Los números abruman: más de 152.000 empleados; presencia en 93 mercados con más de 7.000 tiendas de Zara, Zara Home, Massimo Dutti, Pull & Bear, Bershka, Oysho, Uterque y Stradivarius; ventas superiores a los 23.300 millones de euros; beneficio neto de 3.157 millones; y una capitalización superior a los 100.000 millones de dólares. Con todos ustedes, Inditex, el imperio nacido por obra y gracia de Amancio Ortega, que abrió su primera tienda de Zara allá por 1975, y que a día de hoy le ha reportado una fortuna particular de 71.400 millones de euros.
Sin embargo, Amancio Ortega no deja de ser una especie de gota en medio del océano. Es una de las conclusiones que se puede sacar del informe de la OCDE titulado “The Missing Entrepreneurs 2017”. Los datos son demoledores: la tasa media en la OCDE de emprendedores incipientes o nacientes es del 7,4% entre los hombres y del 4,9% entre las mujeres. ¿Y España? Ocupa la penúltima posición, con un porcentaje del 3% y del 2,1%, respectivamente. Únicamente Bulgaria tiene peores números.
Amancio Ortega creía en su proyecto
Con la llegada de la crisis, a partir de 2008, España vio como aquellas personas que perdían su trabajo apostaban por emprender. Amancio Ortega, cuando lanzó Confecciones Goa (antecedente de Zara), lo hizo porque creía en el proyecto. No había una necesidad detrás. Luego vino la innovación y la internacionalización.
Fue una oportunidad que Amancio Ortega vislumbró en su momento. En los emprendedores de hoy, la aspiración por hacer crecer sus negocios, continúa siendo modesta. “Pero en la medida que vayan surgiendo nuevas oportunidades, se reduzca la incertidumbre en la economía, se aumente la capacidad para el lanzamiento de productos y servicios novedosos, y mejora la intención para competir en mercados internacionales, los nuevos negocios irán creciendo y generando empleo”, se apunta en el último informe GEM.
¿Cuál es el diagnóstico? Estable. Aunque ha bajado el número de empresas creadas, el número de emprendedores se puede decir que ni sube ni baja. “Parece difícil que en el corto y medio plazo España vuelva a experimentar los niveles de actividad emprendedora que disfrutaba hasta 2008”, apuntan desde GEM.
Por eso, es necesario un mayor estímulo tanto por parte de las administraciones públicas como de los entes privados que apoyan la actividad emprendedora. Y que la puesta en marcha sea más fruto de una oportunidad, como hizo Ortega con Zara, que de una necesidad.
La escuela debe ser el germen de nuevos Zara
Un hombre de 36 años, con formación universitaria (ahí destacan los ingenieros), y de la rama de ciencias sociales. Este es el perfil del emprendedor español, que suele tener una amplia trayectoria profesional antes de dar el paso, según Spain Startup-South Summit.
Financiación, dar visibilidad al proyecto, conseguir los socios estratégicos adecuados así como los clientes son las ‘piedras’ que se suelen encontrar con más asiduidad en su camino. Por no hablar de los impuestos.
Parece difícil que en el corto y medio plazo España vuelva a experimentar los niveles de actividad emprendedora que disfrutaba hasta 2008
¿Qué hay que hacer entonces para hacer de España un país más emprendedor, donde predominen más Amancio Ortega y más Zara? Cambiar la mentalidad. Y eso sólo se consigue desde los cimientos, desde la base… desde las aulas.
La razón es bien sencilla: cuando están en quinto de primaria (diez, once años) tienen la suficiente madurez para asimilar conceptos y son muy receptivos. Aunque el número de estudiantes que reciben algún tipo de formación en materia emprendedora crece cada año, su número sigue siendo insuficiente (unos 300.000 frente al total de estudiantes existentes, unos ocho millones).
En ocasiones este tipo de formación la ofrecen fundaciones (Créate, Junior Achievment, Escola Emprenedors…), mientras que en otras son las comunidades autónomas (el portal Vitamina-E de Castilla y León, por ejemplo). ¿Cómo funcionan? Básicamente tratan de que sea una experiencia para los niños, de trabajar actitudes, valores y habilidades. No que aprendan a ganar dinero, sino que aprendan haciendo, que innoven, que trabajen en equipo. En resumen, que con esfuerzo, trabajo, tenacidad, entusiasmo y pasión pueden conseguir aquello que se propongan en la vida.
De paso, también se les enseña a que equivocarse es parte del aprendizaje. Porque este es uno de los grandes problemas que hacen que España no consiga cuotas de emprendimiento similares a las de Estados Unidos o Israel. Si en España se fracasa, ese estigma acaba acompañando al emprendedor durante toda su vida.
Si desde los cimientos se enseña a tener espíritu emprendedor con lo que ello conlleva (perseverancia, valentía, curiosidad, sacrificio, innovación, creatividad…) es más que probable que en el futuro veamos más Amancio Ortega y más Zara.