El gobierno de Donald Trump exhortó a Rusia a cerrar tres edificios diplomáticos en los Estados Unidos, pero se negó a expulsar a sus diplomáticos. Es una represalia por tras haber ordenado a la nación norteamericana a recortar el personal en su embajada y sus consulados.
“Pedimos al gobierno ruso que cierre su Consulado General en San Francisco, un anexo de la cancillería en Washington y otro en la ciudad de Nueva York”, señaló Heather Nauert, portavoz del Departamento de Estado, a través de un comunicado. “Las medidas serán implementadas el 2 de septiembre”.
En un intento de suavizar las consecuencias, un funcionario estadounidense que pidió no ser identificado sostuvo que no se expulsará a los funcionarios rusos. En cambio, Moscú puede reasignarlos a otros consulados en los Estados Unidos o en la embajada en Washington.
La decisión muestra cómo han descendido las relaciones entre Washington y Moscú en los últimos siete meses
El movimiento se produce después de que Rusia ordenara a Washington reducir el personal de sus misiones diplomática en Rusia a un máximo de 755, o casi dos tercios, tras la aprobación por parte del Congreso de sanciones más duras contra Moscú. El presidente Vladimir Putin dijo que no había necesidad de más represalias, pero el secretario de Estado, Rex Tillerson, prometió responder el 1 de septiembre.
La respuesta subraya cómo las relaciones entre Washington y Moscú han descendido en una espiral en los siete meses desde que Donald Trump llegó a su oficina prometiendo mejores relaciones con Rusia. Desde la guerra en Siria hasta sanciones más estrictas contra Corea del Norte, ambos países siguen en desacuerdo sobre cuestiones clave a escala internacional.
Un acto imprudente
“Esperamos un tiempo bastante largo, pensando que las cosas podrían mejorar, alimentando la esperanza de que la situación cambiara”, dijo Putin en una entrevista con la televisora estatal rusa en julio. “Pero si algo cambia, no será pronto”.
Además del consulado de San Francisco, la decisión del Departamento de Estado afecta la residencia del cónsul general en la ciudad de California, así como dos edificios que albergaban la misión comercial de Rusia en los Estados Unidos, tanto en Nueva York como en Washington, según el funcionario norteamericano.
El cierre de estos puestos diplomáticos es un acto “imprudente” contra el que Moscú tomará represalias, dijo Andrei Klimov, subjefe del comité de asuntos exterior de la cámara alta del Parlamento, según RIA Novosti, servicio de noticias estatal.
Rusia ordenó las expulsiones poco después de que el Senado estadounidense aprobada el 27 de julio un proyecto de ley, firmado posteriormente por Donald Trump, para impedir que el Presidente aliviara las sanciones sin obtener la aprobación del Congreso. La legislación también abrió el camino a restricción más amplias que las ya vigentes sobre la crisis en Ucrania.
Una decisión de Obama
La orden de Rusia también se produjo después de que el gobierno de Barack Obama expulsara a 35 diplomáticos rusos a finales de diciembre de 2016 en respuesta al presunto hackeo de las elecciones presidenciales del año pasado.
Desde Estados Unidos esperan que no haya respuesta a las nuevas represalias para avanzar en una mejora de relaciones
El canciller Sergei Lavrov está entre los diplomáticos con los que Tillerson ha hablado con más frecuencia durante su mandato, aunque los dos han intercambiado palabras agudas. En Hamburgo, Alemania, a principios de julio, Tillerson reprendió a Lavrov por discutir nimiedades en vez de los desacuerdos sobre el curso de la guerra civil de Siria.
Tillerson ha repetido que los Estados Unidos quieren mejorar la relación, argumentando que es inaceptable que dos grandes potencias nucleares permanezcan en tensión continua. “Estados Unidos espera que, moviéndose hacia el deseo de paridad de la Federación Rusa, podemos evitar más acciones de represalias de ambas partes y avanzar en el objetivo de mejorar las relaciones entre ambos”, señala el comunicado.