El sector turístico vive sus peores momentos. Los hoteleros deberán hacer malabares para no quebrar. Las aerolíneas se enfrentan a un colapso de las que pocas saldrán con vida. Pero curiosamente serán las firmas de cruceros las que mejor aguantarán el tipo, al menos en el corto plazo. Entre ellas, está la compañía española, aunque con capital extranjero, Pullmantur, que tiene garantizada su supervivencia. Eso sí, con un coste altísimo para la misma.
Una de las fortalezas que posee Pullmantur, al igual que Iberia, es que forma parte de un conglomerado mucho más grande que es capaz de absorber grandes impactos. La firma de cruceros que fundó el Grupo Marsans hace más de 40 años tiene por detrás, como garantes últimos, dos gigantes: Royal Caribbean Cruisses y Springwater. El primero, adquirió la compañía en 2006 y diez años después vendió un 51% de la misma al fondo internacional, pero aún mantiene el 49%. Ambos son el sostén como pone de manifiesto PWC, el auditor de la firma española, en su último informe: «La sociedad cuenta con el apoyo financiero de los Socios de la Sociedad dominante, limitando su responsabilidad».
Pero lo anterior tiene un coste muy alto en forma de tensiones financieras continuas. La razón es la práctica muy extendida de adquirir una porcentaje de una empresa, mediante deuda, y endosársela a la misma sociedad que se ha comprado. Así, el auditor considera como aspecto más relevante que Pullmantur mantiene «en el epígrafe ‘inversiones en empresas del Grupo a largo plazo’ un importe de [113,5 millones de euros] que representa un 96% del total de los activos». La partida era de 323 millones en 2016, lo que pagó el fondo, y que supone también un pago importante de intereses a través de una compleja red financiera.
LIQUIDEZ SUFICIENTE PARA PULLMANTUR, PERO MUY CARA
Pullmantur cuenta, además, con líneas de créditos de sus propias matrices que utiliza para hacer frente a diversos pagos. De hecho, en los primeros meses de 2019 utilizó hasta 11,4 millones que se han ido devolviendo con un 5% de interés. Para este 2020, tenía también más líneas millonarias, al menos proporcionadas por Royal Caribbean (según sus cuentas), pero con un coste del 6,5%. Además, Springwater también mantiene otro tipo de cuentas para otorgar liquidez a la firma, aunque son más difíciles de seguir el rastro
En cuanto a la capacidad de Royal Caribbean, a pesar de los problemas evidentes del sector, los analistas no prevén problemas de liquidez. De hecho, las grandes firmas del sector cruceros, que son tres, tienen importantes colchones. Así, Barclays explica sobre la firma que «no vemos la suspensión extendida de operaciones recientemente anunciada con preocupación dado el perfil de liquidez actual de la compañía (…) Estimamos que Royal Caribbean tiene entre 7 y 9 meses de liquidez».
A lo anterior, se suma que la compañía española se deshizo de una de sus embarcaciones recientemente. En concreto, Royal Caribbean explica en sus cuentas del 2019 que el pasado mes de enero se produjo la venta del gigante Zenith, que operaba Pullmantur. Una desinversión que ahora da aire a la española. Para solucionar la disminución de capacidad se había previsto fletar el Grandeur of the Seas, pero esa decisión ahora queda en el aire.
EL OLIGOPÓLIO AGUANTARÁ, PERO VIENEN TIEMPOS DIFÍCILES
La idea de que vayan aguantar mejor el tipo, no significa que sean inmunes. De hecho, todo la contrario. En las últimas semanas, e medida que sus expectativas de negocio se hundían, han llegado a perder más del 70% en bolsa. Una cifra superior a la mayoría de las aerolíneas, pero aun así no van a desaparecer. El 80% del mercado lo manejan entre Carnival, Royal Caribbean y Norwegian y tienen capacidad financiera para aguantar todo el año parados. De hecho, las tres ya han advertido que no habrá actividad por lo menos hasta septiembre.
Pero, el problema a largo plazo es otro. El coronavirus ha azotado a la industria con casos que han llenado muchos titulares. Así, el Zaandam, que opera Holland America, tiene confinadas a más de 1.000 personas y cerca de 200 ya han dado positivo por Covid-19. El más conocido fue el del Diamond Princess, de Carnival, que tuvo más de 712 casos y diez muertos. Su barco gemelo, el Grand Princess, ha estado en cuarentena desde el 9 de marzo con una docena de infectados más.
Al final, todo ello puede afectar reforzando la idea, ya existente, de que los cruceros pueden convertirse en terribles cárceles acuáticas repletas de infecciones. De hecho, la industria siempre ha tenido un problema como el norovirus, una enfermedad que causa vómitos y diarrea, que ahora puede ser exacerbada por el coronavirus y su efecto sobre sus mayores clientes, los pensionistas y jubilados. En definitiva, los cruceros, a diferencia del resto, deberán temer en los próximos meses más a un shock reputacional que ha la bancarrota financiera.