La cifra es, a la vez, alentadora y descorazonadora. En España, el número de mujeres directivas se sitúa en el 27%. Si lo comparamos con otros países, estamos a la par con Austria o Turquía, y por delante de Finlandia, Alemania, Reino Unido o Estados Unidos. Sin embargo, ese porcentaje permanece invariable desde hace dos años. “Nuestro país no puede considerarse como un rezagado pero el clima de estancamiento y de lenta evolución es claramente preocupante y obliga a replantear los pasos y soluciones puestos en funcionamiento en los últimos años”, asegura Isabel Perea, socia de Auditoría de Grant Thornton. Por comunidades autónomas, Madrid es quien está mejor posicionada (33%), seguida por la Comunidad Valenciana y Cataluña (26%), Andalucía (24%), y País Vasco (21%).
Algo similar sucede con las enseñas en bolsa. El número de mujeres ha crecido un 17% durante 2017, según el estudio ‘Las mujeres en los consejos de las empresas cotizadas’ elaborado por Atrevia e IESE. Hablamos de 258 consejeras (un 19,15% del total). Un dato esperanzador pero muy distante del 30% estimado por la Comisión Nacional de Mercado de Valores (CNMV) como aceptable.
Otro de los hechos más relevantes del informe ‘Women in Business 2018: ¿cumplir o liderar?’ de Grant Thornton es que más de la mitad de los empresarios nacionales rechazan las auditorías de brecha salarial. Esta medida, anunciada recientemente por el Gobierno, y cuyo fin no es otro que intentar igualar el salario de hombres y mujeres en las empresas, no cuenta con el respaldo suficiente entre quienes llevan las riendas de las empresas. ¿Por qué? Porque podría influir de manera negativa en sus políticas retributivas y de contratación.
¿Y qué piensa la otra mitad? Que podrían ser efectivas, eso sí, siempre y cuando hubiera un consenso generalizado entre Gobierno, patronal y sindicatos. “La medida es un primer paso, una solución ante el clima de inacción en la promoción de la diversas de género”, especifica Isabel Perea.
La apuesta decidida de Madrid
“A pesar de que en España casi un 80% de empresas ya tiene al menos una mujer en puestos de dirección, la proporción de mujeres en este tipo de cargos está declinando levemente”, señala Mar García Ramos, socia de Automoción y Movilidad de Grant Thornton. Incluso hay compañías que todavía no tienen a una mujer a los mandos. En este aspecto, Andalucía está a la cabeza (con un 42%), seguida de País Vasco (32%), Cataluña (20%), y Comunidad Valenciana (15%). La Comunidad de Madrid es quien presenta mejores guarismos, con sólo un 11%.
Para corroborar este apunte, y retomando el análisis de Atrevia e IESE, son quince las compañías del selectivo español que todavía no han incorporado a ninguna mujer entre sus altos cargos. Por si fuera poco, 47 únicamente tienen una. Dicho de otra manera, casi el 50% de las firmas del mercado continuo, en sus órganos decisorios, poseen menos de dos mujeres.
También es significativo que siete de cada diez empresarios digan que no existen barreras para implantar medidas de equilibrio de género en sus plantillas. “Hay falta de sensibilidad por parte de los líderes empresariales”, se lamenta Isabel Perea. ¿Cuáles serían esas barreras que los empresarios no quieren ver? Una tiene que ver con el dinero (el coste de implementarlas), otra con los estereotipos sobre los roles de género, y una tercera con las dudas que se les vienen a la cabeza sobre si serían efectivas o no. “Los altos directivos no se han enfrentado a las dificultades reales que experimenta una mujer en el desarrollo de su carrera directiva. Su ascenso en la jerarquía de las empresas no es del todo claro a veces y hay numerosas barreras invisibles”, argumenta Isabel Pérez.
¿Qué soluciones cabe poner sobre la mesa? Casi dos terceras partes de los empresarios abogan por una mayor implicación del Gobierno, con nuevas leyes de promoción de la mujer en la dirección. Como dato curioso, el porcentaje que piensa igual en la UE es sólo del 40%. Un porcentaje similar cree que es necesario estrechar lazos entre empresas y Gobierno, y uno de cada tres está convencido de que es un problema que hay que solucionar de puertas adentro, dejando a un lado a la Administración.