La Liga de fútbol se juega mucho antes de que el balón eche a rodar, incluso con mucha antelación a que los jugadores empiecen a corretear en las duras pretemporadas veraniegas. La primera jugada de la liga tenía lugar en un despacho de la calle Hernández de Tejada de Madrid, un inmueble rodeado de hiedras y arizónicas, con olor a césped, de color marrón oscuro. Allí se abrían las plicas –en sobre abiertos– con las ofertas por los derechos de transmisión por televisión e internet. Es decir, la bolsa de dinero que se repartirán clubes y Liga con los que mantener el deslumbrante tren de fichajes y sueldos del fútbol español. Un tren que paga básicamente una compañía, Telefónica. La compañía de telecomunicaciones paga 2.400 millones por esos derechos, de los que pierde cada año según diferentes fuentes en torno a 400 millones de euros por el fútbol. Fuentes de la compañía limitan la pérdida a 160 millones anuales, ni más ni menos, porque aseguran que hay que contextualizarlo con el incremento de clientes que logran gracias a este contenido.
La factura es realmente mucho mayor. A los 2.400 millones que telefónica abona a Beinsports por tres temporadas hay que sumar 750 millones que ya estaban comprometidos por “El Partidazo”. Se trata del mejor partido de la jornada, en el mejor horario y preferentemente con el Real Madrid o el FC Barcelona como contendientes. Si a la factura le añadimos los derechos por la transmisión de la Champions League, el monto llega a la astronómica cifra de 3.150 millones de euros, de la que hay que deducir ya unos 70 millones por los partidos que no emitió de la primera temporada del acuerdo0 para la Champions, porque el acuerdo se firmó muy tarde.
Al final, a Telefónica ofrecer unos contenidos exclusivos de fútbol para su Movistar + le supone un desembolso anual de en torno a 1.050 millones anuales. Los acuerdos están firmados hasta la temporada 2018-9, salvo para la Champions, cuyo próximo año está sin negociar. Fuentes conocedoras de la compañía que preside José María Álvarez pallete aseguran que esta cifra está muy por encima de lo que presupuestó en su momento Luis Miguel Gilpérez, el presidente saliente de Telefónica España.
La apuesta de la gran empresa española de telecomunicaciones era clara: disponer de los contenidos más potentes para su televisión de pago, banderín de enganche para la clientela de los paquetes llamados de “Fusión”. Pero esta apuesta se encontró con una oferta denominada por el sector como “loca” que sorprendió a todos en la última subasta de los derechos televisivos de la Liga española.
La Liga y Mediapro
En diciembre de 2015 en ese umbrío inmueble del Norte de Madrid donde la Liga tenía su sede, BeinSports y Mediapro apostaron 1.900 millones por un paquete de ocho partidos por jornada en tercera elección. El partidazo ya era de Telefónica por 750 millones. Pero la apuesta de Roures y sus socios qataríes tuvo premio muy rápidamente. Telefónica recompró casi sin solución de continuidad pocos meses después ese paquete de ocho partidos por jornada al módico precio de 2.400 millones.
La amistad entre Javier Tebas, presidente de la Liga y Jaume Roures, presidente de Mediapro es un ejemplo que trasciende incluso más allá de sus posiciones políticas radicalmente opuestas. Un firme defensor de la unidad de España frente a un adalid de la independencia de Cataluña, que a pesar de eso han sabido entenderse.
La factura de Telefónica tiene más alivios. La compañía se ha visto obligada a revender derechos de transmisión a sus competidores, Orange y Vodafone, que tienen que abonar entre 350 y 360 millones anuales por tener acceso a partidos que ofrecen a sus clientes. Una parte de este dinero va a la factura de Telefónica.
