La actual pandemia, y la siguiente crisis económica, han acelerado los problemas de las mujeres en el mercado laboral. Así, la última Encuesta de Población Activa (EPA), relativa al tercer trimestre del año, no solo mostró que la tasa de paro femenina es mucho mayor que la de los hombres, sino también que esa diferencia está creciendo con fuerza. En concreto, a 30 de septiembre alcanzó los cuatro puntos porcentuales, lo que supone un 300% más que en los peores momentos de la crisis vivida hace una década.
Y todo ello, a pesar de que el volumen de personas que todavía están en ERTE, donde prevalece el número de mujeres, se los considera ocupados. En otras palabras, que la diferencia real entre el paro masculino y femenino podría superar los picos que marcó durante los momentos álgidos de la burbujas inmobiliaria española. En concreto, la brecha actual de cuatro puntos porcentuales, los datos actuales son de un 18,39% para ellas frente al 14,39 para ellos, están próximos a los 4,32 puntos de 2007 o los registrados en 2004, 2003 o 2002.
LAS MUJERES TIENEN MÁS PROBLEMAS QUE ANTES PARA ENCONTRAR EMPLEOS
Pero los datos son todavía más preocupantes por dos motivos. En primer lugar, la diferencia durante aquellos años venía explicada, principalmente, por el efecto del empleo en la construcción eminentemente masculino. De hecho, la tasa de paro para los hombres apenas rozaba el 6%. Aun así, salvo en 2006, cuando la brecha supera los cinco puntos holgadamente, los valores son similares, lo que indica importantes diferencias en el plano social. En segundo lugar, que se trata de unos valores anómalos dado el ciclo. Así, en épocas de crisis la cifra tiende a igualarse, mientras que en expansión económica aumenta.
Una de las razones de lo anterior es que un gran número de mujeres salían del mercado laboral para dedicarse a tareas del hogar, como puede ser criar de los hijos. Una práctica que obedece más a planteamientos sociales pasados y que en la actualidad ha perdido esa vigencia. De hecho, si acudimos a la evolución de dicho dato, en el tercer trimestre, se puede comprobar esa evolución: en 2007, hasta 4,56 millones de mujeres se dedicaban a las labores de casa (por 296.000 hombres). En plena crisis de 2012 y 2013, esa cifra cayó hasta los 3,6 millones. Entre junio y septiembre de 2020, esa cantidad era de 3,4 millones.
Lo anterior, significa que a las mujeres les está costando más acceder al mercado laboral. Al fin y al cabo, las explicaciones para dicha diferencia en la tasa de paro ya fueran por la burbuja en el sector de la construcción o bien por la salida de las mujeres, ahora ya no sirven. Con ello, se ha abierto un nuevo paradigma que no tiene una solución tan fácil como achacarlo directamente a la digitalización de muchos negocios o al turismo. Aunque lo que parece más probablemente es que podría ser un efecto conjunto de ambos.
DIGITALIZACIÓN Y EL BLOQUEO DEL TURISMO COMO MURALLAS
Empecemos por el primer sospechoso: la digitalización, cuyo efecto primero es indudable. De hecho, sus efectos ya empezaron a sentirse en 2019, cuando la diferencia en la tasa de empleo se disparó un 20%. Al fin y al cabo, el empleo femenino está mucho más ligado a sectores como ventas minoristas, cajeros o la parte de administración. Así, las mujeres ocuparon 7,5 de cada 10 contratos firmados en España durante 2019 bajo la denominación de ‘Vendedores en Tiendas y Almacenes’. En el caso de ‘Cajeros o Taquilleros’ el 70% de los contratos hechos tenían como protagonista a una mujer.
Por su contra, en aquellas ocupaciones que podrían crecer más gracias al comercio digital la presencia femenina es casi residual. Así, el volumen de contratos firmados por hombres en los siguientes empleos son excepcionalmente altos: diseñadores de bases de datos (70%), mozos de almacén (80%), ingeniería electrónica (85%), telecos (80%), ingeniería en general (70%). En el caso de transportes esa cifra puede rebasar el 90%, según los datos del SEPE.
Pero muchos de esos cambios todavía están enmascarados por los ERTEs. Por lo que ahora, el incremento se debe en su mayoría a la caída del turismo y el ocio, como pilares del sector servicios. De hecho, las mayores brechas entre el paro femenino y masculino se aprecian en aquellas CCAA más dependientes del sol y la playa: en Andalucía es de 8,53 puntos, en Canarias del 5,17, en Valencia alcanza los 10,47 puntos y en Murcia los 5,8 puntos. Además, todas ellas son más altas que los valores que presentaban en 2018 o 2019 e, incluso, como en el caso de la Comunidad Valencia es prácticamente el doble.