Llama la atención que, desatascada por fin la situación política y con un Gobierno ya no en funciones, tras casi un año de mareo electoral a los ciudadanos, uno de los principales problemas de España siga siendo la calidad de su televisión pública… y su inasumible coste para las arcas públicas.
Con un presidente, José Antonio Sánchez al que, con la ley en la mano, le quedan dos años aunque algunos –desde dentro y desde fuera- pretenden ‘hacerle las maletas’ para que abandone cuanto antes su despacho de Prado del Rey con destino, dicen, a su antiguo puesto en Telefónica; y con unos problemas de gestión que no vienen de los dos últimos ejercicios, los de su mandato, sino que se remontan a Alberto Oliart, a un paréntesis posterior sin presidente y con los consejeros de turno en funciones y sobre todo, al gran destructor de audiencia y creador de déficit: Leopoldo González-Echenique.
Decisiones de gestión erróneas que han motivado que el déficit haya engordado, año tras año, y la audiencia descendido en el mismo porcentaje. Expertos consultados por Merca2 consideran inaudito que TVE esté muy por debajo de los dos dígitos porcentuales. Algo impensable hace quince años.
El cambio de la ley en 2010 que suprimió la publicidad en RTVE no fue aprovechado para hacer una reforma, al estilo de la BBC británica, que incluyera una financiación por canon -por ejemplo en la compra de televisores- presupuestos públicos y con patrocinios y ‘sponsors’ para espacios culturales, deportivos y de entretenimiento, dejando fuera tan solo los programas informativos, tal y como recoge la actual ley.
Tampoco, claro está, para acometer una transformación total por parte de quien tiene potestad para ello: el Parlamento. Tal y como ha declarado en los últimos meses el director general corporativo del antiguo ente público, Enrique Alejo, al que gusta -según parece- ser calificado como ‘el hombre de Cristóbal Montoro en Prado del Rey’, “era evidente que el modelo no funcionaba desde el primer minuto”. Hubo un tiempo en que la culpa del déficit de RTVE se cargaba siempre a la Orquesta y Coros, al Instituto de RTVE o a RNE. Hoy, el problema sigue siendo el mismo, aunque se busquen otros chivos expiatorios.
El anterior presidente de la Corporación, Leopoldo González-Echenique, llegó a reconocer en 2014, en sede parlamentaria, que con 975 millones de presupuesto era imposible hacer una televisión solvente económicamente Unas declaraciones que causaron estupor e indignación por aquellos días en medios profesionales que, por echar más leña al fuego, añadieron que tampoco era posible mantener un modelo televisivo en condiciones de competir, no ya con Atresmedia o Mediaset sino, por ejemplo, con autonómicas cuyo presupuesto anual no superaba los treinta o cuarenta millones de euros, como la asturiana o la de Castilla y León.
Por dónde “meter la tijera”
Expertos en Broadcast y New Media, conocedores de la realidad de RTVE, creen que son otras las causas que explican esta caótica situación financiera. Por ejemplo unos costes de personal que suponen un 38 por ciento del presupuesto total -RTVE mantiene a 6.350trabajadores en plantilla- frente al 15 por ciento de Atresmedia y Mediaset, sus dos grandes competidores privados.
En los años en los que ha estado al frente de RTVE, el PP no ha realizado ningún ERE. Un privilegio solo reservado al PSOE con el beneplácito de los sindicatos de la casa. El último, que data de 2006, afectó a 4.150 trabajadores de la plantilla, fue realizado bajo el Gobierno Zapatero y costó a las arcas del Estado más de 1.000 millones de euros.
Al actual presidente, José Antonio Sánchez le quedan dos años de mandato, aunque hay quien dice que está de salida
A día de hoy hay un nuevo ERE sobre la mesa que afectaría de 2.400 trabajadores de la plantilla y que fue entregado por la SEPI hace más de un año a José Antonio Sánchez. El Ejecutivo le ha impedido ponerlo en marcha, a diferencia de lo que le ocurrió en Telemadrid. Todos saben que Prado del Rey subcontrata a productoras externas prácticamente todos sus programas. Eso sí, con una plantilla de 6.300 personas que triplica la de los dos grupos de televisión privada, Atresmedia y Mediaset. Ambos por cierto, duplican en audiencia de TVE.
