El precio al alza de la vivienda en alquiler está empujando a muchas personas a decantarse por compartir piso, ante la imposibilidad de hacer frente con un solo sueldo a la renta media, que se sitúa en unos 600 euros.
Además, con el comienzo del curso universitario, el mercado inmobiliario vive siempre en estas fechas su temporada alta del alquiler de habitaciones en pisos compartidos. Este año, como resultado de la pandemia del covid-19, esta cita periódica llega con la incertidumbre de qué sucederá con la movilidad territorial de los estudiantes y el creciente protagonismo de la enseñanza virtual.
Según el informe “Perfil de las personas que comparten vivienda”, elaborado por el portal inmobiliario Fotocasa entre las personas que han alquilado o han buscado una habitación en piso compartidos en el último año, se desprende que ha cambiado la tendencia en cuanto a las edades de quienes se decantan por esta opción.
“Desde Fotocasa hemos visto que en los últimos años el perfil del español que comparte piso ha ido evolucionando, y ha pasado de ser un mercado más propio de estudiantes a personas en activo que optan por este mercado ante la imposibilidad de acceder al alquiler de larga duración o porque prefieren destinar sus ingresos a otros menesteres”, explica Anaïs López, directora de Comunicación del portal inmobiliario.
En concreto, el perfil de las personas que buscaban alquilar una habitación en un piso compartido antes de la llegada del coronavirus era predominantemente femenino (68%). Además, se trata de un perfil joven: el 73% tiene entre 18 y 34 años. Pese a esto, sí que se percibe, en los dos últimos años, un incremento del peso de los adultos de 45 a 54 años que demanda una habitación (8%). Por lo general, son personas con un nivel socioeconómico medio alto (83%).
Así, la edad media se perfila en los 31 años, y siete de cada diez demandantes de habitación son solteros. Pero los datos también confirman un creciente protagonismo de separados y divorciados, en línea con lo que se decía del segmento de 45 a 54 años.
También hay que tener en cuenta que, cada vez más, el piso compartido es una opción para aquellos que buscan independizarse. Esto se manifiesta en el hecho de que el 33% vienen de vivir con sus padres. También hay un 34% que ya compartía piso con personas no familiares en el momento de la búsqueda: son los que repiten experiencia.
LA CLAVE: EL PRESUPUESTO
Cuando se trata de compartir piso, más de la mitad de los inquilinos (56%) lo hace porque económicamente no puede permitirse alquilar un piso completo. Aunque en menor medida, otros motivos importantes para ellos son que esta opción residencial se adapta mejor a sus necesidades (20%), o que están ahorrando para adquirir otra vivienda en el futuro (14%).
Según el informe, el 32% de los que alquilan habitación comenzaba el proceso de búsqueda con la pretensión de encontrar habitación en una localidad diferente al lugar de residencia. Mientras que un porcentaje casi idéntico de inquilinos (30%) terminaron alquilando en una localidad diferente a aquella en la que viven.
A partir de ambos datos (el del comienzo y el final de la búsqueda) se puede concluir que casi un tercio de los que alquilan habitación encajan con las dinámicas de movilidad estudiantil, con un importante volumen de jóvenes que, con el comienzo del curso, buscan trasladarse a una nueva ciudad para estudiar.
Esta búsqueda, además, para el 66% dura un mes o menos, un tiempo que se adapta a las expectativas de los arrendatarios: cuatro de cada diez consideran que era más o menos lo que esperaba. También hay un 19% que encontró vivienda mucho antes de lo esperado.
Para siete de cada diez demandantes de habitación los precios de los inmuebles siguen siendo el principal impedimento a la hora de completar la búsqueda. Seguidamente, el estado de las viviendas (41%), su antigüedad (32%) y la cantidad insuficiente de ofertas (28%) son las dificultades con las que se encuentran más frecuentemente.
Pero las condiciones en las que comience el curso escolar, el auge de la educación online y, también, la situación económica de los inquilinos (y la de sus padres cuando se trata de estudiantes), van a influir en el mercado del alquiler de habitaciones en viviendas compartidas, y los efectos de la pandemia seguirán dejándose notar a medio plazo.