La evolución histórica del negocio de los seguros es tan amplia y diversa como el tipo de bienes (tangibles o inmateriales) que dichas empresas protegen frentea algún riesgo eventual y/o fortuito. Desde el punto de vista de las empresas aseguradoras tal y como las conocemos hoy en día, podemos datar el origen de su actividad económica en los inicios de la Edad Media; concretamente, surgió la necesidad de asegurar la mercancía que era transportada por vía marítima, dado el riesgo latente de que tales bienes se perdiesen o deterioras en durante el transcurso del viaje. Posteriormente, se refina el seguro sobre la estiba y desestiba (carga y descarga) de dicha mercancía en origen y destino, y es durante la revolución industrial cuando se generaliza el negocio de asegurar ciertos riesgos sobre bienes y cobro de deudas. No obstante, la actividad aseguradora estuvo fuertemente ligado al sector del transporte hasta principios del siglo XX. Es en esa época cuando se extiende hacia otros sectores, como el del mercado bursátil o los seguros de protección individual (vida, pensiones, desempleo…).
En cualquier caso, la prima de seguro que le cobra la compañía al asegurado está correlacionada con el riesgo latente de que tenga lugar la contingencia que tratamos de asegurar. Como es de suponer, el negocio estriba en que el volumen de primas cobradas a los asegurados sea inferior a los posibles gastos por indemnizaciones y reparación de daños a los clientes cuando ocurre la circunstancia que se precisa en el contrato de seguro. No obstante, en las últimas décadas han aflorado nuevos gastos para estas compañías. Y es que, habida cuenta de la relativa sencillez de la redacción de dichos contratos, en ocasiones afloran situaciones de fraude a las compañías aseguradoras, con objeto de cobrar esa indemnización pactada previamente, si bien en esos casos el bien jurídico protegido por la póliza de seguro no fue dañado de forma fortuita, sino provocada.
Por lo expresado en el párrafo anterior, las compañías de seguros han de dedicar recursos económicos conducentes a la detección de posibles fraudes en la presentación de partes por parte de sus clientes, ya que sin estos mecanismos de control de la veracidad de los hechos, este negocio no sería rentable prácticamente en ningún caso.
Por el lado de la oferta, en el mercado español podemos destacar a las principales compañías aseguradoras, como pueden ser Generali, Axa, Allianz, Mapfre o Liberty.
Muchas empresas como esta, permiten hacer contrataciones online de pólizas que cubren diversos riesgos. Ello se plantea por parte de estas empresas para cubrir una demanda de necesidades por parte de los clientes, como es hacer trámites fácil, sin necesidad de desplazarse hasta una oficina, y con la ventaja adicional de que dicho contrato lo podemos formalizar desde casa, leyendo y analizando tranquilamente su contenido y sus cláusulas.