El covid-19 ha convertido a Bankia en la joya bancaria más cotizada en un posible baile de fusiones. Eso sí, con el permiso de Bankinter. Y su presidente, José Ignacio Goirigolzarri, el deseado para liderarla. La primera gracias a su solvente exceso del maná bancario más preciado, el capital. El segundo, debido a que ha vuelto a demostrar, ya lo hizo en BBVA, ser una figura bancaria de primer nivel capaz de generar la suficiente confianza para liderar un proyecto de mayor calado. Ambos reúnen dos virtudes, fondos y capacidades, que son vitales a las puertas del proceso de concentración que se avecina en los próximos meses, según indican fuentes del sector.
La estructura del baile ha sido más o menos fija en los últimos años. Con Banco Sabadell y Bankia como eje central y BBVA como un comodín que puede acoplarse a ambas. Pero, el colapso provocado por la pandemia del covid-19 ha modificado profundamente dichas combinaciones. Ahora, es la firma semipública y no la bilbaína la que tiene el poder de elegir. Las fusiones, al menos en el mismo territorio, tienen su fundamento en dos características. La primera, obviamente, son las sinergias generadas que van más allá de la estructura territorial de las oficinas. La segunda, la solvencia y capacidad financiera de la entidad resultante, en la que realmente se fijan inversores y reguladores, que se mide en forma de capital.
Precisamente, es en este último punto en el que BBVA ha perdido la iniciativa. De hecho, la firma que dirige Carlos Torres presentará una débil estructura de capital en el próximo año, tras su dramático desplome en el primer trimestre del año. Una situación que no mejorará tan fácilmente, según aseguran desde la propia entidad, y que lo aleja todavía más de integrarse con la firma catalana. Al fin y al cabo, no solo era ya la combinación menos eficiente, sino también nacería con un problema crónico de capital debido a los problemas que ha tenido Sabadell en este punto.
BANKIA: EXCESO DE CAPITAL, PERO NECESITADA DE RENTABILIDAD
A diferencia de ambos, Bankia no ha tenido problemas de este tipo en los últimos años. La firma que preside Goirigolzarri siempre se ha mantenido como una de las firmas más solventes, en volumen de capital, del sistema bancario español. Incluso a niveles de otros competidores europeos mucho más grandes, como el caso de Deutsche Bank. Además, la capacidad de generar fondos se ha visto fortalecida en mitad de la pandemia tras presentar un CET1, de máxima calidad, cercano al 13% y prácticamente sin impactos considerables por el colapso económico del país.
Un crecimiento que le ha llevado a una situación manifiesta de exceso de capital y, ante la que la propia ejecutiva prefiere no pronunciarse. Una situación que da pistas y abre la puerta a movimientos corporativos. «Creo que aun es demasiado pronto para hablar de eso», contestó el consejero delegado del banco, José Sevilla ante la pregunta de un analistas de si se usaría para aumentar la eficiencia en la entidad. «No tenemos nada sobre la mesa», afirmó Sevilla ante la cuestión de si tal exceso se podría utilizar para limpiar balance. Todo lo anterior, se simplifica con otra frase ante los analistas del propio CEO que abre muchas puertas: «Actualmente, no tenemos una respuesta específica al uso de capital excedente».
Pero, las bondades del capital de ahondar en la eficiencia (despidos e inversión en digitalización) o el saneamiento del balance (vender carteras improductivas) acarrea una debilidad manifiesta: reduce la rentabilidad. Así, el ROE de Bankia, que mide la rentabilidad de un banco medido como beneficios entre fondos propios, podría ser mucho más alto sin ese exceso. En dicha baja rentabilidad influye también el excesivo peso del Euríbor, que está en negativo, sobre sus créditos. Ambos problemas, serían más llevaderos gracias a una fusión que crearía sinergias (con capital se acometen mejor) y la entrada en nuevos mercados.
GOIRIGOLZARRI COMO LÍDER NATURAL
El segundo pilar que pone a Bankia como joya en el baile de fusiones es la figura de Goirigolzarri. El ascenso de la gran empresa podría ser considerado uno de los corolarios de ‘La Teoría del Gran Hombre‘. La misma se podría resumir en la frase de su creador, Thomas Carlyle: «La historia del mundo no es sino la biografía de grandes hombres«. El excéntrico Friedrich Nietzsche acertó más el disparo alegando que «… la meta de la humanidad reside en sus especímenes más altos». Al fin y al cabo, la gran mayoría de éxitos empresariales están muy ligados a sus creadores como Steve Jobs, Jeff Bezos o Elon Musk.
Pero, en dicho razonamiento todavía hay una vuelta de tuerca más y es la gestación de multinacionales nacidas de grandes fusiones. Así, solo la figura de un verdadero líder al que seguir es capaz de llevar mucho más lejos la simple unión de dos balances. Una teoría que suscribe cualquiera que siguiera los pasos en la automoción de Sergio Marchionne o el ascenso y caída de la alianza entre Nissan y Renault que lideró muchos años Carlos Goshn.
Por ello (y sin desmerecer a nadie), Goirigolzarri sobresale en el espectro bancario español como figura aparte para un proceso de fusión que debería ir más allá. Por experiencia, resultados o respeto en el sector podría ser la pieza sobre la que edificar otro campeón nacional (el Banco Santander es uno) capaz de hacerse valer frente a lo que esta por venir.
EL VERDADERO BAILE SERÁ EN POCOS AÑOS A NIVEL EUROPEO
El baile en España se debe entender en un contexto mucho mayor. Al fin y al cabo, el proceso de concentración en el sector es un aperitivo para lo que debería venir unos años más adelante: la creación de auténticos gigantes europeos transfronterizos. El movimiento se debe entender como una respuesta defensiva a otros mayores: el primero, es sencillamente una evolución natural. La globalización avanza a pasos agigantados como muestran infinidad de sectores que van desde la alimentación, automoción o el tecnológico. La ecuación básica de que a más grande también más rentable, gracias a la lógica de las economías de escala.
El segundo, tiene que ver con el tsunami digital traerán consigo los movimientos de los gigantes tecnológicos. Una avalancha a la que solo se podrá sobrevivir gracias al tamaño. Ya sea a través de una estructura pequeña, ágil y especializad (fintech) o lo suficientemente grande para tener la capacidad de aguantar el impacto y competir de tú a tú. Lo que exigirá inversiones milmillonarias en desarrollos digitales. Aunque, los primeros probablemente también serán absorbidos, por lo que solo quedarían lo segundos.
Hasta el momento, esos procesos están parados debido a la lentitud en el desarrollo de la Unión Bancaria, pero llegarán. Como demostró ya Alemania, con la fusión frustrada de Deutsche Bank y Commerzbank, las sinergias nacionales se terminan agotando. Para entonces, será el turno de pasar de campeones nacionales a campeones europeos (o transnacionales) y el tamaño de los primeros dará o restará poder en la estructura de los segundos. De ahí, el complejo equilibrio en lo que está por venir.