jueves, 12 diciembre 2024

¿Por qué cada vez más CEOs se alejan de Trump?

Francis Wilkinson

North Face, que se llama a sí misma la “marca líder mundial en exteriores”, ha lanzado la semana pasada una campaña de marketing dirigida a convertir el alpinismo en un deporte más accesible e inclusivo.

No hay nada de política en esto. Pero la compañía ha dado un paso al frente y ha decidido incluir a la política de manera abierta. Con la nueva campaña les pedimos a las personas que se replanteen la forma en que miramos los muros, dijo la empresa en un comunicado de prensa.   

Resulta que el propósito de las muros no es dividir a un lugar de otro. Tampoco intentar resguardar a las personas buenas de un lado de los “hombres malos” del otro. Los muros, según se lee en la declaración, “son lugares en los que gente se une para probarse entre ellos, para fomentar confianza y afianzar las comunidades. Las paredes no están hechas para dividirnos, sino para unirnos. Las muros están hechas para escalar”.

“Los muros no están hechos para resguardar a las personas buenas de los hombres malos”

The North Face es una empresa con sede en California, cuyos productos están dirigidos a consumidores con dinero y son comercializados para usarse en lugares públicos. Es lógico que la empresa no esté entusiasmada con un Presidente que quiera quemar carbón indiscriminadamente y abrir santuarios protegidos para las industrias extractivas. Muchos de sus clientes incluso odian al presidente Donald Trump.

Sin embargo, criticar tenazmente al Presidente por su política con respecto a la inmigración parece una provocación bastante gratuita. En un ensayo publicado la semana pasada en Nueva York se hizo un comentario parecido. En una era en la que el abandono ético y moral es común Washington, los líderes corporativos se están convirtiendo en líderes morales, “adaptándose a las nuevas expectativas sociales y políticas, que a veces son sorprendentes”.

Las corporaciones son se preocupan, primero que todo, por ellas mismas. El autoindulgente gemido de los líderes de Wall Street durante la presidencia de Barack Obama, justo después que de una orgía de avaricia e imprudencia destruyó la economía y el sustento de millones de inocentes, sugirió que la autorreflexión, un predicado necesario para la moralidad, era escasa entre muchos ejecutivos de traje.

Pero la mala fe que impregna a la presidencia amante de los negocios de Trump ha quizás alterado el horizonte corporativo. El éxodo de ejecutivos de los consejos de asesores de la administración de Trump, ocurrido la semana pasada, después de que Trump igualara a los neonazis cubiertos con esvásticas con los manifestantes en Charlottesville, Virginia, fue una reprimenda impresionante para el primer presidente ejecutivo”, según ha informado Bloomberg News.

Trump igualó a los neonazis con los manifestantes de Charlottesville.

El presidente de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, miembro del Foro Estratégico y Político de Trump, emitió un comunicado la semana pasada reaccionando a lo dicho por Presidente. “En los negocios o en el gobierno, reunir a la gente, no desgarrarla, es una obligación de los líderes”, dijo Dimon. “El racismo, la intolerancia y la violencia siempre están equivocados”.

El lunes JP Morgan Chase, le siguió con el anuncio de que donaría 1 millón de dólares (850.000 euros) a la Liga Anti-Difamación y al Southern Poverty Law Center (SPLC). En caso de que el vector político de los beneficiarios no sea suficientemente obvio, el sitio web adepto a Trump American Greatness dijo que el SPLC, el cual es vehemente opositor a las políticas y retóricas de Trump (y detesta a los nazis), existe principalmente para esparcir odio, incitar a la violencia y aumentar su base de ingresos.

Si la malicia de Trump no fuera tan evidente, quizás los CEOs mostraran un poco más de cortesía. En marzo pasado, cuando el Presidente no era menos ignorante, amoral o maligno de lo que es hoy, Dimon desvariaba en Bloomberg TV diciendo que Trump ha inspirado confianza en los mercado y “despertado a los espíritus animales”.

Las corporaciones están dirigidas por seres humanos, muchos de los cuales tienen valores morales y lealtades convencionales. Pero ahora aumentan las compañías se distancian de Trump, probablemente lo hacen más por los mercados que por la moralidad. Él ha alimentado con éxito agravios raciales blancos y ha dado permiso a los racistas para desfilar sus símbolos y hacer alarde de sus inseguridades. Después de mucho cultivo, probablemente ha expandido el universo de blancos que albergan sentimientos racistas.

Trump no ha podido convencer a las empresas de que su modelo político es viable.

En lo que Trump ha fallado es en convencer a los negocios de la nación más sensibles al mercado de que su política deforme tiene un futuro viable. El video reciente de Procter & Gamble sobre el racismo endémico o el anuncio de Johnnie Walker convocando a vivir la experiencia hispanoamericana, muestra a los publicistas corporativos alineándose decisivamente con un futuro multicultural y no con un pasado racialmente, como el que representa Trump.

North Face percibe que una clara posición contra Trump pone a la compañía en el lado correcto del mercado, así como de la historia. Incluso Wall Street debe ser consciente de los clientes y empleados para los que la política de Trump representa una daga en su sueño americano.

Las personas que estudian e influyen en el vasto mercado americano están reaccionando a lo ven. Esta es un hora difícil y la política de Estados Unidos permanece volátil e incierta. Pero los CEO’ parecen estar seguros de una cosa: el mañana no pertenece a los nazis.


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