La pasada primavera ha sido la estación más extraña para la mayoría de nosotros y nosotras. El confinamiento causado por la crisis del Covid19 nos ha puesto delante un nuevo paradigma lleno de preguntas por resolver y situaciones por analizar. Una de ellas es: ¿qué ha pasado en la montaña durante esos meses en los que no había presencia humana? Y el proyecto documental El Retorno puede mostrárnoslo.
Atrevida Producciones (productora de documentales de historia y medio ambiente) y ÓrbitaECO (estudio creativo para marcas conscientes) pudieron visitar el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama en pleno confinamiento para recoger lo que estaba pasando. Un momento inigualable que ha suscitado un montón de preguntas sobre el modelo que hemos de establecer para que nuestra relación con los espacios naturales en todas sus vertientes sea realmente sostenible.
¿Qué se escucha cuando todo está en silencio?
Un tenue silbido del viento pasaba de un lado al otro del Puerto de Navacerrada. Era lo único que se escuchaba, y cuando de vez en cuando cesaba, el silencio era sobrecogedor. Casi terrorífico. Pedro Nicolás, geógrafo, montañero, profesor honorario de la Universidad Autónoma de Madrid y narrador principal de El Retorno, jamás había encontrado este lugar así: “he recorrido estas montañas desde hace muchos años, y estoy sorprendido… esta situación de ausencia total de humanos es algo inaudito, tendríamos que remontarnos muchos siglos para encontrar otro periodo tan largo sin gente, sin algún pastor por estas alturas”.
Parkings absolutamente vacíos, senderos sin que un alma hubiera pasado en dos meses, la fauna relajada y adentrándose en el espacio que había perdido, y un silencio general solo interrumpido por los verdaderos sonidos naturales; que estaban ahí, pero los habíamos ahogado con nuestro bullicio.
En todo esto tuvo mucho que ver la falta de aviones. Según datos de Aena, en las semanas del confinamiento, el aeropuerto de Madrid funcionó al 20 % de su actividad normal, lo que se tradujo en una reducción enorme de aparatos que usan el pasillo aéreo sobre la sierra. “Estábamos grabando los sonidos naturales y cuando pasaba uno de los pocos aviones que aún lo hacían, el rugido era atronador. Nos obligaba a parar y esperar de nuevo el silencio. Es sorprendente que antes de la pandemia lo hubiéramos asimilado y no nos percatáramos de ello” comentábamos con Pedro en la laguna de Peñalara, donde al anochecer un enloquecedor croar de los anfibios inundaba todo el circo, provocando la sensación de entrar en la discoteca particular de ranas, tritones y sapos que celebraban habernos perdido de vista.
La situación fue en cierto modo desconcertante. Y los biólogos se han sorprendido de lo rápido que la naturaleza es capaz de recuperar el espacio perdido. Además, este periodo coincidió con unas lluvias abundantes, dando lugar a una primavera pasada aún más esplendorosa. Fue como si la naturaleza se hubiera regalado a sí misma más exuberancia para celebrar su recuperación.
Tras el confinamiento, vuelven las masas
Tras tantas semanas de reflexión, con todo el movimiento pro-naturalista que se estaba empezando en redes y medios pensábamos que tal vez nuestro modo de relacionarnos con los espacios naturales cambiaría. Lo cual ha sido así. Pero no cómo esperábamos…
Ahora que hemos vuelto a salir, nos encontramos con que estamos sometiendo a los espacios naturales a una presión aún mayor que la anterior. El éxodo vacacional que llenaba las playas se ha trasladado a la montaña, saturando espacios protegidos muy sensibles. Dando lugar a imágenes nunca vistas: colas para hacerse un selfi en sitios normalmente solitarios, coches llenando arcenes, ocupaciones del 100% en hoteles y campings, basura, etc. En definitiva, un aumento de nuestra presencia en lugares muy vulnerables.
La vuelta parece que no está siendo la más apropiada. Y surgen numerosas voces reclamando una nueva situación más sostenible. La naturaleza lo necesita, pero también las economías locales a esos visitantes. Pero… ¿a qué precio? Este planteamiento, este conflicto entre usos de espacios naturales y la presión sobre ellos, es el objetivo del proyecto El Retorno, un documental, una plataforma, un análisis para hacernos pensar y encontrar un mejor equilibrio.
Era de esperar que tras el encierro hayamos salido en desbandada buscando espacios abiertos. Lo hemos pasado muy mal, y aún durará. Pero si algo ha servido nuestra ausencia es para darnos cuenta del impacto que provocamos cuando nos amontonamos y lo bien que le sienta a la naturaleza que no estemos. Aprendamos de ello.
Para saber más del proyecto: www.elretorno.es