Los resultados presentados por Ibercaja el pasado 16 de marzo contradicen –en buena parte– las declaraciones posteriores de sus gestores. Las cuentas informan sobre una entidad cada vez menos enfocada al negocio bancario, muy dependiente del peso de los servicios financieros y con un balance más pequeño. Las características anteriores no cuadran bien con las declaraciones de su cúpula que ven a la firma “independiente” y “cotizando en Bolsa” allá en el 2020.
El presidente de Ibercaja, José Luis Aguirre, quiso destacar que no contemplan hacer “nuevas compras”, ni tampoco “ser comprados”. Además, de que en 2020 la entidad saldrá a Bolsa aprovechando que será entonces cuando sus ratios de rentabilidad serán más óptimas. Las declaraciones de Aguirre buscaban acabar con los dos interrogantes que persiguen a todas las firmas del sector. El primero y más importante es la rentabilidad, la cual se ha visto reducida de manera importante en los últimos años. En segundo lugar, la limitación anterior obliga a hablar casi constantemente de fusiones y adquisiciones –alentado por las continuas declaraciones del BCE sobre que este aspecto es vital en Europa– para generar mayor volumen de negocio e incrementar la rentabilidad.
El único problema a las declaraciones de Aguirre, que más tarde fueron reafirmadas por el Consejero Delegado de Ibercaja, Víctor Iglesias, es que las cuentas parecen contradecirles. No solo en 2017, sino que lo hacen al menos de 2012.
Ibercaja ha visto cómo su balance se ha reducido un 16% en los últimos cinco años
El primer punto en el que las cuentas contradicen a la cúpula es el volumen de activos. En cualquier manual, referido a cualquier actividad económica, explica que una empresa que crece por debajo de sus competidores durante una serie de años termina por perder poder de negociación y finalmente es susceptible de ser adquirido por la competencia. Por ello, las entidades cuyo activo está en contracción son más propensas a ser adquiridas. ¿En qué punto está Ibercaja?
La entidad ha visto cómo su balance se ha reducido un 16% en los últimos cinco años. Curiosamente, comparte esta característica con Unicaja, Liberbank o Bankia. Todas ellas están o han estado en las quinielas para ser adquiridas –en el caso de Bankia se valora una fusión– por otras más grandes. Mientras Ibercaja se contraía un 16%, Banco Sabadell ha crecido un 37%, Caixabank un 12% y Deutsche Bank España que todavía mantiene su independencia ha crecido cerca de un 6%. Los gigantes BBVA y Banco Santander también han expandido sus activos, aunque es excesivo compararlos con Ibercaja.
Otro de los puntos clave para asegurar un recorrido en solitario en el mundo bancario es definir una cuenta de resultados sólida. El negocio de los bancos es comprar y vender dinero y apuntarse el diferencial, es lo que se conoce como margen de intereses. La partida más alta en una cuenta de resultados de un banco es a la vez la que denota la salud del negocio como tal.
En el caso de Ibercaja, vuelve a dejar claro que no tiene todo el recorrido que aseguran desde la cúpula. En 2017, la entidad se anotó un 1% menos por dicha partida, aunque lo realmente preocupante es que de un año a otro haya perdido casi un 20% de los ingresos por esta partida. Además, la partida en 2013 es un 5,23% más baja que en 2013. La evolución de dicha partida se asemeja de nuevo a aquellas entidades en el disparadero como Unicaja o Liberbank y contrasta con aquellas otras cuyo nombre no está ligado a posibles ventas.
Los activos totales, o el margen de intereses son partidas muy importantes que denotan el camino que está tomando un banco. Aunque no son las únicas, por ejemplo, también destaca el fuerte incremento de los ingresos por comisiones –que se da en todo el sector, pero es en las pequeñas donde tiene más relevancia–. Denota que Ibercaja, que en cinco años casi ha doblado ingresos por comisiones, ha orientado su marcha del negocio en un camino más de gestor que de banco.
Sólo en 2017, Ibercaja perdió más de 4.300 millones en depósitos a plazo, que fueron directos a fondos
En una entidad, los depósitos de sus clientes son activos sobre los cuales apalancarse para prestar dinero. A más dinero prestado, más intereses gana y con ello más beneficios tiene. Cuando en lugar de a depósitos el dinero de los clientes va a un fondo, el banco no puede apalancarse y no ingresa por intereses y sí lo hace por comisiones. En definitiva, la entidad se aleja de la actividad propia de un banco y pierde activos. Sólo en 2017, Ibercaja perdió más de 4.300 millones en depósitos a plazo, que fueron directos a fondos.
Por último, otro aspecto clave para Aguirre de cara a mantener la independencia de Ibercaja en el futuro es mejorar la rentabilidad. La ratio clave para descubrir si la entidad es rentable o no es el ROE –resultado dividido entre los fondos propios–, éste se sitúa por debajo del 5% un resultado muy pobre. Prácticamente por debajo de una de sus principales competidores, Unicaja, y lejos de los grandes que están por encima del 6%. Además, para 2020 en la entidad se han propuesto alcanzar el 9%, eso en ROTE (que de por sí, es más alto que el ROE) una cifra bastante inferior al resto del sector. Con una rentabilidad por debajo de los dos dígitos le será difícil mantener su “independencia”.
Ibercaja, cada vez más aseada
Al igual que Ibercaja no está funcionando bien del todo en partidas clave para asegurar su independencia en los próximos años, si lo está haciendo –curiosamente– en aquellas que son muy valoradas por los compradores. Por lo que todavía la pone aún más en el disparadero.
Las entidades que salen a comprar tienen claro que buscan o grandes chollos –cómo el Popular–, o entidades con fuerte penetración en regiones y saneadas. Ibercaja encajaría en el segundo punto, puesto que es una firma que está muy focalizada geográficamente y además tiene unas ratios de capital alto. Se debe recordar que con la nueva normativa adquirir entidades con ratios de capital pequeñas tiene un coste alto. En el caso de Ibercaja, su ratio CET1 –que es el core capital de un banco y está formado por aquellos recursos de los que dispone libremente– está por encima del 11%. Esto es, que si cualquier firma decidiese comprarlo no tendría que recurrir a inyecciones de capital.
Además, los activos ponderados por riesgo han disminuido con fuerza en los últimos años. Solo en 2017, Ibercaja fue una de las entidades que más redujo su exposición a activos dudosos. Lo que en principio es una necesidad, todas las entidades están en este proceso, también conlleva dejar un balance mucho más saneado y apetitoso para una compra.
En definitiva, Ibercaja utilizó el 2017 más para sacar brillo a su balance, además de contraerlo, que a expandir su negocio. Esto es, generar más ingresos y mayores beneficios. Por ello, no queda del todo claro que las intenciones reales de la cúpula de la firma se alineen con el discurso oficial ante los medios.