Con la renuncia de la secretaria del Interior, Amber Rudd, Theresa May ha perdido a una aliada proeuropea. Rudd es la cuarta miembro del gabinete en renunciar en los últimos seis meses, debido a un escándalo, y su salida se da precisamente cuando se aproxima una verdadera batalla interna por el Brexit.
La salida de Rudd desestabiliza a la primera ministra en un momento delicado. Rudd, de 54 años, debía dirigirse a los legisladores el lunes, para defenderse de supuestas acusaciones de que había mentido al Parlamento sobre la existencia de objetivos de deportaciones de migrantes ilegales. Ahora May tendrá que nombrar a un sucesor, mientras hace malabares para controlar la creciente tensión en el interior de su gabinete.
Rudd era una voz proeuropea clave, que ayudaba a contener la presión de los pesos pesados a favor de un Brexit radical, incluidos el secretario de Relaciones Exteriores, Boris Johnson, y el secretario de Medio Ambiente, Michael Gove.
Estaba previsto que asistiera a la reunión del denominado “gabinete de guerra” para el Brexit el miércoles con el fin de analizar la futura relación comercial entre Reino Unido y la UE.
“El reemplazo de Rudd supone un riesgo al equilibrio de fuerzas en el gabinete respecto al Brexit”, dijo Tim Bale, profesor de política en la Universidad Queen Mary de Londres.
Algunos ya favoritos para sucederla incluyen a Gove, al secretario de Asuntos Comunitarios, Sajid Javid, y el secretario de Salud, Jeremy Hunt. También se ha nombrado a la secretaria de Irlanda del Norte, Karen Bradley, y al ministro jefe de Gabinete, David Lidington. Todos, excepto Gove, apoyaron la permanencia en la UE.
La salida de Rudd también deja a May “expuesta de lleno al escándalo por el caso Windrush”, explicó Bale, en referencia a las críticas al trato del gobierno a migrantes caribeños, que llegaron al país después de la Segunda Guerra Mundial.
Los críticos de May han argumentado que las hostiles políticas de inmigración que introdujo cuando fue secretaria del Interior eran la causa del escándalo actual, por el que finalmente Rudd pago el precio.
Justo cuando líderes del Caribe llegaron a Londres para una cumbre de las excolonias, se reveló que a algunos de los denominados migrantes Windrush, por el nombre de uno de los barcos en que llegaron, se les prohibió el acceso a la cobertura de salud, pasaportes y en algunos casos se vieron impedidos de regresar al país, porque no podían probar su ciudadanía.
El opositor Partido Laborista no perdió tiempo en atacar a May. La primera ministra usó a Rudd como “un escudo humano” para protegerse de las acusaciones sobre el “ambiente hostil” a los migrantes que ella generó cuando estuvo a cargo de Interior, dijo el Partido.Analistas de divisas afirman que la salida de una ministra proeuropea podría también afectar a la libra esterlina, que ha caída más de 1% en la última semana.
Thomas Penny y Alex Morales para Bloomberg