Los resultados de Repsol publicados este miércoles 28 de febrero tienen varias lecturas. Por un lado, la buena evolución del negocio gracias al incremento del precio del petróleo en 2017. Por otro, la clarividencia con la que reflejan el trabajo de la firma en los últimos años para dejar de lado el petróleo y salir al mercado en este 2018.
En los últimos años, Repsol ha emprendido un viraje de su estrategia en la que el petróleo ya no es el elemento estrella de la firma. La emblemática compañía española quiere diversificar su estructura y con ello dejar de depender en exceso del precio del mismo. Es un camino que prácticamente todas las compañías del sector están emprendiendo, incluso la mayor petrolera del mundo, la saudita Aramco.
La teoría financiera es bastante consistente sobre cuál es la mejor manera de preparar el balance de una firma para salir de compras en el mercado. Se necesita una estructura flexible y poco apalancada. Lo anterior implica no solo reducir todo lo posible los niveles de deuda, sino que también incrementar la parte más líquida de la firma a través de las distintas partidas –del activo corriente, en especial-.
En un par de años, Repsol ha logrado reducir su deuda prácticamente a la mitad
El trabajo del presidente Antonio Brufau y su mano derecha Josu Ion Imaz ha seguido al pie de la letra dichas indicaciones teóricas. En primer lugar, la firma se ha esforzado en los últimos años en reducir su deuda hasta el nivel más bajo posible. La deuda neta cayó un 23% en 2017, hasta situarse en los 6.267 millones de euros. Durante los últimos años, Repsol ha logrado reducir su deuda prácticamente a la mitad. Además, el volumen representa un 0,95% de su Ebitda, por lo que la firma está colocada en una situación perfecta para adentrarse en el mercado con el cartel de compra.
La reducción de la deuda neta, hasta situarla por debajo de su ebitda, es el primer paso pero no el único. El segundo objetivo, es adelgazar el balance. Solo en 2017, Repsol redujo su balance casi un 8%, desde los más de 64.000 millones de 2016, hasta los 59.857 millones de 2017. El balance está lejos de los valores de hace un lustro donde se movía entre los 67.000 y 70.000 millones. Todo lo anterior, se debe leer en el contexto de que el precio del petróleo creció un 27%.
La teoría financiera también resalta la importancia del efectivo para este tipo de operaciones. De hecho, una de las características de los gigantes tecnológicos es tener un gran volumen de efectivo, caja, para poder llevar a cabo inversiones o adquisiciones de manera rápida y eficaz. En el caso de Repsol, el efectivo que acumula en balance supera holgadamente los 4.000 millones –mantiene el mismo nivel que en 2016, pese a adelgazar el balance-. Además, las cifras de efectivo de 2016 y 2017, prácticamente multiplican por dos y por tres la caja que tenía la compañía años atrás.
La transformación anterior la completa la firma presidida por Brufau con otras dos acciones: por un lado, desinversiones en activos no estratégicos que dotan de mayor liquidez a la firma –movimiento de manual-. Por otro, reducir en lo posible el pasivo a corto plazo para obtener más margen para llevar a cabo el movimiento, o movimientos.
En cuanto al punto uno, es más que evidente que Repsol ha movido ficha en las desinversiones. En 2017, el proceso de desinversiones parecía algo parado y la firma se había limitado más a provisionar partidas y gastos para deshacerse de activos que directamente a venderlos. De hecho, la partida de desinversiones por las que en 2016 sumó más de 4.000 millones, en 2017 apenas llegó a los 1.000. El motivo era que se la venta de Gas Natural se dilató más en el tiempo de lo deseado, pero aun así llegó a buen puerto. Repsol ingresará 3.519 millones de euros con los que hacer un guiño a sus accionistas, seguir reduciendo deuda y fortalecer la caja para poder llevar a cabo la compra.
En cuanto al último punto, la compañía presidida por Brufau ha reducido partidas de su pasivo a corto plazo cómo ‘Pasivos financieros corrientes’ casi un 40%, o provisiones corrientes otro 40%. Mientras, que por su parte en el pasivo no corriente los ‘pasivos financieros no corrientes’ crecieron casi un 6,5%. En definitiva, Repsol redujo en 2017 su pasivo corriente tres veces más que lo que redujo su pasivo a largo plazo, un 18% frente a un 6,5% respectivamente.
¿Cómo será la operación de Repsol?
Al igual que las cuentas señalan que sin lugar a dudas, Repsol intentará realizar una gran operación en 2018, o principios de 2019 –para no pillarse los dedos-. También explican otras muchas variantes acerca de cómo será dicha operación. Con un excedente de caja superior a los 4.000 millones, con un ingreso próximo superior a los 3.500 y con una deuda neta equivalente al 0,95% sobre Ebitda, Repsol puede apostar por una operación contundente y ambiciosa.
En los medios especializados se rumorea de que Repsol podría estar buscando una inversión cercana a los 2.000 millones, pero se antoja pequeño a la luz de los datos. Las facilidades en el mercado, el efectivo y la baja deuda harían viable que Repsol llegase a desembolsar entre 5.000 y 10.000 millones de euros. Esa posibilidad amplía mucho el radio de acción de Repsol, más allá de las dos principales candidatas por la prensa que eran Renovalia y X-Elio.
Aunque el plan estratégico de Repsol hablaba de virar hacia lo verde, todavía no esta claro que la apuesta de la petrolera sea por las energías renovables. En prensa, han aparecido que la firma está interesada también en el sector sanitario, lo cual potenciaría su segmento químico y además es un sector al alza. Incluso se ha especulado con que podría adquirir el segmento de negocio de gas licuado de Gas Natural. Por el momento, el sentido de la inversión está muy en el aire.
Repsol y el petróleo es uno
Repsol y el precio del petróleo son casi uno. La compañía está expuesta a los vaivenes del precio. Por ello, para valorar las cuentas de la energética primero se debe acudir a la partida ‘Precio de Realización del Crudo’, su variación en 2017 fue de un incremento del 27,1%. Con ello, se explica la evolución del resto de partidas: el Ebitda creció un 28% y el resultado atribuido del grupo creció un 25%, hasta los 2.121 millones de euros.
En el pecado está la penitencia, y en Repsol la penitencia la lleva con el petróleo. La realidad es que cada vez la queda menos como referente económico. Sea por la apuesta por lo verde, por el tema eléctrico o porque la tecnología ‘limpia’ llegará un punto en que la supere al petróleo tiene sus días contados –aunque son muchos más de los que la mayoría le auguran-. Por ello, el viraje de Repsol porque todavía el petróleo da suficientes recursos para impulsarse sobre él hacía nuevas formas de negocio. El oro negro ya no será más el negocio en sí de Repsol, sino la vía de ingresos que habrá el nuevo negocio de Repsol.