sábado, 23 noviembre 2024

El potencial impacto de los bonos ‘high yield’ en los mercados

Ante el nuevo contexto económico que estamos viviendo en los principales mercados mundiales, las altas probabilidades actuales de un nuevo panorama de endurecimiento de las políticas monetarias de los principales bancos centrales nos llevan al punto de diseñar nuevas estrategias.

Los tipos de interés cercanos al 0% o incluso negativos que han estado vigentes en buena parte de los países desarrollados como Estados Unidos, Unión Europea y Japón, están condicionando no sólo los mercados de renta variable sino también las emisiones de deuda, con una rentabilidad muy limitada e incluso en ocasiones con rentabilidades negativas. Además de mantener los tipos en el 0%, las autoridades monetarias no han dudado en aplicar otras políticas monetarias, como los programas de compra de deuda que han empujado los tipos más a la baja.

En este entorno el bono high yield es un bono que genera un rendimiento o retorno más elevado que el resto de productos de la renta fija. Considerándose incluso como un vehículo de inversión a medio camino entre la emisión de deuda de calidad como activo refugio y la volatilidad de las acciones empresariales.

Estos bonos, también denominados como “bonos basura”, suelen ser un buen barómetro de la apetencia por el riesgo de los inversores a nivel mundial. En entornos positivos este tipo de bonos lo hacen bien, ya que los inversores están dispuestos a asumir mayores riesgos para conseguir una alta rentabilidad, si pensamos que en el futuro habrá buenas noticias financieras podríamos invertir perfectamente en ellos, de hecho en el último lustro han llegado a superar el 5% en términos de rentabilidad.

Además de ser una gran herramienta de diversificación para nuestras carteras. Pero en entornos negativos, cuando la percepción de riesgo sube, este tipo de bonos no resulta tan atractivo y los inversores los venden. Además de tener un mayor riesgo de crédito, es decir, tener en cuenta la posibilidad de que el emisor no pueda reembolsar la deuda emitida. Aunque el porcentaje de empresas que acaban haciendo default es bajo, muchas veces estos impagos se concentran en compañías pertenecientes a un mismo sector, de ahí la importancia de no aglutinar deuda de empresas similares.

Contando en la actualidad con una perspectiva moderadamente más negativa que años atrás, debido a peores datos macroeconómicos, unos beneficios empresariales que han caído por debajo de las expectativas, un ambiente político enrarecido donde el populismo asciende en gran número de países y con una política monetaria por parte de los bancos centrales más agresiva, sobre todo por parte de la Reserva Federal, la situación del medio plazo podría ser más optimista para el inversor tradicional de productos de renta fija que de cualquier otro ámbito, incluso para las bolsas emergentes que tan buen recorrido han tenido en los últimos años.

De hecho en los últimos años hemos visto una fuerte correlación entre el comportamiento del índice “high yield” (HYH) y el comportamiento de las bolsas emergentes, sobre todo desde la gran crisis sufrida en 2007. Ambas gráficas sufren un desplome de manera dramática a mediados de 2008, y la siguiente recuperación alcista de 2009 y 2010, para seguir después con movimientos de subidas y bajadas, marcando suelo en 2016 y desde entonces rebotando hasta ahora, un camino prácticamente idéntico que tiene ahora sus primeras divergencias.

Manuel Pinto, analista de XTB


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