domingo, 15 diciembre 2024

El récord del Deutsche Bank: ¿puede aguantar siete años perdiendo dinero?

Deutsche Bank, el zozobrante banco alemán que un día fue su orgullo, va camino de para un nuevo récord: encadenar siete años perdiendo dinero. Hasta ahora, la entidad germana acumulaba ya cinco periodos ininterrumpidos de pérdidas, con un acumulado superior a los 13.000 millones. A los que hay que sumar, según predice Barclays, otros dos más por el efecto del covid-19 en la economía mundial. Una proeza al alcance de muy pocos, sobretodo si eres banco, y que solo se explica porque es alemán y no interesa que colapse.

Cualquiera podría pensar que el banco germano tiene muy mala suerte, siete años en negativo consecutivos. De hecho, una vieja leyenda recuerda que es el precio a pagar para aquellos que rompen un espejo. Lo más curioso de todo es que la penitencia de la firma financiera y el origen de tal leyenda parecen interrelacionados. Así, se cree que el viejo cuento proviene de la antigua Venecia, donde los grandes señores (muchos de ellos banqueros) acumulaban inmensos cristales pulidos. Su coste era el mismo que un sirviente ganaba durante años, por lo que si quebraban uno estaban obligados a abonarlo. Lo que suponía periodos de penurias y dificultades.

Un razonamiento similar se le podría aplicar hoy a Deutsche Bank. La entidad sigue pagando a día de hoy, y así va a seguir los próximos años, por sus excesos, sus malas decisiones y sus abusos anteriores. Las multimillonarias multas, las provisiones por deterioros, la continuada venta de carteras de activos tóxicos a precios de saldo o el elevado coste de cada reestructuración de costes que acomete es un doloroso recuerdo de aquello. Pero, lo anterior no está ni mucho menos superado y, por ello, todavía se le mira con recelo.

LA TENSIÓN EN DEUTSCHE BANK SIGUE SIENDO MUY ALTA

Se podría pensar que el mazazo económico que ha traído la pandemia del covid-19 al mundo se ha producido en el peor momento para la firma teutona. De hecho, Ingo Frommen, analista de Landesbank Baden-Wuerttemberg, explicaba a Bloomberg días atrás que la «crisis ha llegado en un momento realmente terrible para Deutsche Bank». La hipótesis partía de la idea de que el nuevo y revolucionario plan estratégico de la entidad había empezado a dar sus frutos. Hasta el punto de que había empezado a ganar la confianza de los inversores.

Pero, más bien es todo lo contrario. En primer lugar, porque dada la penosa situación del banco nunca le iba a pillar ‘bien’. Una dolorosa realidad. En segundo lugar, porque las pérdidas acumuladas por provisiones y las ampliaciones de capital acometidas, que han sido unas cuantas, han dado cierto colchón para afrontar los problemas actuales. Hasta el punto de que el banco cuenta con un capital de máxima seguridad cercano al 14%, muy por encima que cualquier banco español que apenas se acerca al 12%. Da miedo imaginarse al gigante ante una situación así con el balance tóxico y la envergadura de 2015.

Pero, tampoco está todo hecho. Ni mucho menos. Sus clientes estrujaron tanto las líneas de crédito del banco en marzo que incluso atrajo la mirada del BCE. En el balance todavía tiene un cajón de sastre que es imposible saber cuál es su valor real (aunque seguro que bastante menor del contabilizado) compuesto por: montones de participaciones en bancos, cerca de 24.000 millones en activos tóxicos, más de 8.000 millones expuesto al sector del petróleo. Además, de que tiene comprometidos miles de millones en operaciones corporativos como la de T-Mobile o la venta del área de ascensores de ThyssenKrupp.

NADIE LE QUITA EL OJO, PERO SIEMPRE HAY AYUDAS

Todo lo anterior, provoca que la entidad este bajo la lupa de mercados y gobiernos día si y día también. Un seguimiento que en momentos de crisis, como la actual, adquiere todavía mayor relevancia. Al fin y al cabo, Deutsche Bank sigue siendo el banco más grande Europa, por volumen de activos, y su colapso sigue siendo un tema que nadie se quiere imaginar. Su tamaño y su condición alemana son las únicas tablas de salvación que le han validad en tantos años de números rojos.

Ahora, sigue siendo la pieza central para el Gobierno de Alemania en su intento de canalizar el crédito hacía las empresas. Por ello, desde el Ejecutivo hacen la visto gorda y, por ello también, en el BCE miran a otro lado, mientras aprietan a otros más pequeños. En el complejo mundo financiera hay que saber medir. Así, por ejemplo, el regulador ha dado flexibilidad en las pautas de contabilidad de las provisiones de préstamos incobrables para suavizar el impacto sobre el gigante alemán y el resto del sector. La razón es que a diferencia de los estadounidenses, aquí todavía no hay músculo para amortiguar el golpe.

En definitiva, la llegada del covid-19 no ha sido en un buen momento para el banco, pero bastante mejor que en cualquier otro año anterior. De hecho, es uno de los bancos que mejor desarrollo bursátil lleva en las últimas semanas. Aún así, acumular tantos años de pérdidas es una espiral de la que es muy difícil de salir porque cada noticia negativa refuerza el sesgo negativo y lo empuja de nuevo a la baja. Hasta que llegue el día, quizás, en que no se pueda caer más y lo irremediable termine llegando.


- Publicidad -