El problema es si el fútbol vale lo que se está pagando, sobre todo teniendo en cuenta que los clubes quieren más dinero para la siguiente subasta, con el que igualar los ingresos que logra la Premier (primera división inglesa). Fuentes de la compañía Telefónica reconocen que casi 250.000 de sus clientes renunciaron al fútbol (y rebajaron su factura) tras el primer trimestre de la temporada, el que va de septiembre a Navidad. Aseguran que hay que poner en contexto este “degrade” en los contratos de Fusión porque lo que hizo Movistar fue ofrecer gratis el fútbol en ese trimestre. Cuando hubo que efectivamente pagar fue cuando muchos clientes renunciaron al fútbol.
Las cuentas no salen nada claras. Con unos 2,3 millones de clientes del fútbol en España, a un precio medio de 25 euros por once meses de fútbol, realmente los ingresos no pasarían de 630 millones, frente a los 1.050 que paga Telefónica. Solo el hecho de hacer una oferta casi hegemónica (“elige todo”) salva en parte las cuentas.
El problema no es tanto lo que se ha pagado, como la subasta para las siguientes tres temporadas. Los clubes, que siguen fichando con alegría y pagando sueldos astronómicos a sus estrellas, quieren mantener e incrementar el ritmo de la fiesta. Además de los problemas de reparto –la parte del león es para Real Madrid y FC Barcelona–, miran con envidia los más de 7.000 millones por tres temporada que cobra la Premier inglesa. El poder económico supone estrellas para sus plantillas y con ellas los títulos. La concentración de ingresos en Real Madrid y FC Barcelona (en menor medida el Atlético de Madrid, muy lejos de sus cifras) les ha permitido sumar sin cesar títulos en España y Europa y ser casi hegemónicos en la Champions League, la competición del máximo nivel mundial. La tendencia a ser manirrotos está casi en el código genético del fútbol español.
Lo que pasa es que las cifras de audiencia casi solo la dan Real Madrid y FC Barcelona, o lo que es lo mismo, la estela de sus cometas Cristiano Ronaldo y Lionel Messi. Son los que concitan audiencias mundiales, una de las razones de la horarios que impone Tebas y traen de cabeza a las aficiones de España, con encuentros a las 12 y a la una del mediodía, a veces casi a las diez de la noche.
Amazon y Facebook acechan
En medio de este panorama hay nuevos factores de cara a la siguiente subasta de derechos televisivos. Por el horizonte aparecen tanto nuevos operadores dispuestos a pujar, como Amazon o Facebook, como lotes que ganan en peso económicos, como las OTT (‘Over The Top’), para dispositivos conectados a internet, como smartphones, tablets, etc.
En Telefónica, tras la salida de Gilpérez, no está claro que la apuesta vaya a seguir siendo tener todo el fútbol a cualquier precio y a cualquier costa. Otra cosa es que presiones políticas, que muchas veces lastran decisiones empresariales de una gran compañía como la de Álvarez Pallete, vayan a forzar una oferta.
El que decenas de miles de sevillanos y vigueses se lanzaran a la calle en 1995 (mucho antes del 15M u otras mareas populistas) no fue una broma en su momento. Se lanzaron a la calle decenas de miles de manifestantes por una sola razón: para que sus equipos no bajaran a segunda división por un problema administrativo. Estas manifestaciones se ponen como ejemplo clásico del poder social del fútbol. En esta línea, diferentes fuentes dicen que desde Moncloa no se entendería que Movistar + quedara huérfana de fútbol. No por la afición del presidente Rajoy a este deporte, sino por la necesidad de una plataforma nacional fuerte en televisión.
BeinSport es una plataforma de Al Jazeera, propiedad del Gobierno de Qatar. Mediapro, maga de los derechos de televisión, es la imagen y semejanza de su presidente, Jaume Roures y su amistad tanto con Podemos como con el movimiento secesionista catalán.
Una parte del encanto del fútbol es el factor de albur y arbitrariedad consecuencia de decisiones arbitrales, balones que dan en el poste o clásicos como los goles fantasma. Otra cosa es que ea incertidumbre sea un factor en la subasta por los derechos. Esta vez la apertura de plicas será en el coqueto edificio que es la nueva sede de laLiga, en la calle Torrelaguna. El notario volverá a estar, lo que no se sabe es que esta vez podrán estar presentes las empresas que han enviado su propuesta.