Los gobernantes de medio mundo miran con envidia a Suecia. Un país en el que el dinero en efectivo ha desaparecido prácticamente. Tan sólo el 2% de sus transacciones se hace en cash, algo que tiene grandes ventajas: ahorro a las arcas públicas por no tener que emitir moneda; control de los movimientos y un aumento de la base fiscal ya que en todo momento se sabe el dinero que tiene cada ciudadano. De hecho, se espera que en los próximos años el Banco Central lance una moneda meramente electrónica y haga desaparecer paulatinamente lo que resta de divisa.
Sin embargo, esa medida parece que tardará tiempo en llegar a España. En primer lugar, porque por mucho que se empeñe Montoro, a los españoles nos gusta el dinero. El sobeteo de los billetes en la cartera. Si no, podemos preguntarnos el por qué el 80% de los billetes en circulación en nuestro país son de 500 euros. Sí, esos que nadie ha visto pero que -al parecer existen-. Pero es que hay más, representan el 10% de los que hay toda la Unión Europea.Y ojo, porque ha ido bajando durante los años de la crisis respecto a los máximos de la burbuja inmobiliaria, tal como se desprende de los datos del BCE.
Quizá por eso, y porque se relaciona el uso de estos billetes a actividades delictivas, el BCE los ha dejado de producir. Y por eso también en España se busca la manera de ir reduciendo los pagos en efectivo. Se trata de aflorar el dinero que tenemos debajo del colchón, pues se calcula que la economía sumergida supone en torno al 22% del PIB.
Sin embargo, los españoles -por mucho que se empeñen- queremos el efectivo y despreciamos las formas electrónicas de pago. Según un estudio de PWC el 100% de los españoles emplea el cash; mientras que sólo el 52,2% paga con PayPal o un raquítico 4% que opta por las apps móviles.
¿Y por qué esa falta de uso?
Básicamente por la falta de confianza que inspira. A nivel global, según el Centre for International Governance Innovation (CIGI), 6 de cada 10 internautas mundiales están preocupados por la privacidad. Algo lo que coincide José María Mollinedo, secretario general de Gestha; «aunque también por la seguridad, añade». De hecho, a medida que aumentan las cantidades a pagar, disminuye el grado de interés por utilizar un medio alternativo.
Prueba de que el quid de la cuestión está en la confianza, es que el 81% de los españoles se fía en los medios avalados por los bancos; el 64% en las tecnológicas y el 54% en las operadoras. Se avecinan tiempos duros. De hecho, ahora mismo la guerra está ahí: en generar confianza.
Lo que está claro es que el comercio electrónico movió 20.745 millones de euros el año pasado; frente al global de 160.000 millones que gastamos los españoles. Es decir, tan sólo un 13%. Así que imaginen si le queda camino por recorrer.
Un escenario que también comparte el secretario general de Gestha, José María Mollinedo, quien pone encima de la mesa un dato más: la extensa zona rural de nuestro país. Una medida de este tipo «supone un cambio cultural tremendo, que llegará con el tiempo. Pero hacerlo de repente, traería consecuencias. Si las personas mayores ya tienen problemas para utilizar el cajero, imagina si les dejas sin dinero», sentencia.
La evolución de la inflación
Los técnicos de Hacienda alertan, además, de un escenario del que nadie habla, y que afecta directamente al bolsillo del ciudadano. Si quitamos el efectivo, subirán los precios consecuencia de las comisiones que tendrán que pagar las tiendas. Aunque hay economistas que defienden que ese efecto se diluirá, ya que habrá más competencia de actores y los precios se reducirán.