A cada primeros de mes le sigue una montaña de datos laborales. El paro registrado, el número de afiliados y ahora, de manera extraordinaria, la evolución del número de trabajadores en ERTE. Para los dos primeros, junio (al igual que meses anteriores) volvió a ser terrible frente a años atrás. La esperanza viene de las cifras del tercero. De hecho, cerca de 1,3 millones de personas han abandonado dicho esquema, de tres millones a 1,83 millones, pero al recorte no le queda mucho recorrido. Con julio se quemará el último gran cartucho y se impondrá la dura realidad: 1,3 millones de empleos en el aire de los cuales muchos ya no se recuperarán, según los datos publicados por Allianz.
La opción del despido temporal se ha consolidado como un pequeño éxito para las economías europeas, pero simplemente es un placebo. Una solución para muchos males durante un corto periodo de tiempo, pero que es incapaz de curar los problemas crónicos. Así, su uso, bajo el nombre de Kurzarbeit, se remonta a Alemania durante la gran recesión de hace una década. En ella, se comprobó su eficacia para lidiar con contracciones puntuales en ciertos sectores, pero nada más. En España, por ejemplo, su uso no hubiera servido de mucho para frenar la hemorragia de empleo en el sector de la construcción allá por 2008.
La idea en la que se sustentan es que una vez vuelva todo a la normalidad las relaciones entre los trabajadores y los empleados sigan intactas. Y, con ello, las empresas puedan continuar donde lo dejaron. Pero, hay mucho más detrás que una simple reducción transitoria de la actividad económica. De hecho, habrá miles de despidos indiscriminados en los próximos meses en todo el mundo: Renault despedirá a 14.000 trabajadores, Airbus otros 15.000, con Alcoa se pierden casi medio millar. Sin ir más lejos, este pasado jueves Daimler aseguró que tendrá que realizar «drásticos» recortes y Accenture (una consultora tecnológica) aseguró que propondrá 900 salidas.
EL 72% DE LOS TRABAJADORES NO VOLVERÁN A SU PUESTO HASTA 2022
Lo anterior, solo abarca un puñado de empresas grandes. A esas, le siguen otras muchas de gran tamaño y todavía un número mayor de subsidiarias y subcontratas que les ofrecen servicios. Todas ellas, o la gran mayoría, corresponden a los sectores de ‘floración tardía’ o, en otras palabras, actividades económicas cuya recuperación será más lenta. Entre estas, y según la calificación que ofrece Allianz en su informe, estarían: transporte y almacenamiento, alojamiento, venta minorista, venta mayorista, entretenimiento, ocio y construcción. Un conjunto de negocios que en el caso de España representan cerca de uno de cada dos puestos de trabajo. Una cifra similar a la que se da en el resto de grandes países.
En la actualidad, todos ellos engloban a una parte muy importante de trabajadores dentro de los esquemas de protección temporal de empleo en los grandes países de Europa. De los cuales, algo más de nueve millones no recuperarán su empleo hasta finales de 2021 en el mejor de los casos. La razón son los condicionantes a los que se enfrenta la economía como las restricciones sanitarias, el distanciamiento social, la incertidumbre económica y, por último, la dependencia de la recuperación de la demanda externa como en el caso de la industria.
Aun así, no todos volverán a su puesto de trabajo allá por 2022, sino que cerca de 4,3 millones nunca lo hará. En este caso, es que muchos de los trabajadores que están en nómina de las empresas y paga el Estado ya no serán necesarios, al menos en el empleo que desempeña. La razón es que algunos sectores actuales están desfasados, como en la crisis de la construcción de 2008, por lo que necesitan aligerar su conglomerado para adaptarse a los nuevos tiempos. El ejemplo más claro es el turismo, y a su vez el sector servicios, que se ha sobredimensionado gracias a las hordas de viajeros que llegaban cada año.
LAS MUJERES Y LOS JÓVENES LOS MÁS AFECTADOS
En 2019, las cifras de turistas en España vivieron su primer parón importante. En 2020, esas cifras quedarán reducidas a cenizas, tras el impacto del covid-19 (a lo que se añade la poco transparente política española). En los siguientes, la cifra se recuperará, lentamente, no obstante será muy difícil que alcance las cifras de años atrás. Lo mismo ocurrirá con el sector servicios, subsidiaria del turismo, cuya capacidad en muchas zonas, sobretodo costeras, está sobredimensionado. En definitiva, que muchos de los puestos de trabajo actuales bajo ERTE están simplemente zombificados.
Por ello, de poco sirve prolongar muchos de estos esquemas. «Los ERTEs pueden, en el mejor de los casos, posponer la pérdida de empleos». Además, alargarlos indefinidamente, como pretende Francia con planes para dos años, genera otro tipo de problemas como el de inyectar dinero público en negocios moribundos. Una interferencia de recursos, al drenar dinero de empresas de éxito a otras en quiebra, que dificultará la recuperación. En definitiva, que estamos llegando de nuevo a 2009/10.
Una vez los ERTEs han cumplido, ahora los Gobiernos deben dar el siguiente paso hacía la recuperación. El plan de reconstrucción no solo debe dar respuesta a ese problema de transferencia de recursos, sino también a las lagunas en el empleo. En especial, tanto en empleo femenino como en el juvenil. De hecho, todo el empleo creado en junio, con unas 70.000 afiliaciones, provienen de hombres, mientras en mujeres se han destruido. Además, uno de los colectivos que más ha crecido en paro es el que no tenía empleo anterior (+10,8%) y los jóvenes menores de 25 años (+5,1%). Pagar a las empresas por mantener empleados en nómina cada vez tiene menos sentido, pero el juego de equilibrios todavía continua.