Indra Sistemas está ultimando el fichaje de Ignacio Mataix, actualmente CEO de la empresa española líder en aviación, ITP. El ejecutivo, ligado siempre a la industria tecnológica vasca, llegará a Indra “con plenos poderes”, según explica una fuente conocedora de las negociaciones, que se están manteniendo en enorme secreto.
Precisamente hace solo una semana Mataix compartía foro de debate en un encuentro organizado por El Economista y Aptie (Asociación para la Promoción de las Tecnologías e Industrias Estratégicas) con quien será en breve su subalterno, Manuel Escalante, director general de Defensa de Indra.
Hasta ahora Ignacio Mataix ha pilotado con éxito ITP, una gran empresa que ocupa el noveno lugar mundial en la fabricación de motores para aviones. Propiedad hasta ahora de SENER, precisamente este viernes el Consejo de Ministros daba luz verde a la entrada y toma de control en el accionariado de la británica Rolls Royce. Una compra cuestionada en el sector de la Defensa por la pérdida de identidad nacional de una empresa estratégica que participa en numerosos programas de armas, como el motor de los cazas Eurofighter o el controvertido A400M.
Por su parte, el actual CEO de Indra Sistemas, Javier de Andrés, en la compañía desde 2011, ha sido fuertemente cuestionado por un escándalo político que en teoría está muy lejos del ámbito de esta empresa puntera tecnológica. Javier de Andrés está casado con María Fernanda Richmond, una de las principales implicadas en el ‘caso Lezo’, hoy en libertad bajo fianza de cuatro millones de euros. Indra ya estaba en las piezas judiciales de la ‘Operación Púnica’ por pagos poco claros en la Comunidad de Madrid, aunque en esa época De Andrés ocupaba un cargo directivo de menos responsabilidad. Como consecuencia de la marejada política, Abril-Martorell, presidente de la compañía, se vio obligado a confirmar en su cargo a su CEO en mayo de este año.
Indra Sistemas no solo es una empresa líder en tecnologías de variada índole, sino que es otra empresa de interés estratégico para España. Entre otras cosas, suya es la tecnología que permite desde el control aéreo de todo el país, hasta los procesos electorales.
La llegada de Mataix supone una apuesta clara por el sector de la Defensa, uno de los puntales de la compañía. Los sistemas de Indra están en buques de guerra de muchas armadas, son líderes en radares de largo alcance y en un sistema tan complicado –y hoy de actualidad por la tragedia del buque argentino Ara– como las comunicaciones satelitales para submarinos. No solo es eso: equipos suyos vuelan en el Eurofighter, sus simuladores entrenan tripulaciones de Leopardos y tiradores del ejército, entrenan también pilotos de combate, y hasta están en los sistemas de mando y control de las Fuerzas Armadas españolas, entre otras muchos encargos recibidos por el Ejército español.
Precisamente en ese mismo foro la ministra Dolores de Cospedal exponía su intención de iniciar “un nuevo ciclo inversor” en Defensa, lo que supone un estimulo a la a veces alicaída industria militar española, que ha sobrevivido a la crisis gracias básicamente a las exportaciones. En ese momento de apuesta por la tecnología y sistemas de inteligencia, es donde se espera a Indra.
Indra vivió ya una pequeña conmoción con la traumática salida de Carlos Suárez y su equipo en el área de Defensa. Fue una réplica más del terremoto que supuso la caída de Javier Monzón y la entrada de Telefónica en el capital, en 2015. La compañía de Álvarez-Pallete salió de Indra un año después, con discretas plusvalías de apenas 20 millones, aunque complicadas de calcular por la opacidad de las operaciones.
Pero el otro gran actor en Indra es el propio Estado, por medio de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), consecuencia de la operación de rescate de Bankia.
Al poco de aterrizar, Abril-Martorell puso en marcha un plan estratégico, que incluía importantes incremento de facturación. Este plan no ha salido exactamente como se pensaba, y la compañía ha sufrido algún traspiés en Bolsa. Entre las reestructuraciones estaba la salida de Suárez y su equipo, con larga experiencia en la industria de Defensa.
Ahora llega Ignacio Mataix, un respetado ejecutivo de una compañía en cierto modo ejemplar, ITP. Licenciado en Derecho y Ciencias Económicas por ICADE, la mayor parte de su carrera ha estado vinculada al mundo industrial vasco. Tras unos inicios en ABN ANRO, entró en cargos directivos de la industria vasca en 2000, con su llegada a SENER.
Radicada en Zamudio, ITP logró unos beneficios de casi 70 millones en 2016, lo que supuso un incremento del 19,1% respecto al año anterior. Están presentes en casi todos los programas de sistemas de armas de la fuerzas armadas relacionadas con la aeronáutica, desde el ambicioso y complicado A400M, hasta el mantenimiento y modernización de las flotas de helicópteros. Es una de las empresas de gran valor añadido, ya que emplea a cerca de 3.000 ingenieros entre todas sus plantas, desde el País Vasco a la localidad madrileña de Ajalvir.
Mataix es un peso pesado de la industria nacional de Defensa, con acrisolada carrera resultados en la gestión de una gran empresa. La duda ahora es saber cuánto poder va a “morder” a Javier de Andrés, ya que además del enorme crédito que se le da en Indra, dispondrá de amplias parcelas de poder de decisión en la compañía.