¿Existe un plan?
Sí, y seguro que muchos más. Lo que hace falta, según trabajadores con experiencia de muchos años, es que Gobierno y Parlamento quieran entrar de una vez por todas a reformar RTVE. Hace 4 años hubo ya un proyecto muy bien valorado por profesionales del sector, tanto de España como del resto de Europa y que, a día de hoy sigue estando de plena actualidad. Incluye la modernización total de la Corporación y su adaptación a los nuevos tiempos del sector audiovisual, estableciendo un compromiso de reducción de gasto de hasta un 30 por ciento anual en un plan a cuatro años, sostenible en los siguientes ejercicios.
Un plan que se estructuraría sobre tres pilares básicos: contribución a la reducción del déficit público mediante la reducción de las necesidades financieras de RTVE, implantación en la corporación de un modelo de gestión empresarial basado en la incorporaciones de valores de modelos internacionales que funcionan y que permitirían garantizar al máximo el rendimiento de los recursos aplicados al grupo, con la máxima transparencia, y mantenimiento de la calidad del servicio público.
Expertos en New Media consultados por Merca2.es señalan que, a pesar del deterioro de la situación de la Corporación, todavía hay tiempo para mejorarla. Se necesita, eso sí, un nuevo modelo para RTVE: sólido, de carácter empresarial, creíble y de futuro, avalado por el Gobierno, por el Parlamento y por un equipo profesional solvente, integrado, y con capacidad de gestión suficiente para llevarlo a cabo. Un modelo que permita una sustancial reducción del déficit del resto de organismos de las radiotelevisiones autonómicas -FORTA- compartiendo recursos no editoriales. conviene recordar que, según la CMC, el volumen de subvenciones públicas al sector, era ya en 2010 –hace seis años- nada menos que de 2.289 millones de euros: el 34 por ciento del total de sus ingresos. Unas subvenciones que habían crecido un 246 por ciento respecto al período 2005. También se informaba, de una forma precisa, de que
RTVE debería concentrar su talento y sus recursos en su “core business”, es decir, en la producción de información y entretenimiento de calidad. El resto de actividades, de servicios, de soporte y auxiliares deben confiarse a operadores especializados que las presten con la mejor relación calidad-precio. Con ello se conseguiría una mayor proporción de costes variables, así como un mejor margen de operaciones.
Sobre la mesa hay un nuevo ERE que podría afectar a 2.400 trabajadores
En cuanto a medidas organizativas, los profesionales consultados señalan la convergencia digital como una realidad cotidiana ya en la vida de los ciudadanos y usuarios de contenidos audiovisuales. Algo que hace imprescindible por tanto que lo sea también para las compañías que los producen. Siguiendo esta línea, apuntan a que RTVE debería reorganizarse por procesos: tener una única sede evitando la dispersión y el gasto. Dicho en otras palabras: Torrespaña para informativos, Prado Del Rey en programas. De igual forma, una sola redacción de informativos, una de deportes y así sucesivamente. De esta manera, se pondrían en valor las sinergias latentes y que hasta ahora nunca han sido suficientemente aprovechadas. Una organización convergente, en suma, para todos los productos y servicios del antiguo ente público: televisión, radio y digital media.
Los grupos parlamentarios, ahora que no hay mayoría absoluta, tienen una oportunidad de oro para hacer los cambios precisos. Unas transformaciones que nunca se han realizado. Con un consejo de administración profesional y comprometido en la gestión, en el cual no deben figurar, siguen explicando a Merca2.es profesionales del antiguo ente, los sindicatos, tal y como pide Podemos -no se puede ser juez y parte-. Ya hubo un nefasto precedente en torno a esto y fue durante la vigencia de la ley de Zapatero de incluir a dos consejeros en representación de los sindicatos más representativos, UGT y CCOO, muy deficiente en términos profesionales y que acabó con la dimisión del consejero de este último sindicato…antes de que expirara su mandato.