El Banco de España no descarta que la tasa de morosidad alcance un nuevo máximo histórico por la crisis del coronavirus, aunque considera que todavía es pronto para hacer una estimación y que, en cualquier caso, el fuerte repunte de la actividad proyectado para 2021 implicaría una reducción de la ratio más rápida que en otros períodos de recuperación de crisis económicas pasadas.
En su ‘Informe Anual 2019, el organismo ha analizado los datos trimestrales de morosidad crediticia desde la crisis financiera de 2008 hasta la actualidad para tratar de realizar una predicción de la evolución de este indicador. A partir de dichos datos ha estimado una correlación que indica que una caída de un punto porcentual en el PIB va asociada a un aumento de 0,7 puntos de la ratio de mora agregada.
La ratio de mora cerró en el 4,8% en 2019 y el Banco de España prevé que el PIB se hunda entre un 9% y un 15,1% en 2020, por lo que aplicar dicha correlación supondría elevar la mora en 2020 hasta un rango de entre el 11,1% y el 15,3%, cuando el máximo alcanzado ha sido del 13,61% a finales de 2013.
El informe dice que «no se descarta un efecto no lineal que lleve a un aumento de la tasa de mora mayor que la estimada con los datos históricos sobre la base de modelos lineales», por lo que la subida de la morosidad podría ser todavía más acentuada.
El Banco de España cree que esta observación histórica proporciona una cierta guía para calibrar, de manera orientativa, el potencial efecto de la crisis del Covid-19 sobre la morosidad, aunque también ha apuntado que la transmisión de la caída del PIB a la morosidad debería verse reducida por las medidas de política económica en respuesta a la crisis.
De hecho, el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Óscar Arce, ha subrayado durante la presentación del informe que es necesario tener «cautela» respecto a extrapolar comportamientos pasados de dicha variable, pues aunque esa correlación entre 2008 y 2019 es «ilustrativa» hay que tomarla con prudencia, pues lo que suceda en el PIB a corto plazo es solo «una de muchas piezas relevantes» que afectan a la morosidad.
Además, ha recordado que en la crisis anterior no se contó con medidas como los avales y las facilidades del BCE, lo que «debería mitigar sensiblemente» el impacto del deterioro macroeconómico sobre la morosidad de los bancos.
En cualquier caso, el informe anual señala que el fuerte repunte de la actividad proyectado para 2021 implicaría, asimismo, una reducción de la tasa de mora más rápida que en otros períodos de recuperación de crisis económicas pasadas.
En este sentido, cobran especial importancia los programas introducidos por el Gobierno de avales al crédito bancario para las actividades productivas y de apoyo a la renta de los hogares y a la liquidez de las empresas, las acciones del Banco Central Europeo relacionadas con la política monetaria y las medidas contables en el ámbito regulatorio.
SECTOR SERVICIOS
El Banco de España espera que la crisis del Covid-19 afecte de forma desigual a los distintos sectores y ramas de actividad, por lo que la evolución de la tasa de mora agregada también dependerá de la distribución de la cartera de crédito.
Tampoco es homogénea la correlación histórica entre las tasas de mora por ramas de actividad y su respectivo valor añadido bruto (VAB), pues los datos analizados muestran que, para el conjunto de la actividad de comercio, transporte y hostelería, la relación entre el VAB y la ratio de mora sectorial es incluso mayor que para el conjunto de toda la cartera crediticia.
Este sector, que incluye subsectores como el de comercio, hostelería y transporte, «más vulnerables a las disrupciones generadas por la pandemia y a las medidas de distanciamiento social adoptadas», ha incrementado su peso dentro del conjunto de crédito bancario destinado a actividades productivas desde el 35% de 2008 al 55% de 2019.
Según los datos analizados por el Banco de España, una disminución de un punto porcentual en el VAB del conjunto de estos subsectores supone un incremento de casi 0,8 puntos porcentuales en su ratio de mora.
Por tanto, la sensibilidad de la morosidad de los distintos sectores económicos y la composición de la cartera crediticia determinarán, conjuntamente, la distribución entre entidades de los efectos en términos de morosidad y, por tanto, también de rentabilidad y solvencia, apunta el Banco de España en su informe.
Los análisis disponibles sobre la evolución de la mora de los créditos a hogares también revelan que, para aquellos que recurren a distintos productos de préstamos, los primeros incumplimientos tienden a producirse en el segmento de consumo, lo que unido a la evolución creciente del crédito al consumo lleva al Banco de España a esperar que este segmento «sufra un impacto relativamente elevado y temprano en su calidad crediticia como consecuencia de la crisis del Covid-19.
En cambio, si la actual crisis se acaba confirmando como un episodio temporal, el organismo espera que el aumento de la tasa de mora de los préstamos hipotecarios de los hogares se mantenga «contenido», dado que las hipotecas que sobrevivieron a la crisis financiera global presentan, en general, una alta calidad crediticia, y los nuevos préstamos hipotecarios se han concedido con unos estándares crediticios «prudentes».
LOS DEUDORES MOROSOS VOLVERÁN A UN NIVEL NORMAL EN 2021-2022
El Banco de España ha avisado de que, aunque la ratio de morosidad es un indicador «muy útil» de la calidad de los balances bancarios, no proporciona toda la información necesaria para poder valorar la capacidad de las entidades para hacer frente a las pérdidas asociadas a la morosidad, sino que debe valorarse el conjunto de las condiciones macroeconómicas y financieras en todo el período temporal de los escenarios considerados.
Por un lado, el coste de un aumento de la tasa de mora en este año puede variar en función de la evolución económica en 2021 y 2022. Así, de materializarse una recuperación significativa de la actividad en este período, el organismo supervisor espera también un repunte de las recuperaciones de crédito, es decir, un retorno de los deudores en estado moroso en 2020 a un estado normal en 2021-2022 y una evolución más favorable de los precios de los activos que sirven de garantía a los préstamos, lo que limitaría las pérdidas efectivas.
Por otra parte, el Banco de España ha señalado que la capacidad de resistencia de las entidades también depende de los elementos de absorción de pérdidas de los que disponen: tanto provisiones (destinadas a la cobertura de las pérdidas esperadas) como capital (capacidad de absorción de las pérdidas inesperadas). Ambos se han ampliado en comparación con la anterior crisis, por lo que las entidades tienen una mayor capacidad de absorción de las pérdidas inesperadas derivadas del aumento de la morosidad que previsiblemente cause la crisis del Covid-19 en 2020.