domingo, 29 diciembre 2024

¿Teme por su pensión? Mapfre y Santa Lucía aportan una solución

Fue en 2011 cuando el Congreso de los Diputados aprobó que a los ciudadanos se les enviase un informe sobre cuál sería su pensión. Han pasado los años y no ha hecho acto de presencia. Según un estudio de la Fundación Mapfre, el 84% de los españoles entiende que se les debería informar. “Falta conocimiento de lo que va a recibir de pensión pública lo que resta información para tomar decisiones sobre ahorro complementario”, asegura Juan Fernández, consejero delegado de Mapfre Vida.

Hasta ahora, nuestro sistema público de pensiones se ha caracterizado por ser uno de los más generosos. “Hay varios factores coyunturales y estructurales que hacen necesario diseñar un modelo a largo plazo que garantice su sostenibilidad”, afirma José Manuel Jiménez, director del Instituto Santa Lucía. ¿Cuáles son? El aumento de la esperanza de vida, la moderación de la actividad económica (más latente por la crisis) y los bajos tipos de interés (que han frenado el ahorro y los fondos orientados al pago de pensiones).

La tasa de sustitución, que es la diferencia entre la última nómina y la primera pensión, cada vez se agrandará más

Pero los días de vino y rosa se van a acabar. Y los españoles lo saben: el 87,3% asume que las prestaciones serán más bajas en el futuro o perderán poder adquisitivo; el 83,5% tiene claro que se financiarán con una subida de impuesto o se creará uno nuevo; y el 81,9% está convencido de que la edad de jubilación seguirá aumentando e irá más allá de los 67 años. Son datos de un estudio del Instituto Santa Lucía.

Mapfre y el ahorro complementario

“Las pensiones públicas están garantizadas pero eso no quita que haya que fomentar el ahorro complementario”, argumenta Juan Fernández. ¿Por qué? Porque la denominada tasa de sustitución, que es la diferencia entre la última nómina y la primera pensión, cada vez se agrandará más. Es decir, que la persona que se jubile recibirá menos dinero de pensión respecto a su último salario. Hoy es del 82%.  Ese porcentaje también representa a los españoles que están convencidos de que no mantendrá su nivel de vida con la pensión pública.

De momento, lo que se suele hacer el ciudadano para complementar la pensión es ahorrar a través de cuentas corrientes y depósitos bancarios. No es lo más eficiente, dado como están los tipos de interés. Hay quien lo fía todo a su vivienda. Pero no es un activo líquido. Según Santa Lucía, sólo el 44% de los encuestados en el estudio “Jubilación y hábitos de ahorro de los españoles” apuntan a productos específicos como planes de pensiones o fondos de inversión.

¿Qué factores son los que motivarían más a los ciudadanos para ahorrar de cara a su jubilación? La liquidez, flexibilidad para poder retirar el dinero en caso de necesidad; una mayor involucración de la empresa; e incentivos fiscales, según el estudio de Mapfre.

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Atendiendo a la situación en otros cinco países (Chile, Estados Unidos, Reino Unido, Suecia y Holanda), Mapfre establece ocho puntos relativos a las políticas públicas en torno al problema de las pensiones: el mantenimiento de un esquema básico de apoyo social; el aumento de la edad de jubilación; el ajuste de las tasas de contribución; el ajuste de las transferencias presupuestarias para el pago de pensiones; el ajuste de las tasas de reemplazo (o de sustitución); la creación de incentivos a empresas para crear y gestionar planes complementarios de pensiones;  el establecimiento de incentivos fiscales al ahorro voluntario individual; y mayor transparencia hacia los trabajadores respecto de la pensión que van a recibir.

Santa Lucía apuesta por cuenta individuales

De cara al futuro, a los españoles lo que les agradaría más es poder elegir en cada momento la base por la que cotizan para, así, decidir cuándo dar el paso y ‘colgar lo guantes’ en el trabajo. También que los productos de ahorro denominado finalistas estuvieran más incentivados, por ejemplo, desgravando más. Otros preferirían poder compatibilizar trabajo y pensión.

¿Más madera? Que las empresas les dieran a sus empleados la opción de tener un plan de pensión, o que éstas retengan una parte de la nómina a los trabajadores también son opciones contempladas en el estudio del Instituto Santa Lucía.

Dicho todo esto, ¿qué solución proponen? Una que ya está funcionando en países como Suecia, Italia, Polonia o Letonia: un sistema de cuentas nocionales. ¿Qué es? Cuando un trabajador comienza a trabajar, inmediatamente se crea un fondo virtual donde va sumando, mientras esté en activo, todas sus cotizaciones a la Seguridad Social. Las mismas se van capitalizando con una teórica rentabilidad. Y, cuando se jubile, y mediante un factor de conversión, se transformarán en una prestación vitalicia.

“Es un sistema de reparto de aportación definida”, concreta Enrique Devesa, coordinador de un estudio sobre qué supondría la transición entre el modelo actual y el de cuentas nocionales. ¿Supondría que el primero acabaría desapareciendo? No. Las pensiones seguirían financiándose mediante el reparto basado en la solidaridad entre generaciones.

Según las diferentes simulaciones llevadas a cabo por los expertos, es probable que al principio se produjera un descenso de la pensión inicial. Aunque si aumentara el tipo de cotización o las variables que afectan al sector de conversión sería distinto. Eso sí, seguiría sin garantizar la suficiencia ni la sostenibilidad financiera. El riesgo es que habría un problema de solidaridad ya que las contribuciones de los trabajadores actuales se destinarían a pagar las pensiones del mismo periodo.

A su favor jugaría, según los expertos, el hecho de que habría mayor equidad entre los que se aporta al sistema y lo que se recibe en el momento de la jubilación. También que el trabajador sabe, en cada momento, cuál es la cuantía teórica que lleva acumulada. ¿Y cuánto tiempo sería necesario para, por ejemplo, imitar el modelo sueco? Dos décadas, según Enrique Devesa.

Dos puntos de vista, dos problemas, a los que Mapfre y Santa Lucía intentan aportar un particular granito de arena a esta singular montaña que son las pensiones y que se nos viene encima.


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