El País fue el órgano hegemónico informativamente hablando en nuestro país desde la Transición hasta la muerte de Jesús de Polanco, previa a una crisis que provocó rescates financieros y un golpe de timón de Juan Luis Cebrián que se llevó por delante todo el prestigio granjeado en Prisa durante cuatro décadas. A la sombra del imperio no crecía la hierba: tan solo el Grupo Zeta se atrevió durante tres décadas a abrir medios progresistas en Madrid y con no demasiado entusiasmo. Varios sectores de políticos, intelectuales, periodistas y directivos tuvieron durante muchos años simpatías hacia Prisa, pero ciertos tics soberbios de la compañía le acabaron costando su supremacía.
El divorcio estaba servido entre Prisa y los asesores de José Luis Rodríguez Zapatero, que dicen que le puso la cruz a Polanco después de una comida entre socialistas y la plana mayor de Prisa en la que se sintió ninguneado. «Yo no soy Felipe González», dicen que dijo tras la comida. Y ese amargo postre provocó que el presidente del Gobierno mirase con recelo al llamado «imperio del monopolio» y se confeccionase su particular troupe mediática.
En ella participaban varios ex de Prisa, pero el líder moral era Miguel Barroso. Esas rencillas sin duda ayudaron al nacimiento de La Sexta, que llegó encabezada por Jaume Roures, José Miguel Contreras o Antonio García Ferreras, ex asesor de Canal Satélite Digital, ex responsable de las páginas de comunicación de El País y ex jefe de informativos de la Cadena SER respectivamente. Es cierto que los inicios de La Sexta no fueron los propicios, ya que la política de compra de derechos deportivos, al ritmo que marcó Roures, influyó en el presupuesto de un proyecto que se convirtió en un espacio de espacios de humor low cost que dejaban hueco a millonarios y deficitarios partidos de fútbol.
Pero La Sexta se encauzó tras la entrada hace seis años de Atresmedia, que le dotó de estabilidad y aumentó su apuesta por la información, clásico de la transversal Planeta: biógrafos de Carillo y Fraga y propietarios en su tiempo de La Razón y Avui. Al grupo se le presumía una línea editorial conservadora (Antena 3, Onda Cero y La Razón), pero sin embargo La Sexta mantuvo un discurso propio con una rotunda apuesta por la actualidad: más información y una clara evolución hacia la política de espacios satíricos como ‘El Intermedio’ o ‘Salvados’.
Javier Bardají, la materia gris de esta maquinaria informativa que hace temblar a los ministros, tal y como hacían años atrás los editoriales de El País, ha mostrado su felicidad sobre el gran estado de salud de la casa: «La Sexta cumple 12 años en un momento excepcional. Consolidada como la tercera cadena privada más vista de nuestro país, lidera una temporada más sobre su inmediato competidor y lo hace, además, con la mayor distancia histórica entre ambos. Estos datos son motivo de celebración para Atresmedia Televisión, que ha apostado por un modelo diverso y plural porque la audiencia también lo es, y cuya oferta aúna calidad, reconocimiento y buenos resultados».
Y añade: «Este es, sin duda, un cumpleaños especial para nosotros porque La Sexta celebra además, en 2018, seis años como parte de Atresmedia, la mitad de su vida. Desde su nacimiento, sus promotores, tuvieron claro que el espíritu crítico formaría parte de su ADN y así continúa siendo doce años después». Un espíritu crítico que provoca la urticaria en las clases más reaccionarias de nuestro país. Pero las bases de su éxito no solo se fundamentan en ser el Pepito Grillo de la sociedad española: La Sexta se ha convertido en una cadena de servicio público, tal y como demuestran los espectadores cada vez que hay algún evento o suceso de gran alcance, en sustitución de una TVE lastrada por la manipulación política.