El verano pasado desde MERCA2 recomendamos a los principales directivos de empresas que operan en España alguna lectura sugerente, serie de moda o cine para pasar el calor. Este mes de agosto, y para ser prudentes con las aglomeraciones, nos llevaremos a CEOs y presidentes a una isla desierta. ¿Qué pensarán en la intimidad? ¿Cuáles son sus preocupaciones? ¿Cómo ven el futuro?
En este particular viaje no podía faltar el presidente y fundador de Mercadona, Juan Roig. Sentado plácidamente en una hamaca, lo primero que haría sería mirar hacia arriba, y ver qué árbol le daría sombra. No en sí por la propia sombra, si no por el producto que podría acabar colocando en sus lineales: cocos, plátanos…
Viendo sus preferencias, esa hipotética isla desierta debería ser española. De hecho, Mercadona aventaja a la competencia en la compra de producto nacional. Eso sí, intentaría que le saliera a buen precio. Sus dotes de negociador, pese a estar de vacaciones, son como montar en bicicleta. Nunca se olvidan. Aprieta, pero no ahoga.
Solucionado este asunto (¿alguien duda de que no lo haría?), Juan Roig podría hacer volar su mente a un tema que siempre sale, pero que, de momento, calla. Y no es otro que el de la sucesión. Opciones tiene. ¿Será alguna de sus cuatro hijas? Él ya lo sabe. Y, quien lo tiene que saber, también. Setenta primaveras tiene. Y aunque lo de morir con las botas puestas es muy romántico, seguir el ejemplo de Amancio Ortega no sería mala opción.
EL SEGUNDO SEMESTRE DE JUAN ROIG
Más allá de la sucesión, Juan Roig está viviendo uno de los momentos más interesantes de su carrera como empresario. Quien sabe si, por ello, acabará retrasando todavía más su relevo. O no. En un hipotético brindis en esa playa, el presidente de Mercadona levantaría su copa por seguir siendo la cadena preferida por los españoles.
Porque su cuota de mercado ha bajado con la desescalada. Los jefes, como así denominan a los clientes, no están haciendo la compra como lo hacían antaño en Mercadona. Han aprendido a seleccionar. A hacer bueno el dicho de ‘busque, compare, y si encuentra algo mejor, cómprelo’. Roig necesita no sólo que vuelvan. Sino que gasten lo mismo que antes.
Sólo así se podrá recuperar del ingente gasto que la pandemia ha supuesto para la enseña. Un desembolso que ha menguado sobremanera sus beneficios: en marzo, la previsión hablaba de 57 millones. Se quedaron en tan solo 5 millones. Fue algo inédito. Por norma, sólo daban resultados una vez al año. La pandemia la rompió.
En ese hipotético descanso en la playa, Juan Roig dedicaría su tiempo a otra de las cuestiones que planean sobre su cabeza, y que quiere amarrar a buen puerto antes de abandonar la nave. Se trata de la venta online. Deberá hincar mucho los codos ya que hay competencia que le saca varios cuerpos de ventaja.
Juan Roig sigue a lo suyo. Ha renovado una de sus apuestas particulares, el ‘listo para comer’. Sigue abriendo en Portugal. Y el camino hasta fin de año se vislumbra, cuanto menos, interesante. ¿Habrá acaparamiento de alimentos si la situación vuelve atrás? ¿Seguirán incrementándose los costes de operación? ¿¿Se van a recrudecer las presiones sobre precios y márgenes?, ¿Se simplificará el surtido? ¿Habrá que potenciar la seguridad de clientes y empleados? ¿Habrá que incentivar de nuevo, económicamente, a estos últimos? ¿Demasiadas preguntas? Seguro que Juan Roig ya ha empezado a meditar en esa playa las respuestas.