Hay un dicho que reza que “si no puedes con ellos, únete a ellos”. El mundo fintech está suponiendo una auténtica revolución para la banca. No sólo se trata de una nueva relación entre el cliente y el sector financiero. También entra en juego la experiencia de cliente y el business intelligence. Una liga que quiere jugar CaixaBank.
“Con el cambio de regulación, la línea divisoria entre bancos y las empresas fintech se va a difuminar”, aseguró Martín Huete, socio de Finintech, en un encuentro organizado por ESIC y el Instituto Español de Analistas Financieros (IEAF). Por su parte, Carlos Trevijano, de KPMG, destacó que “las empresas fintech favorecen la innovación tecnológica en un entorno donde la velocidad del cambio es más rápida que nunca. Ahora bien, llegar pronto es igual de malo que llegar tarde”.
Smart Money es el nuevo ‘producto’ de CaixaBank cuya finalidad es la de ofrecer a los clientes la posibilidad de acceder a distintos mercados y activos a través de carteras gestionadas. “Se trata de un servicio de asesoramiento digital en inversiones integrado en la banca online o, dicho de manera más breve, un robo advisor”, aseguró Víctor Allende, director ejecutivo de banca Privada y Premier de CaixaBank durante su presentación.
CaixaBank no quiere riesgos con las máquinas
Smart Money ha sido concebido bajo la filosofía fintech, es decir, simplicidad, experiencia de usuario e inmediatez. “Pero detrás no hay sólo máquinas. No queremos ese tipo de riesgos”, matizó Allende.
El modus operandi queda como sigue: en primer lugar, el cliente tiene que contestar nueve preguntas para analizar su situación personal, objetivos y tolerancia al riesgo. Después, y atendiendo a las respuestas, Smart Money le hace la pertinente recomendación, siempre teniendo en cuenta su tolerancia al riesgo y su perfil. Como complemento, le ofrece dos opciones de menor riesgo. En tercer lugar, el cliente hace la selección pertinente y contrata. Por último, el usuario puede hacer el seguimiento de su cartera a través de su home banking. También puede acudir a su oficina tradicional.
En un primer momento, son diez los fondos que están disponibles y que invierten en activos principalmente ETFs y futuros. “La inversión mínima es de 1.000 euros y el coste para el cliente del 0,6%, es decir, desde seis euros anuales. El coste total para el cliente no supera el 1%”, concreta Víctor Allende.
CaixaBank tiene un 20% de la cuota de mercado de ahorro a medio y largo plazo. Posee 16.000 millones de euros en gestión de carteras discrecional. “No nos ponemos objetivos pero queremos estar por encima de los 20.000 millones a final de año”, señala Allende.
Según el World Fintech Report 2018 elaborado por Capgemini y LinkedIn en colaboración con Efma, el auge de las fintech está revitalizando la experiencia del cliente en el ámbito de los servicios financieros. Sin embargo, éste sigue confiando en las entidades tradicionales.
“Las fintech están encontrando el éxito gracias a una filosofía de centricidad en el cliente que corrige las carencias de las entidades tradicionales. Estas deficiencias abrieron las puertas a las fintech, pero la confianza en las entidades tradicionales sigue siendo importante para los clientes”, asegura Penry Price, vicepresidente de Soluciones Globales de Marketing de LinkedIn, en el citado informe. Y esa baza es la que pretende jugar CaixaBank.
Por tanto, en este campo, estamos asistiendo a un juego en el que las entidades tradicionales lo que están haciendo es adoptar el ‘saber hacer’ de las fintech en los servicios al cliente. Un músculo que unen a otros que llevan en su ADN como la gestión de riesgos, las infraestructuras, la experiencia en el ámbito regulatorio y el acceso a capital. En ocasiones, como la citada de CaixaBank, irán por separado. En otras, acabarán produciéndose colaboraciones. “Sin un socio colaborador ágil y comprometido, las entidades tradicionales y las fintech se exponen al fracaso”, indica Anirban Bose, responsable de la unidad de Servicios Financieros de Capgemini.