La agónica situación financiera de Europcar es el primer gran aviso respecto al esquema utilizado de préstamos con avales públicos. La empresa francesa de alquiler de vehículos se acogió el pasado mes de diciembre al Capítulo 15 de la protección por bancarrota en Estados Unidos, tras no poder repagar los intereses de sus bonos. Unas dudas de pago que no se resolverán pronto. Ahora, la firma está renegociando toda su deuda, incluida la que mantiene a través de su filial española. Unos acreedores entre los que no solo está incluida la gran banca del país, especialmente a BBVA, sino también el propio Estado a través de avales públicos.
Desde el principio, las autoridades y los expertos advirtieron de que uno de los peligros, en relación al esquema de avales públicos, era ésta misma. El de otorgarse a compañías que más tarde no pudieran repagarlos. Europcar ha sido una de las primeras, entre las grandes, que materializa este miedo. Así, pese a los problemas evidentes que mostraba el sector, con otras firmas como Hertz cerca de la quiebra, la firma gala logró un crédito ICO por valor de 46 millones de euros.
Así, la filial española de la firma, Europcar IB, señala en sus propias cuentas que la sociedad había conseguido «líneas de financiación con garantía pública (…) por valor de 46 millones de euros». Una cifra que, además, debería empezar a repagarse el próximo mes de abril de este mismo año, y que se extendería hasta 2024, dado que el préstamo otorgado tenía una carencia de 12 meses. Ahora, no solo está en el aire el reembolso inicial, sino que también que se pueda acometer en su totalidad en los próximos periodos.
BBVA, EL MÁXIMO ACREEDOR BANCARIO ESPAÑOL DE EUROPCAR
Tras la aprobación de dicha línea de crédito, el Estado se convirtió en el máximo acreedor de Europcar en España. El segundo en dicha lista es BBVA. Así, la entidad que preside Carlos Torres tiene comprometidos con la firma gala créditos por un valor cercano a los 34,5 millones a un tipo de interés del 1,7%. Una cifra que, además, debía abonarse entre 2020 y 2021, con la devolución de 30 y 4,5 millones respectivamente.
Por su parte, la nueva entidad nacida de la fusión de Caixabank y Bankia es el segundo máximo acreedor bancario de la empresa francesa. Así, la suma resultante de las líneas de préstamos de ambas entidades asciende a 13,8 millones, repartidos en 4,3 y 9,5 millones respectivamente. El tercero en discordia es Bankinter con 8,45 millones en préstamos, mientras que Banco Santander es el menos expuesto respecto a sus pares con apenas 5,4 millones. En total, el pasivo del grupo ascendía a 31 de diciembre a 85,9 millones y correspondía en su mayoría a la «compra de vehículos».
De hecho, entre los acreedores de la filial española aparece Toyota. En concreto, Europcar IB adeuda al fabricante japonés, a través de su financiera, más de 18,8 millones de euros. El resto de los pasivos que refleja la sociedad en sus cuentas, que suponen algo más de 10 millones, corresponden al gasto comprometidos por los arrendamientos de sus locales. Pese a todo la compañía señala «en ningún caso se contempla que la compañía deje de hacer frente al reembolso de los créditos bancarios que ha obtenido».
LOS PROBLEMAS DEL SECTOR NO TIENEN FÁCIL SOLUCIÓN
El problema de fondo en todo esto no es que la empresa pueda o no repagar ahora todas esas deudas, sino cuándo podrá ser capaz de ponerse al día. Incluso, sí podría ser capaz de repagar su enorme pasivo en algún momento. Así, Europcar IB señala que además del crédito con el ICO, que debería haber devuelto en 2024, recibió «financiación adicional por un importe global de 321 millones de euros». En principio, dicho montante debía servir para «paliar los efectos de la crisis sanitaria y fortalecer su posición de liquidez». Pero la realidad ha sido otra.
De hecho, Europcar tuvo que acogerse el pasado 17 de diciembre a las leyes de bancarrota en EEUU (a través del Capítulo 15), lo que indica que dicha suma no fue suficiente. Al igual, que tampoco lo ha sido el plan de ajuste que se lanzó allá por marzo. En dicha hoja de ruta se recogía una fuerte reestructuración de costes «con el objetivo de reducir tanto los costes fijos como los variables». Entre las medidas se recogían la reducción de la flota media, la renegociación en muchos de sus contratos de arrendamiento, en especial en aeropuertos y estaciones de tren, y la suspensión de los trabajos temporales y la aplicación de los llamados ERTEs.
A día de hoy dicho plan sigue vigente, pero el grupo no ha sido capaz de resistir la pandemia. Aunque será todavía peor, al menos lo que se espera en los próximos meses. El anuncio de quiebra se produjo debido al fuerte incremento de las medidas que restringían la movilidad en medio mundo durante noviembre. Pero esas restricciones se han incrementado notablemente en muchos países, mientras que el resto espera implementar próximamente.
El mejor ejemplo es España, sumida en la tercera ola y con el fantasma de un confinamiento general muy presente. En definitiva, Europcar ha empezado a enseñar la patita, como en el cuento, de lo que puede venir próximamente.