Una de las paradas de tren más concurridas de Madrid es Atocha. Miles de personas y turistas transitan a diario por sus andenes, pero solo algunas tienen el acceso denegado. Las personas con movilidad reducida, especialmente aquellas en sillas de ruedas, tienen muchas barreras para poder montar en un tren. Barreras que Metro de Madrid y la EMT en Madrid están reduciendo a un ritmo mucho mayor que el de Renfe.
“A la estación de Atocha no podemos bajar. No hay ascensores, pero tampoco hay problemas técnicos que impidan su instalación”, denuncia Javier Font, presidente de la Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de la Comunidad de Madrid (Famma).
Según el Ministerio de Fomento, “Renfe ha mejorado la accesibilidad en las estaciones de Cercanías de mayor demanda (superior a 750 viajeros al día) y continúa en el resto. En la actualidad, el 60% de las 490 estaciones de Cercanías (utilizadas por el 76% de los viajeros de Cercanías) disponen de itinerario accesible. El objetivo será conseguir la accesibilidad universal al final de este plan”.
Pero como ocurre en muchas ocasiones, la teoría y la práctica no coinciden. Lo curioso es que esta regla no se cumple para estaciones como la de Atocha. De hecho, desde Famma aseguran que la adaptación es menor. “Renfe es un desastre. El 85% no es accesible”, critica Font. La asociación está intentando reunirse con Renfe y Adif para poner una solución a este problema.
Y eso que Renfe cuenta con el servicio Atendo, que acaba de cumplir su décimo aniversario, superando los 4,2 millones de asistencias a personas con discapacidad en todo este tiempo. Se trata de un servicio que ha facilitado la accesibilidad en el 100% de los trenes AVE y Avant. Pero no en la corta y media distancia.
Metro se deja más de 500 millones
Pero la situación de Atocha no es distinta de muchas otras estaciones. Y no solo de Renfe. En Metro de Madrid también existen problemas. La red cuenta con 301 paradas de metro. De ellas, 112 no disponen de instalaciones adaptadas a personas con movilidad reducida.
Pero Metro tiene un plan. Un total de 571,8 millones de euros es lo que le costará a la Comunidad de Madrid hacer más accesibles las estaciones de la red de metro. Este Plan de Accesibilidad 2016-2020 incluye la implantación de ascensores y de pavimentos tacto-visuales, además de otras medidas complementarias.
Intercambiadores como Príncipe Pio o Avenida América, o incluso paradas cercanas a hospitales como el Niño Jesús, no cuentan con ascensores. Un problema también en barrios donde viven muchos ancianos. Y las que lo tienen, sufren otro inconveniente: el mantenimiento. “Los tiempos de respuesta deberían ser más cortos”, denuncian. Hay estaciones donde el ascensor lleva más de 15 días sin funcionar.
Pero no es el único problema con el que se encuentra una persona con movilidad reducida. No todos los vagones cuentan con pestañas de acceso para sillas de ruedas, por ejemplo. La instalación de sistemas de apertura fácil en puertas mampara, de apoyos en los andenes, de tiras antideslizantes en escaleras fijas o la adecuación de los interfonos son algunas de las medidas muy demandadas. Ahora, estas se incluyen en el plan de Metro de Madrid.
El nuevo plan de Metro permitirá hacer el 73% de la red de Metro totalmente accesible para personas con movilidad reducida, frente al 63% existente en la actualidad. Aunque desde Famma reconocen el esfuerzo económico de la Comunidad en el suburbano, “hasta que no sea el 100% accesible, Metro de Madrid sigue discriminando a las personas con movilidad reducida”.
EMT, la más accesible
Si en el transporte en tren la situación es compleja y en metro parece mejorar, en la EMT el avance es mucho mayor. “La EMT es casi completamente accesible”, indican desde Famma. Los 2.000 autobuses de EMT son accesibles, cuentan con piso bajo y disponen de rampa para facilitar el acceso de Personas de Movilidad Reducida que utilizan sillas de ruedas. Algunos cuentan incluso con doble plataforma.
Además de la rampa mecánica, EMT se ha comprometido a instalar las nuevas rampas auxiliares en todos aquellos nuevos autobuses que van a ir incorporándose hasta finales de 2017. Después se instalarán en el resto de la flota.
Cierto es que no es lo mismo cambiar una flota de autobuses que las infraestructuras de toda una red de metro o de tren en Renfe que conllevan ciertas complejidades. Pero, al final se trata de una cuestión de voluntad e inversión para eliminar las barreras que niegan el acceso a las personas con problemas de movilidad.