A pocos días para finalizar el año, la Comisión Europea ha dado este lunes ‘luz verde’ a la fusión entre Grupo PSA y Fiat Chrysler Automobiles (FCA), aunque la operación está sujeta al cumplimiento de una serie de condiciones a las que se han comprometido ambos grupos automovilísticos para resolver las dudas que tenían las autoridades comunitarias sobre el posible impacto de la operación sobre la competencia en el mercado único.
No se trata de una operación sencilla, ya que Bruselas inició en junio una investigación en profundidad para examinar la transacción ante la sospecha de que podría conducir a una reducción de la competencia en el sector de furgonetas pequeñas en Bélgica, República Checa, Francia, Grecia, Italia, Lituania, Polonia, Portugal y Eslovaquia.
«Podemos aprobar la fusión de Fiat Chrysler y Peugeot SA porque sus compromisos facilitarán la entrada y expansión en el mercado de furgonetas comerciales pequeñas. En aquellos mercados en los que los dos fabricantes están activos la competencia seguirá siendo dinámica después de la fusión», ha garantizado en un comunicado la vicepresidenta del Ejecutivo comunitario responsable de Competencia, Margrethe Vestager.
Para conseguir el visto bueno de Bruselas, PSA se ha comprometido a prolongar el acuerdo de cooperación que tiene actualmente con Toyota con respecto al sector de los vehículos comerciales ligeros, en virtud del cual produce unidades bajo la marca Toyota para su venta principalmente en la Unión Europea.
Por otro lado, PSA y FCA facilitarán el acceso de firmas competidoras a su red de talleres de reparaciones y mantenimiento para furgonetas ligeras. Por ejemplo, se levantará la prohibición de utilizar herramientas y equipos de PSA y FCA para reparar vehículos de compañías rivales.
El departamento que dirige la danesa Vestager ha determinado que la combinación de estos dos compromisos «permiten el mantenimiento de una competencia efectiva en el mercado y ataja totalmente las preocupaciones de la Comisión».