Esta semana se dará un nuevo paso en la posible fusión entre NH Hoteles y Grupo Barceló. Así, el miércoles se reúne el consejo de administración de NH y se abordará la situación. No hay pistas sobre si, finalmente, dará el “sí quiero” a una unión con el grupo balear. Lo que sí parece claro es que uno de los protagonistas que mirará la operación con especial interés será Airbnb.
La plataforma de alquiler vacacional juega su papel de rival schrödingeriano. Es decir, se trata de un competidor, pero a su vez no compite en el mismo tablero de juego con el sector hotelero. Es y no lo es. Para ello, la mejor definición la dio el CEO de NH hace unas semanas: “Airbnb no es un rival, pero sí un problema”.
En caso de producirse el matrimonio, se configuraría el grupo hotelero más grande de España. Pero eso, curiosamente, no impide que haya miedo a la hora de plantear las estrategias comerciales. Se percibe en las declaraciones públicas que hacen los principales directivos, o las demandas que tienen ante las administraciones públicas.
Por ejemplo, la frase lapidaria sobre la rivalidad de Airbnb (o no) la pronunció el consejero delegado de NH, Ramón Aragonés, el pasado mes de noviembre. El responsable de la hotelera estimaba que la plataforma de alquiler está generando, sobre todo, un problema de masificación. Aunque tras las palabras, también se evidencia cierta falta de recursos e innovación para pelear con algunas acciones llevadas a cabo por Airbnb en el último año.
Airbnb y las experiencias
Mezclando ciertos conceptos, según el ejecutivo, los viajeros hoy no compran habitaciones de hotel, sino «experiencias», por lo que sirve de poco ofrecer «hoteles fantásticos muy bien localizados si cuando el cliente sale a la calle se encuentra las ciudades masificadas y los centros históricos de las ciudades que no se puede transitar».
Y justo las experiencias son las que han dado un nuevo impulso a Airbnb. Y, más concretamente, las experiencias son las que no rentabilizan los hoteles como negocio, que siguen siendo sitios donde pasar unas noches, y ya está. En este sentido, han intentado hacer acciones que van más allá del hotel, relacionadas con la cultura o la música, pero siempre delimitado a campañas concretas, como la ‘Madrid Hotel Week’.
En esta encrucijada, son los propios hoteles quienes delimitan su cliente. En este caso, NH, que siempre ha llevado una línea más urbana sería el complemento perfecto de Barceló que ha tenido su principal nicho de negocio en los complejos de costa y descanso. Aunque el problema es que Airbnb les puede quitar clientes en todos los segmentos.
¿Y si también alquilamos?
El éxito de Airbnb ha consistido en transmitir a la gente que el turismo debía ser democrático y para todos los bolsillos. Esto ha hecho daño a las cadenas hoteleras. Pese a contar con mejor seguridad y calidad, el precio ha desequilibrado la balanza. ¿Y si la gente solo quiere viajar y hospedarse en un sitio decente? Sin más.
A esa pregunta han respondido los grandes agentes turísticos con otra: ¿Y si nos metemos nosotros en el negocio del alquiler? De este modo, y tras un convulso verano donde Airbnb tuvo bastante protagonismo, diferentes compañías del sector turístico, entre ellas Viajes Barceló -rama de agencia de viajes del grupo- reclamaron la existencia de un marco legal para poder vender los mismos servicios que Airbnb; es decir, alquilar habitaciones.
Como se puede comprobar, da lo mismo el gigante turístico que formen entre NH Hoteles y Grupo Barceló, el miedo soterrado a Airbnb -y que sigue creciendo- marca la agenda. Bien es cierto que los problemas regulatorios y legales siguen en el aire, lo cual tienen de cara las hoteleras. Pero el impacto social de la plataforma de alquiler cada vez es mayor. Por lo tanto, habrá que ver si de la compañía resultante surgen las ideas necesarias para innovar en el ámbito turístico.