mix que sea capaz de conjugar lo mejor de las diferentes fuentes energéticas, sobre todo las que menos contaminan, pero garantizando la seguridad de suministro.
EL GAS NATURAL: UNA SOLUCIÓN INMEDIATA
Los planteamientos energéticos de décadas pasadas nos han conducido a una compleja situación medioambiental. Por eso no se puede perder más tiempo. En este sentido, la aportación del gas natural cobra más valor dado que puede aportar resultados positivos en el más corto plazo: actualmente existen infraestructuras gasistas ya desarrolladas, modernas, seguras y disponibles para hacer uso de ellas de forma inmediata.
Enagás está liderando la adaptación técnica de las infraestructuras gasistas para operar en un nuevo modelo energético que aproveche las energías renovables no eléctricas. La compañía trabaja para transportar gas renovable (biogás/biometano e hidrógeno) y en el impulso de proyectos como H2Gas, para la producción de hidrógeno y su transporte en las infraestructuras gasistas existentes.
UNA PROPUESTA CONSENSUADA
El factor clave que debe jugar el gas natural en el futuro no es fruto de la improvisación. De este modo, y en la línea con el papel del gas natural en la transición energética, se ha posicionado la Comisión de Expertos de Transición Energética. El documento de esta Comisión de Expertos, que servirá de base para elaborar la futura Ley de Cambio Climático y Transición Energética, parte de que la demanda de gas crecerá un 33% hasta 2030 respecto de la demanda en el año 2017, que ya fue un año especialmente favorable al consumo de gas (9% de crecimiento respecto al año anterior). Esta previsión de demanda parte de los escenarios de descarbonización expuestos por la propia Comisión de Expertos, como consecuencia de introducir una restricción a las emisiones del sistema energético. El crecimiento anual medio de la demanda de gas natural en este periodo es del 2,2%.
El binomio gas natural-energías renovables en 2050 superaría incluso el consumo de gas natural para usos finales estimado a 2030, según este grupo de expertos, con lo que la demanda para usos finales de gas natural seguirá siendo relevante en 2050, teniendo en cuenta los objetivos ambiciosos de descarbonización.
Además, el gas natural tiene una importancia creciente en el transporte marítimo y terrestre. El informe hace mención también al importante rol de los nuevos usos del gas natural, especialmente en transporte pesado de mercancías y en el transporte marítimo. Para aprovechar esta oportunidad y dar un impulso al gas natural licuado como combustible en el transporte, Enagás está coordinando el proyecto europeo CORE LNGas hive, una iniciativa liderada por Puertos del Estado y en la que participan 42 socios de España y Portugal.
Con todos estos condicionantes, se hace evidente pensar que el gas natural debe ser el gran aliado en la reducción de emisiones contaminantes. La apuesta debe ser clara y decidida, básicamente porque el apoyo de las administraciones es claro, y la implicación de las grandes empresas energéticas, también.