El mantra desde hace tiempo es que la industria del videojuego mueve más dinero que otras actividades culturales. Y lo cierto es que no falta razón. Pero tiene demasiados matices. Sobre todo por la desigualdad económica que hay dentro del sector, lo cual provoca que todas las acciones derivadas tengan una dinámica extraña, incluidas las ayudas públicas.
Este jueves, durante la presentación del ‘El Libro Blanco del desarrollo español de videojuegos 2017’ elaborado por la Asociación Española de Empresas Productoras y Desarrolladoras de Videojuegos y Software de Entretenimiento (DEV), ha surgido una noticia bastante importante para el sector. No obstante, y pese a los aplausos de la sala, puede que la novedad solo sea una gota de agua en medio del desierto.
El secretario de Estado de Agenda Digital, José María Lasalle, ha anunciado durante la presentación que se destinará 6,25 millones de ayudas públicas para el sector del videojuego español, actualmente compuesto por unas 450 empresas que facturan casi 700 millones de euros. Los requisitos: empresas con más de seis meses de antigüedad y una facturación no superior a los 2 millones de euros.
Justo después de eso, y con las polémicas que ha habido recientemente con el propio ministro de Agenda Digital Álvaro Nadal, que sugirió que no habría ayudas, aunque después rectificó, la sala se llenó de aplausos. Bien es cierto que cualquier dinero es bienvenido, sobre todo para los pequeños estudios que tienen más dificultades económicas, pero la letra pequeña especifica que la máxima cuantía para cada programa de ayudas será de 125.000 euros.
Por este motivo, y salvo que los nuevos desarrolladores de videojuegos sean mileuristas (o menos), con esa cuantía se pueden pagar poco más de tres sueldos a lo largo de un año. Es decir, ganando unos 36.000 euros (algo acorde a la formación), más los cargos sociales que debe pagar la empresa, el dinero se esfuma de manera rápida. Por lo tanto, la alegría debe ser contenida, porque los datos de la industria son bastante mejorables en diversos aspectos.
¿Datos para preocuparse?
Las sensaciones transmitidas en la presentación por el presidente de DEV, Luis Quintans, son buenas. El sector sabe que va madurando poco a poco; y, pese a todo lo que queda por andar, por ejemplo en materia de igualdad y paridad, muchos estigmas sociales que ha recibido tradicionalmente el videojuego ya se van eliminando.
Pese a todo, hay cifras de ‘El Libro Blanco’ que deben, cuanto menos, inquietar. Como base de todo, hay que destacar que el 80% de las empresas y estudios activos a día de hoy no existía hace 10 años. Este crecimiento se ha visto acelerado en los últimos 5 años, en los cuales se ha creado el 52% de las empresas actuales. Aunque tiene un reverso negativo.
La consecuencia es un tejido empresarial polarizado y compuesto principalmente por una amplia base de microempresas, pocas pequeñas empresas y muy escasas de tamaño mediano o grande. El 47% de los estudios españoles emplea a menos de 5 empleados. Y, precisamente, el tipo de ayuda que ofrece el Gobierno lo que hace es perpetuar el desarrollo de este tipo de empresas.
Aunque la parte que retrata el sector es que las microempresas (facturación menor de 2 millones de euros) representan el 87% de la masa empresarial, pero solamente suman entre todas el 9% de la facturación del sector. Y, lo que es más sensible, es que el 17% de las empresas españolas no ha empezado a facturar al encontrarse sus respectivos proyectos todavía en fases de desarrollo.
Como mazazo definitivo del informe, se destaca que el 56% de la facturación del sector está en manos del 2% de las empresas que factura más de 50 millones de euros, y la mayoría de ellas son empresas de matriz no española.
¿Sector prioritario?
Durante la presentación, el secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, ha calificado la industria del videojuego como un sector “prioritario y estratégico”. Sin duda, lo es. Lo que cabe plantearse es si esas ayudas son suficientes o están bien destinadas. O, lo que es peor, si se trata de un mero parche político.
Entre algunos lamentos del sector durante la presentación está el hecho de lo difícil que es montar una empresa, así como su engorrosa gestión. Por ello, no deja de ser curioso lo anecdótico de la ayuda, 125.000 euros, cuando eso deja poco margen con los gastos sociales y fiscales que puede tener una empresa, aunque tenga cinco trabajadores.
De ahí que el talento se marche a estudios más grandes donde, como se lee en el Libro, supone externalizar en cierto modo dicho trabajo, puesto que el capital y los dueños no son españoles.