BBVA tiene un problema; además, importante. La entidad desveló que su ratio de capital de máxima seguridad descendió dramáticamente en el primer trimestre de 2020. En concreto, su colchón más solido de dinero, el denominado CET1 fully loaded, cayó al 10,84% desde el 11,74%. Una situación embarazosa para el banco que dirige Carlos Torres, ya que dicha partida es clave para los inversores, dado que sirve para mucho más que como una medida de solvencia. De hecho, es vital para pagar dividendos, incrementar inversiones o recortar (balance o plantilla) para ser más rentables. En última instancia, también sirve como referencia de cara a futuros movimientos corporativos.
La presentación de resultados de la banca tiene un efecto peculiar y, es que, su estructura les delata cuando intentan esconder algo. En especial, los que se empaquetan para la prensa. Más allá de del juego que se trae, en este caso BBVA, con el apellido que le pone a sus ganancias en sus titulares -«Beneficios sin extraordinarios» (cuarto trimestre de 2019) o «beneficio recurrente» (primer trimestre de 2019)- sobresale como aparecen y desaparecen figuras clave que desdibujan la fotografía que quiere mostrar la entidad. En este caso, dicha partida es el capital que ya se ha mencionado.
Así, tras un titular que podría ser considerado un trabalenguas aparece un cuadro con datos clave. A lo largo de 2019 la entidad varió su composición, aunque siempre había un hueco amplio para informar del capital. De hecho, la entidad resalta que la buena evolución del mismo es «otro de los puntos destacados por los analistas en sus informes». Curiosamente, esa partida desapareció en el primer trimestre de 2020 y no se tiene noticia de ella hasta la segunda página. Obviamente, coincidiendo con la abultada caída de la mismo.
PROBLEMAS, TRAS LA MALA DIVERSIFICACIÓN
El fuerte desplome del capital de máxima seguridad del banco no es, en sí, lo más importante. Lo realmente relevante, y preocupante, es que ha sido mucho más intenso en BBVA que en el resto, sean españoles o europeos. Un problema doble, ya que por un lado te señala frente a los inversores, como le ocurrió a Banco Sabadell los últimos años y que le ha llevado a vender un gran número de activos. Por otro, refleja que algo no funciona bien en el balance de la firma que preside Torres al margen del impacto de la pandemia del covid-19.
De hecho, los datos así lo señalan. La carga frontal por las provisiones apenas restó 26 puntos básicos, de un total de 90, al capital de la entidad. Los impactos más contundentes vinieron del aumento de los activos ponderados por riesgo, denominados APR, que ha sido muy superior al resto de firmas españolas por su elevada exposición al petróleo norteamericano donde se han multiplicado las quiebras. Y a su vez, los problemas de sus otras economías clave como México y Turquía que le han castigado con más riesgo y a través de la depreciación de las monedas locales.
La diversificación geográfica se valora como un símbolo de fortaleza para la banca. Una afirmación que hay que cogerla con pinzas, como se demuestra en BBVA. Por un lado, hay que atinar con el país en el que uno se expande. La entidad bilbaína lleva años comprobándolo con Turquía. A Sabadell le ocurrió con TSB en plena hecatombe del Brexit. Por otro lado, de poco sirve hablar de diversificación si el 44% de tu resultado depende de un país, como ocurre con México. Al final, ejemplos como Bankinter ponen en evidencia la estrategia de los grandes.
¿BBVA SIN DIVIDENDOS DURANTE AÑOS?
Pese a todo, los problemas para BBVA no han hecho más que empezar. En primer lugar, los efectos del covid-19 sobre los beneficios junto a la caída del capital pone en riesgo los dividendos futuros del banco. «La clave negativa de los resultados de BBVA es la relación CET1 (…) que sumará preocupaciones de solvencia y pospondrá el retorno a los dividendos», advierte un informe interno de Bloomberg. Al fin y al cabo, dicha partida solo se aumenta gracias aumentar capital (descartado) o al acumular beneficios y limitar reparto de dividendos.
Más si cabe, que la evolución del capital en los próximos meses es dudosa. La entidad se escudó en que su objetivo en 2020 en relación al capital es mantenerse «dentro del rango de entre 225 y 275 puntos básicos» por encima de los requisitos. Pero dicha afirmación es un truco (otro más) de Torres y su equipo, dado que la base (225pb) es una medida inventada que sale de la diferencia entre su posición actual 10,84% menos los requisitos rebajados por el BCE (pasó del 9,27% al 8,59%). En realidad, es como decir nada de cara al futuro.
De hecho, el consejero delegado, Onur Genç, no se atrevió a dar detalles de cara al segundo trimestre a los analistas: «Dada la alta incertidumbre existente, no voy a responder si vamos a llegar al 11%». ¿La razón? Que los cargos positivos como la venta de activos en Paraguay o la flexibilidad en ciertas partidas contables no se sabe cuando llegarán. Pero, sobre todo que siguen expuestos a las depreciaciones del peso mexicano y la lira turca. En concreto, cada 10% que se deprecie cada una de las monedas (habrá tensiones financieras en el corto plazo) tumban el capital del banco en 3pb. En definitiva, la mala diversificación del BBVA sigue pasando mucha factura a su accionista.