La cancelación de ‘Gran Hermano’ tras dos décadas va a provocar un socavón en la productora española del reality-show más emblemático de la televisión, Zeppelin TV, y un agujero en el bolsillo de Jorge Javier Vázquez.
Y es que por primera vez en más de un lustro Mediaset está diseñando su programación de otoño sin que el de Badalona cope el prime-time con varias noches a la semana. De hecho, Jorge Javier quizás se tenga que conformar con las de menor consumo: los viernes si Telecinco da luz verde a nuevas entregas de ‘La última cena’ y los ‘Sábado Deluxe’.
Paolo Vasile ha decidido confiar en Sandra Barneda para comandar el nuevo concurso estrella del grupo, ‘La isla de las tentaciones’, y Jorge Javier, si no es el escogido para conducir el reality-show experimental ‘Solo/Sola’, quizás se tenga que conformar con pedir ‘asilo’ en ‘Mujeres y hombres y viceversa’ como tronista de la nueva etapa que liderará Jesús Vázquez en Cuatro.
JORGE JAVIER ENCADENA VARIOS MESES SIN PARAR
Jorge Javier aseguraba hace unos días en Lecturas que «cuando empezó el confinamiento y parecía que la cosa iba para dos semanas, se comenzaron a elaborar épicas teorías sobre lo que podría aportarnos el encierro. Yo fui de los que pensaba que nos haría más fuertes, más sabios, más generosos, más solidarios. Desde luego, no ha sido mi caso. Salgo de toda esta historia mucho menos tolerante».
Ahora, tras meses de ‘encierro’, se encuentra «más firme en mis convicciones y poco dado a escuchar porque el debate que se genera me parece poco atractivo, antiguo, obsoleto. Por no decir carca. Me estoy haciendo mayor para perder energías».
El rey del cortijo de ‘Sálvame’ ha llegado a agosto con la lengua fuera: «No sé si es que las vacaciones están a la vuelta de la esquina y la ansiedad corre ya desbocada por mis venas, pero el caso es que noto que tengo menos mecha, y el cabreo se me dispara a las primeras de cambio».
«Creía que el futuro consistía en mirar hacia delante pero parece ser que ahora tiene más que ver con recuperar la vida pasada. La moral castradora. La uniformidad frente a la diversidad. El pensamiento único poco pensante. La nada. Necesito largarme porque estoy justo en ese momento en el que no me aguanto ni yo. Reconocerlo me parece un buen primer paso para intentar mejorar», añadía.
MIRANDO ATRÁS
El presentador también ha tenido tiempo para mirar atrás después de protagonizar una polémica con los habitantes de su ciudad natal al asegurar que Badalona es «una de las ciudades más feas de España».
Por eso explica que ha pensado mucho en su localidad estos días: «Ya he contado que crecí en San Roque, probablemente uno de los barrios más complicados de la ciudad, sino el que más. Era una ciudad aparte dentro de la propia Badalona, repleta de gentes llegadas de diversas partes de España en busca de un futuro mejor. Era tan complicado encontrarse a alguien nacido no ya en Badalona, sino en Catalunya que a mi vecina del primero segundo la llamábamos ‘la catalana’. Y todavía no sé si porque hablaba catalán o porque era catalana. Su presencia en nuestro bloque era casi un elemento exótico».
Y sigue: «Cuento esto para que os hagáis una idea de la procedencia de todos los vecinos que vivíamos allí. Nosotros no decíamos que íbamos al centro. Íbamos a Badalona, como si nuestro barrio no perteneciera a la ciudad. Y creo que de alguna manera así era. En Badalona, se hablaba catalán, había tiendas bonitas y paseábamos los domingos por la rambla».
Por eso recuerda que en su barrio de San Roque «había bloques y bloques de pisos de dudoso gusto construidos en los años 60. Tiendas en las que se vendía de todo y bares un poco sombríos en los que jamás me tomé una caña, que es algo que en este ejercicio de memoria que he hecho estos días también me ha llamado mucho la atención. Si tomaba algo, era en Badalona, aunque a partir de los 18 años, y coincidiendo con la entrada a la universidad, solo salía por Barcelona».
MEA CULPA
El presentador asegura que «la imagen del San Roque de hace 40 años no es, desde luego, la de un sitio bonito. Pero era mi barrio, mi ciudad, y estoy orgulloso de haberme criado en un lugar en el que se tenía una estrecha relación con los vecinos. Un lugar en el que conocí el significado de conceptos como la solidaridad y la generosidad. Un lugar de personas sencillas y trabajadoras que se amparaban unas a otras para intentar mitigar la tristeza del desarraigo. No era un lugar un bonito, pero fue mi lugar en el mundo durante 25 años y me siento muy afortunado por haber nacido y crecido en él».
Y es por ello que ha entonado el mea culpa: «Confundí mi pasado con el presente de una ciudad que hace serios esfuerzos para mejorar y entiendo que la gente se enfadara con mis palabras. Para ellos, claro está, mis disculpas».