viernes, 29 noviembre 2024

La justicia acorrala a Robinhood: cómo el héroe ahora trabaja para los ricos

La justicia pisa los talones a la popular plataforma de inversión Robinhood. Así, este pasado miércoles los reguladores del mercado de valores de Massachusets presentaron una queja administrativa en la que culpan a la firma de actuar en contra del interés de sus clientes. Una demanda que «ha tardado en llegar», explican fuentes del sector a MERCA2, dado el oscuro funcionamiento de dicha compañía y otras similares bautizadas como ‘cero comisiones’.

El principal problema con Robinhood y otras tantas plataformas similares es que no está muy claro qué o quién es su producto. Al igual que tampoco se sabe identificar al cliente final. En principio, ese consumir parece ser cualquier usuario que abre una cuenta y opera con dicho sistema. Pero esa relación no es económica, dado que dichos inversores no pagan por los servicios que reciben. Hay una frase muy famosa en el entorno digital que siembra la duda sobre la relación anterior y, es que, cuando no pagas por el producto, entonces tú eres el producto.

«Un broker no se convierte en una ONG de la noche a la mañana», explica en tono irónico un alto ejecutivo del sector de la inversión. Lo anterior, que ya de por sí es inquietante da lugar a otras cuestiones todavía más perturbadora: si los usuarios son el producto y las fuentes de ingresos, ¿Quiénes son realmente los clientes? Y ¿Qué es lo que realmente compran? «Esas son las preguntas del millón», prosigue explicando.

«RobinHood con el concepto de ‘sin comisiones’ o ‘cero comisiones’ capta grandes volúmenes de clientes que después empaqueta y proporciona a los grandes players, esto son grandes gestoras y fondos, para que aprovechen esa información. Esa es la pastillita roja de Morfeo, la que te hace ver la realidad de todo lo anterior», concluye dicho directivo.

UN BROKER ‘CERO COMISIONES’ RECIBE 10 VECES MÁS DE DINERO

Entonces, entre ambas ha surgido una estrecha vinculación muy rentable. El origen de dicha relación empieza con que estos grandes actores necesitan ingentes volúmenes de información para operar en lo que se conoce como trading de alta frecuencia o HTF. Esa ingente cantidad de datos se «los ofrecen dichas plataformas», lo que les permite ganar así mucho más dinero que cobrando comisiones. De hecho, advierten desde el sector que «un broker ‘cero comisiones’ recibe aproximadamente 10 veces más por el flujo de órdenes de sus clientes que otros con el mismo volumen».

Pero, ¿Cómo utilizan esa información los grandes agentes? Esa es la pregunta que se hace en el sector, aunque hay una hipótesis que sería la de monetizar la estupidez humana. En su día, el físico sir Isaac Newton dijo una célebre frase que está grabada a fuego en la cabeza de muchos inversores que rezaba algo así: «Puedo calcular el movimiento de los cuerpos celestes, pero no la locura de la gente«. La afirmación la pronunció después de perder una parte de su fortuna durante la burbuja bursátil la Compañía de los Mares del Sur que arruinó a muchos británicos en 1720.

La fórmula para aprovechar esa estupidez humana se materializa a través de lo que se conoce como opciones de compra. Se trata de un derivado financiero que se utiliza en Bolsa con el que un inversor confiere la posibilidad (que no obligación) de adquirir un activo a un determinado precio y con una fecha concreta. En la actualidad, dichos productos se han convertido en los turbocompresores del mercado bursátil, son los responsables de que hayan batido récords históricos continuamente, gracias a su propiedad instrumento apalancado.

LAS FIRMAS COMO ROBINHOOD SON MUY ACELERADORES DE MERCADO

Lo anterior, no es más que decir que funciona como una especie de préstamo. Con ello, los inversores minoritarios que las compran, en plataformas como Robinhood, se pueden gastar 1.000 euros y obtener ganancias de 10.000 o 20.000 euros. El problema es que al igual que se ganan esas cantidades también se pueden perder. Por eso, son posiciones muy arriesgadas. La clave en la actualidad es que tiene mucho potencial para sacarle un gran rendimiento, al fin y al cabo, si el valor de la acción es más alto que el precio firmado en la opción, el tenedor gana dinero al comprarlo y si es más bajo no se ejecuta.

Pero la dinámica es todavía más perversa. En general, existen dos tipos de inversores que utilizan estas opciones de compra que son los institucionales o los minoritarios. Los segundos ejecutan su inversión de manera desnuda, esto es sin coberturas, lo que implica que los creadores de mercado (plataformas de inversión) necesiten comprar acciones de los subyacentes. En otras palabras, se produce una doble compra que crea un ciclo que no solo se retroalimenta, sino que se convierte en una espiral eufórica de alza en los precios.

Esa euforia alcanza todavía un pico más alto por dos motivos: por un lado, porque los derivados son instrumentos de muy corta duración. Por otro, es que a medida que el valor de las acciones aumenta y la fecha de vencimiento se acerca las opciones son cada vez más valiosas, lo que provoca que los creadores de mercado que vendieron dichas opciones se ven obligadas a recomprarlas para reforzar el tamaño de sus coberturas.

EL VALOR DE LA INFORMACIÓN EN UNA MODA CRECIENTE

En definitiva, la acción o acciones agraciadas con esta espiral explotan dejando grandes ganancias. Pero, ¿Quiénes son esos beneficiarios? La respuesta podría ser aquellos que hayan acertado que títulos eran los elegidos por la inmensa comunidad de minoristas. Aunque quizás sea más certera la de aquellos que sabían (gracias a que han comprado esa información) directamente los títulos elegidos por la comunidad de Robinhood u otra. En este punto estaría el otro extremo de la vinculación entre los ‘cero comisiones’ y los grandes agentes.

Ese efecto, además, se ha vuelto inmensamente grande. Así, según Goldman Sachs, el valor nominal total de las opciones negociadas en EEUU alcanzó un récord histórico a finales de agosto, con un promedio de 335.000 millones de dólares por día. Esa cantidad fue más del triple del promedio móvil entre 2017 y 2019. Y, por último, ese volumen en promedio superó por primera vez en la historia al diario promedio de las acciones en sí.


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