Se trata del primero y el quinto. Aunque su contexto real es: el líder del mercado y el operador que quiere preparar un otoño caliente en la guerra comercial de las telecos. Por eso, los movimientos de Telefónica y Euskaltel, sobre todo con su marca Virgin Telco, en relación con la conectividad 5G son importantes. Y precisamente, su falta de actividad comercial, es lo que marcará el sector.
La compañía dirigida en España por Emilio Gayo tiene bastante ritmo relacionado con el 5G, pero no en el ámbito comercial. Hace unos días ponía en negro sobre blanco todos los proyectos que va a realizar próximamente. Se trata de casos de uso que servirán como banco de pruebas para su posterior consolidación.
En el caso de Euskaltel, el mensaje ha sido más claro. Su consejero delegado, José Miguel García, explicaba en una entrevista con Efe que no espera un desarrollo masivo “real” del 5G hasta 2022 como pronto. Esto supone -de facto- asumir que no habrá una guerra comercial con tarifas 5G hasta dentro de un par de años.
Los razonamientos, como también expone Telefónica desde hace meses, es que la tecnología ‘non stand-alone’ (NSA) que ahora mismo está utilizando Vodafone, y que pronto usará Orange, es un 5G a medias. Es decir, utiliza infraestructura de radio que se implementará con la nueva conectividad ultrarrápida, pero se hace en parte sobre las redes 4G. Por eso, argumentan que hasta que no esté implementado el estándar, se trata de algo que no es lo prometido.
El otro motivo que esgrimen quienes no han entrado de momento en la guerra comercial del 5G es que parte del espectro de radio todavía no está subastado. Esto hace referencia al segundo dividendo digital; es decir, la subasta de la frecuencia de 700 Mhz que moverá a las TVs de su banda para que los operadores puedan desarrollar su 5G. Esto se producirá en el primer trimestre de 2021, después de haberse retrasado por el impacto del coronavirus.
TELEFÓNICA Y EUSKALTEL, ¿CAMBIARÁN DE IDEA?
Si algo ha demostrado el sector de las telecomunicaciones es que se puede cambiar de idea muy rápido. Hace unos meses, en un encuentro sectorial donde estaban los principales operadores de telefonía, entre ellos Orange y Telefónica, directivos de ambas compañías soltaron un reguero de mensajes indirectos al 5G de Vodafone.
Tiempo más tarde, el operador naranja ya ha anunciado la llegada de su 5G comercial. Incluso, ha empezado a correr y se espera que antes del otoño ya empiece a ofrecer a sus clientes las primeras tarifas con esta tecnología móvil.
Sin embrago, desde Telefónica el mensaje se mantiene: llegará cuando esté listo el estándar. Ese margen temporal se sitúa sobre 2021. Por eso, sorprende que el máximo responsable del grupo Euskaltel haya elevado esa línea temporal, incluso, hasta 2023. Sobre todo cuando ahora mismo se encuentran en una carrera comercial muy importante con el lanzamiento de su marca Virgin Telco, que es la firma utilizada por el operador vasco para competir en las zonas de la península donde no lo hacer bajo la enseña de Euskaltel.
En todo caso, cada operador parece llevar su ritmo y estrategia. Básicamente porque el 5G tiene aspiraciones comerciales más allá del usuario móvil. Es decir, tal y como explicado Telefónica con sus últimos proyectos piloto, parte de la importancia de esta evolución de conectividad es la sinergia que se forma con empresas de otros sectores, como el turístico o industrial. Por eso, cada operador puede entender el 5G de manera distinta. El tiempo, y precisamente el tiempo, será el que marque dónde se sitúa cada uno.