El precio de los carburantes ha proseguido esta semana con la tendencia alcista iniciada a principios de noviembre, encadenando su octava subida consecutiva y situándose ya en niveles de marzo, cuando empezó a caer en pleno confinamiento por la crisis sanitaria del Covid-19.
En concreto, el precio medio del litro de gasolina ha subido un 1,33% esta semana respecto al dato anterior, sumando así esa octava alza consecutiva, para situarse en los 1,215 euros, según datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea recogidos por Europa Press.
Por su parte, el precio del gasóleo se ha encarecido un 1,29%, también en su octava subida consecutiva, para elevarse hasta los 1,099 euros el litro.
Desde la segunda semana de noviembre, el precio del gasóleo acumula una subida del 8,4%, mientras que en el caso de la gasolina es casi un 6,4% más caro.
Este encarecimiento sigue la estela de la recuperación en los precios del petróleo, disparado desde hace unas semanas por el acuerdo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y Rusia (OPEP+) para un recorte en la producción de crudo.
Así, el barril de crudo Brent, de referencia en Europa, cotizaba este jueves por encima de los 55,5 dólares, mientras que el Texas americano se intercambiaba a casi 52,8 dólares.
De esta manera, los carburantes consolidan las subidas que ya empezaron a registrar a lo largo del periodo estival, con incrementos desde el pasado mes de mayo, cuando descendieron a mínimos por el desplome registrado durante el confinamiento por el coronavirus.
HASTA UN 13% MÁS CARO
Con esta nueva subida, el litro de gasolina se mantiene en torno a un 13,3% más caro frente a esos mínimos de mayo, mientras que en el caso del gasóleo su precio es un 12,1% superior.
No obstante, la gasolina sigue estando más barata en España respecto a la media de la Unión Europea (UE) y la zona euro, donde el litro cuesta 1,341 euros y 1,394 euros, respectivamente, al mismo tiempo que el litro de gasóleo cuesta de media 1,210 euros en la UE y 1,236 euros en la eurozona.
El menor nivel de precios finales con respecto a los países del entorno se debe a que España, pese a las subidas del IVA, a los mayores impuestos y a los gravámenes al biodiésel, sigue contando con una menor presión fiscal, en general, que la media comunitaria.