Si echamos un vistazo a los resultados que obtienen las empresas y los profesionales autónomos en los países de nuestro entorno y los comparamos con las cifras españolas, nos damos cuenta rápidamente de que nos falta competitividad. Y no será por horas de trabajo, ya que en España trabajamos más tiempo de media que nuestros vecinos europeos. Los expertos afirman que los que nos falta es innovación.
Innovar es algo esencial y que todas las empresas y todos los autónomos hacen, lo que ocurre es que muchas veces no somos conscientes de ello. Por eso, el reto de cara a los próximos años es conseguir un mercado mucho más innovador, capaz de competir en condiciones de igualdad e incluso de tener ventaja competitiva a nivel internacional.
¿Qué es la innovación?
Oímos este término casi a diario, pero pocas veces nos paramos a analizar qué quiere decir realmente. La RAE nos dice que innovar es mutar o alterar algo introduciendo novedades, también la creación o modificación de un producto para ponerlo a disposición de los consumidores en el mercado.
Pero en este caso la mejor definición la encontramos en el Manual de Oslo, que es el que usa como referencia la OCDE para medir actividades científicas y tecnológicas. En este caso se entiende la innovación como la concepción e implantación de cambios significativos en el producto, en el proceso de creación del mismo, en su marketing e incluso en la organización de la empresa. Todo ello con el fin de mejorar los resultados.
De aquí podemos deducir que podemos innovar tanto en productos o servicios como en los procesos de producción o en aquellos que de forma directa o indirecta están relacionados con los mismos. La innovación será siempre diferente, pero tiene unas peculiaridades que no cambian.
Innovar supone pasar a la acción, hacer cosas. Implica crear algo nuevo o hacer cambios o modificaciones de entidad en algo que ya existe. Pero no basta con hacer el cambio, ese nuevo producto debe ir destinado al mercado y además debe ser sostenible en el tiempo.
Por eso, con frecuencia se habla también de la innovación como el conjunto de ideas que generan valor, tanto a nivel social como a nivel económico. Además, en el entorno actual se busca que esa innovación sea respetuosa con el medio ambiente, de modo que permita un desarrollo sostenible.
El proceso de innovación no siempre es consciente
Si atendemos a las definiciones que acabamos de ver, entendemos la innovación como un proceso plenamente consciente que lleva a cabo una empresa o un profesional para ofrecer algo nuevo al mercado. Sin embargo, los últimos estudios llevados a cabo por el Instituto Nacional de Estadística (INE) ponen de relieve que en España existe un alto nivel de “innovación oculta” o “innovación inconsciente”.
Sucede que al preguntar a los profesionales sobre la innovación en su trabajo estos no suelen ser conscientes de que han hecho algo nuevo o mejorado algo que ya existía. Pero, en realidad, es imposible que una empresa o un autónomo estén en el mercado sin innovar, puesto que esto afectaría muy negativamente a su competitividad.
En la actualidad solo un tercio de las empresas declaran ser innovadoras, lo que nos lleva a la conclusión de que los otros tres tercios también son más o menos innovadores, pero no son realmente conscientes de ello, lo cual es un problema.
Y es problemático porque la innovación no deja de ser un proceso que, como cualquier proceso empresarial o profesional, debe ser gestionado y controlado para poder sacarle todo el partido posible.
Existen diferentes formas de innovar
En función de la relación que existe entre el proceso de innovar y la estrategia de negocio, podemos hablar de diferentes tipos de innovación. Es oculta cuando la misma se produce sencillamente para poder adaptarse a los cambios que impone el día a día pero sin tener ningún control sobre la misma.
Le sigue la innovación puntual, que es la que se produce únicamente cuando los clientes lo demandan. Luego viene la innovación continua, que llevan a cabo aquellos profesionales o empresas que son conscientes de que no tienen otra forma de seguir siendo competitivos, y por último está la gestión de la innovación, que implica asumir este proceso como uno más dentro de la estrategia de negocio.
¿Por qué es tan importante para el autónomo innovar?
Ni empresas ni profesionales debería dejar de lado la innovación. De hecho, como acabamos de ver, en muchos casos esta se produce incluso de forma inconsciente, aunque quien la está llevando a cabo ni se dé cuenta de ello.
Estamos en un mundo muy dinámico y competitivo, en el que es complicado mantener un negocio a flote y en el que, sin embargo, siempre existen nuevas oportunidades para emprender o para hacer crecer un negocio.
Sin embargo, estamos en un momento en que tanto las condiciones del mercado como las necesidades y gustos de los consumidores cambian rápidamente. Esto implica que quien ofrece productos o servicios debe tener la capacidad de adaptarse lo antes posible a esos cambios, y para eso necesita innovar.
La innovación no solo hace que el autónomo sea más competitivo y que su negocio resulte más rentable, es que además permite fidelizar clientes, mejorar la marca personal e incluso reducir las barreras de entrada a ciertos sectores.
Aunque solemos tener la idea de que innovar es algo caro y complejo, lo cierto es que no tiene que ser necesariamente así. Un autónomo puede aplicar pequeñas innovaciones en su modelo de negocio que le lleven a conseguir grandes resultados.
Puede innovar en su marketing pasándose a la publicidad online si nunca la ha probado, apostar por el packaging ecológico, aplicar nuevas estrategias de ahorro, buscar servicios de valor añadido para ofrecer a sus clientes, etc.
La clave está en no ver la innovación como una opción e ignorar la misma, sino en plateárselo como una obligación. En un entorno tan competitivo como el actual nadie puede permitirse el lujo de hacer siempre lo mismo y seguir destacando frente a los demás. Hasta las empresas mejor posicionadas saben que si siguen haciendo siempre lo mismo acabarán por ser menos rentables. Si una multinacional se ve obligada a innovar para no quedarse atrás, con más razón debe hacerlo un profesional.
