La cadena agroalimentaria española se sitúa entre los dos o tres mejores sistemas agroalimentarios del mundo y ha sido un referente mundial de solidez durante la crisis sanitaria del Covid-19, según un informe de la consultora LLYC, la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) y Mercasa.
«No existen precedentes en la historia moderna en que la cadena agroalimentaria se haya tensionado de tal manera, desde el campo hasta el supermercado y en todos sus frentes, desde el laboral, al manufacturero y logístico. Sin embargo, el sistema respondió en su conjunto; la población en España no experimentó desabastecimiento de productos de primera necesidad», ha subrayado Joan Navarro, socio y vicepresidente Asuntos Públicos de LLYC.
El autor del informe, Fernando Moraleda, senior advisor de LLYC, ha explicado que este buen comportamiento de la cadena agroalimentaria española se explica por razones estructurales y coyunturales.
«La cadena alimentaria española tiene los mejores antecedentes. Se constituye sobre la base de un amplio y heterogéneo sector agrario, una poderosa (y muy diversa en tamaño y capacidad productiva) industria alimentaria y una distribución muy modernizada en todos sus formatos; y todo ello, bajo una eficiente logística en los mercados mayoristas de alimentación fresca sustentada en la actuación pública de la empresa Mercasa y buena parte de los mayores ayuntamientos españoles. Podría decirse que la cadena alimentaria forma parte de la imagen internacional de la España Global», ha resaltado.
SECTOR PRIMARIO
Según explica el informe, el sector primario se constituye como el elemento estratégico de suministro de materias primas. España es una referencia mundial en variedad y calidad de productos agroalimentarios y se sitúa como el país más diversificado de la Unión Europea y el segundo más importante del mundo, de acuerdo al Índice de Herfindalh.
Además, el sector primario, ha sido ejemplar durante la pandemia, ya que el campo no ha dejado de trabajar durante estos meses. Según el análisis, la recogida de fruta ha exigido una muy notable coordinación entre instituciones y sector productor para garantizar dicho trabajo.
Una conclusión de este periodo, apunta el informe, es la necesidad ineludible de mano de obra inmigrante, regularizada y con todas las garantías laborales y sociales para el desarrollo de estos trabajos.
LA INDUSTRIA AGROALIMENTARIA
En cuanto, al sector secundario, la industria agroalimentaria de alimentación y bebidas es la primera del país, con una producción de 116.000 millones de euros, el sector representa el 3% del PIB nacional y emplea de manera directa a casi 500.000 personas. Ambos sectores representan el segundo sector exportador de la economía nacional.
Su implantación territorial cumple, también, un papel fundamental en la fijación de la población y el desarrollo local, pues las más de 31.000 empresas que la componen, en su mayoría son pymes que se localizan preferentemente en localidades de menos de 50.000 habitantes.
«Si por separado, ambos sectores constituyen por sí mismos un elemento esencial de la cadena, su unión representa el segundo sector exportador de la economía nacional, por detrás de material de transporte, con una cuota en los mercados internacionales del 3,3%, cupo que casi dobla al que nuestro país tiene en el conjunto de bienes», asegura Moraleda.
LA RED DE MERCAS
El siguiente eslabón fundamental de la cadena alimentaria es la distribución comercial. Para ello cuenta con una «significativa» participación de las actividades minoristas de alimentación en el conjunto de la estructura distributiva.
Este sector está configurado por 110.078 establecimientos que representan el 21,3% del total de la distribución, calculándose que existen en España 2,4 locales comerciales especializados en comercio de alimentación y bebida por cada 1000 habitantes.
El último componente de la cadena es la Red de Mercas, gestionada por la empresa estatal Mercasa y los ayuntamientos que permite alimentar a 30 millones de personas cada día y presta servicio a 3.000 empresas mayoristas de alimentos frescos, que realizan una media de más de 100.000 transacciones comerciales diarias. Es una organización que ocupa el primer puesto mundial en cuanto a la variedad de consumo de productos de pesca y frutas y hortalizas.
Como ejemplo, según el informe, durante el periodo álgido de las restricciones a la movilidad, el conjunto de canales de distribución tuvo crecimientos interanuales que pasaron del 84,4% de la semana 13 al 236,7% de la semana 16.
«De principio a fin, podemos concluir que la cadena agroalimentaria española dispone de una resiliencia que le ha permitido hacer frente a la crisis inédita provocada por la Covid-19. Sus distintos eslabones, que ya poseen fortalezas propias, cuando se interrelacionan entre sí de forma flexible y ordenada proporcionan a la cadena española un valor añadido difícil de parangonar», resume el autor.
El informe también dedica un capítulo a analizar la actitud de los consumidores durante la pandemia. En una primera fase, promovida más por la incertidumbre y el miedo, produjo un primer momento de acopio de alimentos buscando su almacenamiento doméstico.
La semana del 9 al 14 de marzo, previa al confinamiento y con el cierre de colegios, tuvo picos de demanda de hasta el 70% creando una verdadera conmoción social.
Con el inicio del confinamiento arroces, legumbres, conservas y pastas fueron las que más crecieron junto a los productos para bebé, limpieza y droguería que tuvieron incrementos superiores al 40%. Sin embargo, los alimentos frescos crecían solo entre el 10% y el 15%.
La segunda fase, con una mayor adaptación social al confinamiento y posterior desescalada, estuvo más representada por el cambio hacia el modelo tradicional de cesta de la compra español con prevalencia de productos frescos y perecederos.
Los mayores de 65 años, uno de los colectivos más vulnerables, redujeron drásticamente sus compras tras el decreto del Estado de Alarma. El gasto de esta franja de edad cayó en un 18% respecto al promedio semanal, lo que supone 11,2 millones menos de visitas en el conjunto de España.
El crecimiento del gasto en el consumo se produjo preferentemente en los alimentos frescos, cuya comercialización exige una notable estructura logística y en la que el papel de la Red de Mercas ha respondido de manera «extraordinariamente eficaz», según el informe.