Cuando un periodista cubre el mismo evento durante muchos años puede llegar a trazar una confianza más allá de la pura profesional con los protagonistas. En el caso de Fernando Alonso y Antonio Lobato esta situación era más proclive por dos motivos: el periodista era el único español en narrar las citas y el piloto el único que cada domingo estaba enfrente del semáforo. Fue cuestión de tiempo, más bien poco, que ambos crearán un vínculo especial, mucho más allá de meras entrevistas o felicitaciones.
Ambos experimentaron juntos el boom de la F1 en España gracias a los triunfos de Fernando Alonso. Las victorias del asturiano fueron también de Antonio Lobato, con audiencias que desafiaban a la lógica. Mientras el piloto se proclamaba el campeón del mundo más joven de la historia del Gran Circo y recibía el premio Príncipe de Asturias, el periodista era vitoreado por la grada y reclamo de los aficionados a este deporte que buscaban con ahínco un autógrafo suyo.
En su libro Volando sobre el asfalto, Antonio Lobato desgrana que a pesar del carácter de Fernando Alonso, muy selecto a la hora de escoger sus amistades, y de la timidez que a él le caracteriza pese a su profesión, ambos congeniaron rápido. Pronto estaban juntos en los restaurantes para amenizar los fines de semana de Gran Premio. Desde entonces, y hasta la fecha, la relación entre ambos ha sido estupenda. Sólo han tenido un único “borrón”, como el propio Antonio Lobato relata.
Ese borrón se produjo por los comentarios de Pedro Martínez de la Rosa desde la cabina de Telecinco en las carreras en las que Fernando Alonso se jugaba el título con Kimi Raikkonen. De la Rosa (piloto reserva) compartía equipo en McLaren con el finlandés, pero realmente nunca llego a posicionarse en contra del español. Sin embargo, Flavio Briatore se enfadó y le negó a Antonio Lobato la entrevista con Fernando Alonso, que supuestamente en alguna ocasión se había molestado. Hasta Paolo Vasile (dueño de Mediaset) puso en duda la labor de comentarista del piloto de F1.
Solo dos semanas después Antonio Lobato festejó su cumpleaños, al que acudió Fernando Alonso. “Me felicitó entre bromas. Detuvo su coche en medio de una nube de fotógrafos sólo para recordarme que me estaba haciendo mayor. Estuvo muy simpático conmigo; quizá trataba de compensar los malos ratos que indirectamente me había causado en Italia quince días antes. Era su forma de pedir perdón. He de reconocer que desde ese día nunca más he tenido un desencuentro con Fernando Alonso. El único borrón en nuestra buena relación durante tantos años ha sido ese episodio”, recoge en su libro el periodista.