El mercado de las telecos suele ser reactivo. Es decir, las compañías se mueven en función de lo que hace la competencia. Orange es un claro ejemplo. Aseguró que no eran necesarias tarifas móviles ilimitadas, ahora tiene. Afirmó que su 5G llegaría cuando todo estuviera listo, ahora llega a medio gas. Remarcó que su fútbol sería flexible en las tarifas, ahora lo tiene obligado.
Todos estos movimientos en un contexto donde la compañía próximamente dirigida por Jean-François Fallacher se enfrenta a una reducción de ingresos y posibles ajustes de plantilla. Algo que, igual que todo lo anterior, de momento niega el operador naranja. Como también negó hace unos días que el lanzamiento comercial de su 5G fuera inminente. Orange aseguró que en otoño daría explicaciones sobre la llegada de la conectividad móvil ultrarrápida, así como las ciudades a las que llegará.
Pero todo ha dado un vuelco, y las palabras ante la prensa no han valido de nada. Esta semana el diario Expansión ha publicado que Orange tendrá 5G en los primeros días de septiembre. Será en los núcleos urbanos de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Málaga, y lógicamente sin el estándar del 5G. Harán justamente lo que dijeron hace meses que no harían. Y todo ello, asegurando públicamente a los periodistas que el movimiento sería para finales de año.
Esta sería la segunda acción que Orange realiza al rebufo de Vodafone. Primero fueron las tarifas ilimitadas en el móvil. Algo que veían sin sentido. Su CEO, Laurent Paillassot, así lo refrendó en diversas ocasiones. Lo mismo pasaba con el 5G, algo que no veían necesario, y sobre todo que alegaban que no era el momento.
ORANGE Y EL FÚTBOL
La situación con el fútbol también ha sido de bandazo. Desde la compañía, en las últimas temporadas, aseguraban que la mejor opción era que los clientes eligieran a su libre manera los servicios que querían. Pero este año ha cambiado. Un giro, en este caso, que tiene los tintes de Movistar, que desde hace años ofrece el fútbol en sus paquetes de televisión.
De este modo, consiguen que los paquetes más altos y con más servicios incluyan el fútbol, aunque pueda haber usuarios que no lo necesiten. Además, estas tarifas están asociadas por defecto a velocidades de navegación como mínimo de 600 Mb/s. En las demás tarifas hay que reajustar la velocidad de descarga.
Y todo ello con un fútbol que es un rompecabezas para Orange en España. El resumen rápido es severo. Les cuesta tal cantidad de dinero que es imposible recuperarlo. Ni siquiera a través de la afamada excusa del Arpu, pago medio por cliente.
Entonces, ¿para qué sirve el fútbol en Orange? La respuesta dada históricamente es que les ofrece un contenido de alta calidad y valor añadido para sus clientes. En otras palabras, la empresa consigue con ello un pago mayor por cada cliente. Y, como ocurre con Roma, todo ello converge hacía el llamado Arpu. El deporte más seguido en España no solo le permite a la compañía mantener unos ingresos por cliente por encima del resto, sino también ligar su marca a una concepción premium. Pero todo esto es una versión oficial en la que los números no cuadran, como se comprueba cada trimestre.
Bajo este contexto, parece que Orange no acaba de encontrar su propio camino. Apostó por la multimarca y el ‘low cost’, como han hecho todos los operadores, pero de momento no se atreve a dar algún paso arriesgado en solitario, como hizo Vodafone con el fútbol, o con el propio balompié, Telefónica, con las arriesgadas inversiones en la compra de derechos. Los naranjas de momento se amoldan a lo que hace el mercado.