Mucha gente opta por pasar sus vacaciones en un apartamento o en una casa de alquiler. Suele ser más económico que un hotel, especialmente para períodos prolongados, y en general es más cómodo si viajas en familia. Sin embargo, también es un servicio que presenta más riesgos que recurrir al clásico hotel. Por eso, es importante conocer algunas pautas que nos ayuden a elegir un lugar de confianza y que nos hagan la vida más fácil si surge algún tipo de problema durante nuestra estancia (problemas de higienización, electrodomésticos estropeados, ubicación inexacta…). Toma nota de los consejos que puedes seguir para evitar estos conflictos.
Busca toda la información posible
La gran mayoría de los problemas proceden de la discordancia entre lo que oferta el anuncio y lo que se encuentran los inquilinos al llegar a la casa. La clave, por tanto, está en asegurarte de que las condiciones de la vivienda son las prometidas y por las que, al fin y al cabo, has pagado. Si alquilas una casa cerca de tu lugar de residencia habitual, procura visitarlo antes de alquilarlo; pero, si no es posible, solicita fotografías en las que se aprecien claramente todas las habitaciones, accesos, vistas y servicios varios, como la piscina o la terraza.
En cuanto a la ubicación, ten en cuenta que a menudo las vistas en un mapa suelen ser engañosas. Comprueba cuál es la distancia entre la vivienda y cualquier punto de interés que tengas intención de visitar, como la playa, el centro histórico o los restaurantes. También te interesa conocer las características del mobiliario y los electrodomésticos que hay disponibles. Una de las maneras más fiables y útiles de recabar información sobre el estado y la fiabilidad de la vivienda que quieres alquilar es a través de la búsqueda de reseñas y comentarios de otros usuarios en webs y redes sociales.
Firma un contrato con todas las condiciones
Una vez que hayas decidido qué apartamento o casa te gustaría alquilar, puedes tratar de negociar las condiciones con el propietario o con la inmobiliaria, aunque dependiendo del medio que utilices para el alquiler quizás esto no sea posible. Cuando hayáis llegado a un acuerdo, el siguiente paso consiste en poner todo por escrito en un contrato y firmarlo. En el contrato deben aparecer claramente las fechas de entrada y salida, el precio a pagar, la fianza, si has entregado una señal, el inventario de la vivienda, etc.
Aspectos a priori secundarios, como el de la señal, se olvidan a menudo, pero debes revisar que esté todo lo que hayáis acordado y que pueda afectar a tu derecho a reclamar si algo sale mal. La señal, por ejemplo, es alrededor del 20 o 30% del precio establecido, que se entrega por adelantado y que posteriormente se descuenta del total. La política de cancelación también debe constar en el contrato con el plazo hasta el que sería posible cancelar sin gastos. La señal suele ser el importe que se queda el propietario si decides cancelar fuera de plazo; por ello, cuando entregues el dinero fíjate que en el justificante de pago aparece el nombre del arrendador. Una opción a considerar para el pago de la señal es la solicitud de un préstamo personal online que te permita cubrir esta cantidad y devolver el dinero poco a poco.
Un anexo del contrato debería ser también el inventario, en el que aparece detallado el mobiliario y los enseres de los que consta la vivienda. Antes de firmarlo, comprueba que todo está correcto y, una vez en la casa, certifica que está todo lo que aparece en esa lista. Si algo está en mal estado o falta algún objeto, hazlo constar en el contrato; así evitarás que puedan reclamarte algo a ti una vez acabe tu estancia.