El material más conocido como uralita –por la empresa dedicada a su comercialización en España– infecta un gran número de edificios de la capital. De hecho, algunas empresas expertas en la retirada del material afirman que existe un 70% de edificios ‘contaminados’ de amianto. Además, estas mismas compañías afirman que la uralita también está presente en un 60% de las tuberías de Madrid. El escándalo del Metro de Madrid ha vuelto a reabrir el debate sobre este polémico y cancerígeno material.
Madrid está plagada de uralita: hospitales, colegios, viviendas privadas… El amianto no para de aparecer en grandes y pequeñas edificaciones de la capital. El problema es que las administraciones no tienen conocimiento –o no les interesa tenerlo– de cuánto amianto hay en la capital. «Hemos reclamado la existencia de una normativa para establecer un censo oficial de todo el amianto que existe en España», afirma Alejandro Ripollés, presidente de ASFAMI y abogado de Lexcam, el despacho encargado de asesorar a los afectados y a los familiares.
Por este motivo, es muy difícil establecer un mapa de situación de este material en Madrid o en cualquier otra ciudad española. Al final, son las empresas dedicadas a retirar el amianto las únicas capaces de realizar una aproximación real. «Cuando empezamos en el año 2002 dijeron que en siete años ya no habría nada que aislar, pero la realidad es que llevamos 15 años y todavía queda mucho trabajo», afirma Óscar Morera Climent, dueño de la empresa ‘Desmiantados Madrid’, que ha realizado más de 3.000 obras.
El desconocimiento y la falta de interés hacen imposible calcular el tiempo que será necesario para eliminar la totalidad de la uralita. Pero Morera Climent se atreve con un vaticinio: «Al menos faltan 12 o 13 años de desmiantado». Lo que sí reconoce el empresario es el aumento de trabajo cuando se producen temporales de viento o lluvia porque el material se erosiona y es cuando se convierte en nocivo para la salud del ser humano.
El amianto, un problema de dinero
De todos modos, la duración dependerá de la voluntad que la administración muestre en eliminar la uralita. En este sentido, todos los actores implicados señalan a la ausencia de inversión como el principal motivo para no acometer los trabajos necesarios para suprimir la uralita. «Falta financiación para realizar las obras pertinentes y sanear edificios públicos y tuberías», afirma Morera Climent. «Favorecería mucho que las administraciones subvencionar la retirada del amianto porque la realidad es que son labores muy costosas», explica Ripolles.
Empresarios irresponsables
Precisamente el elevado coste que implica retirar el material ha significado que muchos empresarios hayan puesto en peligro la salud de sus trabajadores. Esto ocurre sobre todo en fontaneros u obreros que han realizado labores de retirada de amianto sin tomar ninguna precaución por orden de sus superiores. «Esto ocurre sobre todo en pequeñas empresas, no tanto en medianas o grandes empresas», explica Morera Climentel. Aunque el dinero no es el único escollo. La paralización de la obra es otro de los motivos por los que se omite la existencia de este material. El informar del hallazgo supone suspender por un tiempo la obra y elevar los costes de la misma.
Desde ASFAMI no sólo creen importante elaborar un censo de la cantidad de amianto que hay en la actualidad, sino también del número de empresas que han trabajado con el material. Esta cuestión es de vital importancia para los empleados de estas compañías, que en multitud ocasiones ignoran el riesgo al que han estado expuestos. «La idea es realizar una lista de compañías que hayan trabajado directamente o indirectamente con la uralita, para que los trabajadores estén informados y puedan actuar en consecuencia», afirma Ripolles.
En este sentido, los empleados de riesgo son aquellos que han ocupado puestos en la industria del vehículo por su trato directo con los frenos o los funcionarios municipales dedicados a la reparación y cambio de la red de abastecimiento de agua pública. Es importante recabar el mayor número de datos para después poder realizar una demanda contra la empresa, según ASFAMI. El problema es que muchas empresas a las que se pretende denunciar han desaparecido.
El amianto es un material con el que se trabajaba en la década de los años 70 y multitud de compañías no han resistido el paso del tiempo. «Es costoso poder demostrar que el amianto ha motivado una enfermedad a una persona, pero lo cierto es que las indemnizaciones son cuantiosas», explica Ripolles.
El amianto es un es uno de los componentes del fibrocemento, un material de construcción que en España fue comercializado por la empresa ‘Uralita’. El material sólo es tóxico si se encuentra flotando en el aire. Es decir, pulverizado. La continua exposición a él puede crear graves problemas de salud a largo plazo. Entre las enfermedades más comunes que se relacionan con el amianto destaca el cáncer de pulmón.
Consecuencias del amianto
El amianto pulverizado puede ocasionar graves daños pulmonares (asbestosis). Pasado un tiempo crea unas afecciones fibrosantes de la pleura y pericardio que provocan restricción respiratoria o cardiaca, desarrollándose una lista de enfermedades relacionadas con esta sustancia carcinogénica. De hecho, el Real Decreto 1299/2006 del 10 de noviembre, aprueba el cuadro de enfermedades profesionales en el sistema de la Seguridad Social y establece criterios para su notificación y registro y amplía la consideración de Enfermedad Profesional derivada de exposición al amianto.
En España, la mortalidad relacionada con la exposición al amianto ha aumentado en los últimos 10 años, pasando de 419 defunciones en 1992, a 795 en 2002 (259 por cáncer de peritoneo, 210 por cáncer de pleura, 196 por cáncer de pulmón y 130 por otras causas), según datos del Centro Nacional de Epidemiología. Además, se estima que del 2010 al 2040 el amianto será responsable de 45.000 a 55.000 muertes en España, según un estudio realizado por la Secretaría de Salud Laboral de Comisiones Obreras.
El cáncer del pulmón, la mayor amenaza
Una de las enfermedades más comunes derivadas por la exposición al amianto es el cáncer de pulmón. Al contrario de lo que ocurre con la asbestosis, que está correlacionada con la magnitud y duración de la exposición al amianto, el cáncer de pulmón puede aparecer aún con baja exposición al amianto, según un informe realizado por el Ministerio de Salud en 2013.