El impacto inmediato del coronavirus sobre la industria del transporte aéreo se perfila como «peor» que el de los ataques terroristas del 11S, cuando tardó cerca de una década en recuperarse por completo, ya que la caída actual es de más del 95%, frente al 30% de 2001, según un análisis realizado por Oliver Wyman.
Tras las cuatro fases de desescalada programas, la ‘nueva normalidad’ traerá consigo la reactivación completa de la economía, incluyendo los vuelos. La capacidad de aportar certidumbre en materia de salud y seguridad será «fundamental» para la reconstrucción de la confianza en la sociedad, sobre todo en el caso del transporte aéreo.
Para restablecer esta confianza en el corto y el largo plazo, es necesario disponer de protocolos de evaluación de amenazas, basado en datos científicos, que explique a los pasajeros la «gravedad de la situación» y qué están haciendo las aerolíneas para mitigarla.
Tras el 11S, se creó un sistema de evaluación del nivel de amenaza, codificada por colores, que informaba a los viajeros sobre el grado de riesgo existente.
Por ello, el análisis de Oliver Wyman propone la cooperación entre los gobiernos y la industria de transporte aéreo para crear un sistema similar que controle los brotes de enfermedades infecciosas como el coronavirus. Este tendría que ser «mucho más transparente» sobre los datos que determinan el riesgo y mucho más específico cobre los procedimientos de seguridad que acompañarán a cada nivel.
El sistema evaluaría la amenaza de enfermedades infecciosas en cinco niveles, codificadas por colores, que detallaría las condiciones de correlación entre cada color y los procedimientos seguidos por las aerolíneas y aeropuertos.
Por ejemplo, el coronavirus estaría actualmente en la categoría de «muy grave», basándose en la declaración del estado de emergencia, las órdenes de confinamiento y la propagación de la enfermedad.
En este nivel, por tanto, los viajeros podrían esperar que las aerolíneas proporcionen equipo de protección personal para todos los pasajeros y empleados, la obligatoriedad del lavado recurrente de manos y la desinfección de las superficies durante los vuelos y la ausencia de servicio a bordo, entre otras cosas.
La evaluación de la amenaza de enfermedades infecciosas ayudaría a educar a los pasajeros sobre cómo volar bajo ciertas condiciones y qué esperar al llegar a los aeropuertos o al subir a los aviones.
Tras el 11S se establecieron las restricciones a la hora de portar líquidos, en envases individuales de no más de 100 militros y la obligación de descalzarse en los controles de los aeropuertos.
Con la evaluación de la amenaza de enfermedades infecciosas, los pasajeros podrían tomar conciencia de que con fiebre o tos fuerte, probablemente, no podrían acceder al avión cuando el nivel sea naranja o superior y que los pasajeros a bordo podrían ser obligados a usar mascarilla.
Tomar la temperatura de los pasajeros antes de los vuelos o presentar los resultados de las pruebas de anticuerpos virales también podría ser necesario eventualmente.
La elaboración de un conjunto de normas acordadas por todas las aerolíneas facilitará el cumplimiento y podrían facilitar los viajes internacionales al proporcionar a los gobiernos un conjunto de medidas de control común, según detalla el informe.