Las investigaciones para lograr una cura que salve al mundo de la pandemia del covid-19 transcendió hace tiempo las ínfulas empresariales. A medida que la enfermedad ha ido contagiando con fuerza a la economía mundial, los Gobiernos han tomado el control. Ahora, ya no es una pelea entre firmas farmacéuticas para explotar una u otra patente, sino una pugna entre superpotencias para erigirse como la número uno global. Los pretendientes son bien conocidos, los capitalistas (Estados Unidos) contra los comunistas (ahora, China). También los trucos como la guerra por la propaganda, los espías y los boicots a los desarrollos. La nueva guerra biológica.
Un episodio más de la pugna entre ambos gigantes, al más puro estilo de Hollywood, se vivió en los últimos días de abril. Así, el 23 de abril saltaba una noticia negativa en contra de las aspiraciones de EEUU de erigirse como vencedor de la pugna. La razón es que una de las pruebas que realizaba una de sus principales apuestas, Gilead -un gigante farmacéutico norteamericano que tiene cinco veces el tamaño de Telefónica-, falló estrepitosamente en el uso de su fármaco estrella, remdesivir, para la cura de infectados de covid-19.
Curiosamente, en los días siguientes la misma Gilead sacaba a la luz otro estudio, paralelo al anterior, en el que se felicitaba de los efectos positivos del fármaco. Los datos demuestran «un efecto positivo significativo en el tiempo en el que se recuperan los pacientes». Las pruebas eran sencillas: una vez cogido el grupo total, de unas 400 personas, se dividía de manera aleatoria en dos. Uno recibía el medicamente y los otros placebo. El resultado fue que una recuperación de hasta el 30% más rápida y la caída de la mortalidad en algo más de un 30%.
¿POR QUÉ UNO FUNCIONÓ Y EL OTRO NO?
A la vista de dichos resultados, ambivalentes en tan corto periodo de tiempo, algo no termina de encajar. Aquí es donde entran lo que se llaman ‘extrañas coincidencias’. En primer lugar, llama la atención la disposición geográfica de ambas pruebas. Así, la primera (la que salió mal) se ejecutó en China, más en concreto, en el hospital de Wuhan. Mientras, que la segunda, con resultado satisfactorio, fue íntegramente realizada en EEUU.
La segunda ‘extraña coincidencia’ es la forma en que se han dado a conocer los resultados de ambas. Aunque, en especial en la de origen chino. En un primer momento, la noticia saltó a través de uno de los grandes tabloides a nivel mundial como es el Financial Times. El periódico señaló que los borradores, a los que había tenido acceso, de la prueba evidenciaban que el medicamento no logró mejorar los síntomas de los pacientes ni logró reducir el nivel del virus SARS-Cov-2 en la sangre. En la información, se explicó, muy por encima, que se había terminado antes de tiempo por la baja inscripción. Esto es, que los ciudadanos chinos no quisieron prestarse para la prueba de la americana.
A medida que pasaron las horas, la historia se hizo más rocambolesca. Así, ante la presión el rotativo indicó que la información venía directamente de la Organización Mundial de la Salud. A su vez, la OMS explicó que el borrador no constaba en ninguna de sus publicaciones. Más tarde, se conoció que aparentemente se había publicado y al momento se había eliminado. ¿El tiempo suficiente para que el Financial pudiera obtener la información? ¿Quién filtró la información? Son preguntas todavía en el aire.
GILEAD CONTRAATACA Y SU VICTORIA ¿ES INMINENTE?
La aparición de la noticia provocó un fuerte revuelo. Los pesimistas señalaron que no sería EEUU quien lideraría la cura. Los inversores entraron en pánico y empezaron a vender las acciones de la compañía, que se desplomó en minutos, mientras sus competidoras subían. Todo ello, obligó a la propia Gilead a aclarar lo más rápido posible el asunto al alegar que: «Los resultados no fueron concluyentes, aunque tienden a mostrar un beneficio». Además, cargó contra la OMS a la que recriminó por publicar sin permiso.
Al poco después, la firma se desquitó con el segundo informe favorable que ha vuelto a lanzar sus acciones. Aun así, la historia no ha acabado, ya que el mismo Financial Times ahora asegura que la FDA, la Agencia de Medicamentos y Alimentación de EEUU, podría aprobar su uso masivo de manera inminente. Pese a que la firma todavía tiene otras pruebas en marcha cuyos resultados, satisfactorios o no, no se conocerán hasta bien entrado mayo.
En definitiva, la nueva pugna de dominación global está en su momento álgido. En esta ocasión, el objetivo de salvar el mundo parece mucho más loable que la carrera por destruirlo, a través del armamento nuclear. Sin embargo, por muy encomiable que sea la tarea, los trucos y las artimañas para lograrlo siguen siendo igual de sucias y rastreras que antes.