La aparición de las redes sociales ha revolucionado nuestros hábitos de vida y también nuestros hábitos de compra. Ahora, redes sociales como Facebook, Instagram o Pinterest compiten contra el comercio tradicional y han dado lugar a nuevos canales de venta para las empresas como el comercio electrónico. Convirtiéndose a su vez en una amenaza para los comerciantes y vendedores de a pie.
El llamado comercio electrónico o ecommerce, unido a la aparición de gigantes de las compras como Amazon, han irrumpido en el mercado tradicional. Sin embargo, estas tendencias o hábitos de compra se encuentra todavía en sus inicios y todavía tienen un largo camino para penetrar en el mercado tecnológico del comercio minorista.
De este mismo modo, según analistas de Bloomberg, Instagram, Facebook o Pinterest tienen el potencial suficiente para acabar con el comercio tradicional y convertirse en enormes canales de venta. Una de las ventajas con las que cuentan las redes sociales, es que alcanzan directamente a los consumidores mediante estrategias y contenidos pensados específicamente para ellos. La personalización de los productos a los consumidores es una gran baza con la que penetrar directamente en la mente de los usuarios.
El contenido audiovisual acaba con el gigante de la radio
¿Será el comercio la próxima víctima de las nuevas tecnologías? Ya hemos visto como los nuevos formatos han ido acabando con el contenido lineal de la televisión y la inmediatez de la radio, pero aunque los contenidos audiovisuales se encuentren todavía en una etapa inicial de implementación; nadie duda del altísimo potencial que tienen y el impacto que suponen para los consumidores.
Según datos ofrecidos por eMarketer, las compras a través de los dispositivos móviles se esperan que alcancen al menos el 50% del mercado digital en Estados Unidos para 2021. Además, los últimos datos publicados por Shopify’s indican que el 64% de las ventas totales que se produjeron en el Black Friday, fueron a través de smartphones. De este modo, la principal estrategia y única solución para los comerciantes es adaptar todos sus diseños web a los dispositivos móviles.
Nasty gal, del éxito a la bancarrota
Un claro ejemplo de éxito, y de fracaso de comercio electrónico es el proyecto de la joven norteamericana, Sophia Amoruso, que llevó a cabo a principios de 2006. La joven descubrió la venta de ropa y accesorios de segunda mano a través de la plataforma Ebay. Sophia llegó a la conclusión de que si adquiría prendas por precios más bajos en mercadillos o tiendas de caridad y después las vendía a un precio mayor en Ebay, podía acabar ganando dinero.
Con un libro sobre cómo comenzar negocios en Ebay, conocimientos básicos de HTML, algunas ideas de Photoshop y la red social Myspace como plataforma para promocionar sus productos, sacó adelante su negocio online. Al poco tiempo, Sophia contaba con una página web que recibía miles de visitas y entre 2008 y 2011, su modesto negocio creció como la espuma. ¡Incluso llegó a firma un acuerdo con Netflix para crear su propia serie!
En 2013, Nasty Gal factura 100 millones de dólares, tiene más de 300 trabajadores, oficinas en Los Ángeles y hasta un centro logístico en Kentucky. Pero, entre 2014 y 2016, las ventas fueron cayendo. Amoruso apostó por tiendas físicas en ciudades como Los Ángeles y Santa Mónica, lo que incrementa los gastos de forma meteórica. Además de sumarse otros problemas como la baja calidad de sus prendas: la marca tenía mucho impacto como primera compra, pero después las clientas preferían no repetir. Factores que dejaron en bacarrota a Nasty Gal.
Un caso de éxito y fracaso de comercio electrónico que demuestra como las malas decisiones pueden acabar con un negocio rentable y prometedor en poco tiempo.