El chiringuito y la barbacoa de los que hablaba Georgie Dann ya no es el modelo económico a seguir. España presume de sumar cada vez más turistas y auguran un 2017 de récord con más de 80 millones de visitantes. Sin embargo, es el momento de volver a formular una pregunta que varios gobiernos autonómicos y locales han formulado hasta la saciedad. ¿Cantidad o calidad? El turismo de sol y playa que nos hizo tan famosos no es tan rentable.
Hasta agosto, España ingresó más de 60.400 millones de euros. Sí, Cataluña, Canarias y se llevan el premio en cuanto a gasto de turistas se refiere. En lo que va de año se han embolsado más de 13.600 y 10.900 millones de euros respectivamente. El doble de los casi 6.000 millones de euros que se gastaron en Madrid. Ahora bien, cantidad no es sinónimo de calidad ni poder económico.
Agosto siempre se ha descrito como un mes rentable para la costa pero no para el interior. Las cosas han cambiado. Siguen liderando el gasto total, pero no el que hace cada turista. Según la encuesta de gasto turístico que elabora el INE Madrid lidera el gasto medio por turista con más de 1.400 euros. Es casi un 37% más de lo que se gastan en Cataluña.
El turista rentable viaja para comprar artículos de lujo
El turista que viaja a Madrid en verano no se caracteriza por querer torrarse al sol y comer en los chiringuitos de playa. Se trata de un visitante más exclusivo y que tiene en mente volver a su país con la maleta llena de cosas nuevas. No te estoy diciendo souvenirs ni recuerdos similares. Buscan compras y grandes marcas.
Un ejemplo de ello es una estampa que se ha vivido este verano. Era el mes de julio. España se encontraba inmersa en una ola de calor. En la calle sólo se escuchaba “¡qué calor!”. Tanto en español como en otros idiomas. Quienes lo hacían en inglés, por ejemplo, no se encontraban en Sol o el Palacio Real. El caso que te estoy dando era en la puerta de El Corte Inglés de Serrano.
Madrid y Barcelona llevan años luchando por posicionarse como un destino de compras. Poco a poco han sabido hacerse un hueco entre grandes competidores como Londres, París, Milán o Nueva York. De hecho, la Ciudad Condal se ha posicionado en el Top10 de los destinos preferidos por este tipo de turistas. Aun así, su impacto no se demuestra en las cuentas.
Barcelona cerró agosto con 2.640 millones de euros procedentes de los turistas. Madrid se quedó en los 750 millones. Hasta ahí parece que gana la Ciudad Condal, sin embargo el aumento de los ingresos muestra lo contrario. Crecieron un 10% frente al más del 16% de la capital.
Pero aquí no se acaban las razones que explican la poca rentabilidad del turismo de costa. Cuando hace calor la gente busca la playa. La temporada de verano se está alargando más de lo normal gracias a las altas temperaturas. Pero lo que hoy es una mina de diamantes se puede quedar sin existencias. Según la AEMET, este verano se han registrado cinco episodios de calor extremo, algo que no se había producido en la historia. Parece una buena noticia para el sector, pero no es así. La AEMET alerta que estas olas de calor tan frecuentes e intensas amenazan el turismo en España.
El pasado verano llegaron a registrarse nueve días seguidos con temperaturas –en algunas regiones- por encima de los 40 e incluso los 50 grados.
Durante años, España se ha beneficiado del turismo. El sector aumentó su aportación al PIB año tras año. Sin embargo, la gallina de los huevos de oro puede morir. La única forma de evitarlo –además de cuidar el medio ambiente- es diversificando la oferta. Si el sol y playa muere no quedará nada. Sin embargo, si se apuesta por el turista de calidad, ese que gasta más, el impacto apenas se notará.